El Universal
6 de octubre de 2006
Nurit Martínez
Inversión para el sector, igual que hace 10 años, indica informe
A pesar de que desde el inicio del gobierno del presidente Vicente Fox los centros de investigación en México demostraron que el trabajo que realizan alcanza una calificación de «excelencia», y que se mantuvo en promedio por arriba del 9.5, la actual administración, a través del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), restringió el presupuesto del desarrollo científico y tecnológico, al grado de que, en este momento, la inversión nacional presenta un retroceso al ubicarlo a niveles de hace 10 años, respecto del Producto Interno Bruto.
En el Informe de Rendición de Cuentas de la Administración 2000-2005, el gobierno del presidente Fox reconoce que la inversión en este sector se ha caracterizado por ser «marginal y lento», y que contrario a lo que se planteó en el Programa Especial de Ciencia y Tecnología, de propiciar un cambio en este sector, se continuó con esa tendencia de «indefinición en el tratamiento presupuestal».
Entre los centros de investigación que obtuvieron este promedio de calificación «excelente» están el Centro de Investigación y Docencia económicas (CIDE), el Colegio de la Frontera Norte, el Instituto Mora, el Colegio de Michoacán y el Instituto Nacional de Astronomía, í“ptica y Electrónica.
René Drucker, ex presidente de la Academia Mexicana de Ciencias y actual coordinador de Investigación Científica de la UNAM, plantea que el resultado de la evaluación que hace el Conacyt a sus centros de investigación y la falta de inversión por parte de este gobierno a la ciencia en general, refleja que en México «el trabajo de investigación es de buena factura, sólo que se ha sometido a los centros de investigación y a los institutos que hacen esta labor a una crisis financiera en los últimos cinco años».
«Lo que se requiere no es sólo un asunto de dinero, sino de una política decidida de apoyo para la ciencia en México, y estamos en buen momento para que el nuevo gobierno sea cuidadoso y seleccione a las personas que impulsen este sector», sugiere el también ex presidente de la Academia, Octavio Paredes.
En lo que será la primera de tres partes de la rendición de cuentas del Conacyt, antes de que concluya la administración (el 30 de noviembre), se expone cómo el subsidio público para la ciencia fue «desfavorable» desde el primer año, cuando el presupuesto cayó 12.5%.
La falta de inversión y su evaluación hacia la baja se refleja en la inversión en proporción del PIB, pues mientras en el año 2000 se canalizó 0.42%, para 2006 se prevé que sólo se habrá destinado 0.37%.
El documento destaca que se hicieron «esfuerzos» por obtener recursos adicionales, con la participación de nuevos actores que se benefician o participan en las actividades científicas, para lo cual -con la aprobación de una nueva Ley de Ciencia y Tecnología, la reubicación del Conacyt a niveles de una secretaría de Estado y la creación del Ramo 38-, los gobiernos estatales y las dependencias del gobierno federal vinculadas al desarrollo científico aportarían recursos.
Sin embargo, no fue así, puesto que en las «negociaciones políticas» para la creación de fondos y fideicomisos hubo estados como Chihuahua, Oaxaca, Veracruz y el Distrito Federal que no concretaron su apoyo a la ciencia.
Al inicio de la administración, cuando el Conacyt estaba encabezado por Jaime Parada ívila, fue él quien planteó la necesidad de hacer una evaluación a los centros de investigación, con el propósito de dar certeza a los recursos que se destinaban a los científicos de estos lugares, argumentando que se requería que los productos de la ciencia tuvieran vinculación y dieran respuesta a las necesidades del país.
Desde esa perspectiva se impulsó entre 24 centros de investigación una evaluación que incluyó la revisión de los planes de los centros a mediano y largo plazos, seguimiento de los programas anuales de trabajo, la supervisión de criterios, indicadores de desempeño, realización de evaluaciones por agentes externos.
Estos criterios fueron incorporados, a partir de junio de 2002, a la Ley de Ciencia y Tecnología en Convenios de Desempeño; sin embargo, es hasta ahora que el Conacyt hace públicos los resultados de las cinco evaluaciones aplicadas.
«En su totalidad, han alcanzado calificaciones excelentes», refiere el documento, sin embargo, no hubo respuesta en términos presupuestales, señala Drucker.
A pesar de que Drucker indicó que sólo conoce alguno de esos centros, «he escuchado a mis colegas quejarse de forma permanente de la falta de presupuesto; no les han autorizado plazas, y no han podido crecer».