La Jornada
13 de enero de 2006
Arturo García Hernández
El historiador recibe hoy el Premio Chiapas 2005 en Tuxtla Gutiérrez
Hace más de 50 años, Miguel León-Portilla estuvo por primera vez en Chiapas y quedó cautivado por el paisaje, la cultura y la historia de la región. Desde entonces el autor de Visión de los vencidos se sintió profundamente unido a esa tierra, y por eso es significativo para él haber sido distinguido con el Premio Chiapas 2005, que hoy le será entregado en Tuxtla Gutiérrez.
En entrevista con La Jornada, el historiador da testimonio de su admiración y amor por Chiapas y añade una reflexión sobre su conflictivo presente, concretamente sobre la cuestión indígena, respecto de la cual reitera su posición: «La solución pasa por la autonomía de los pueblos indígenas».
León-Portilla estuvo por primera vez en Chiapas en 1954. Se alojó en un lugar conocido como La Cabaña, sede de lo que entonces era el Instituto Nacional Indigenista, con cuyo director, el mayista Alfonso Villa Rojas, publicó después el libro Tiempo y realidad en el pensamiento maya, editado por la Universidad Nacional Autónoma de México.
A partir de aquel viaje efectuó diversos recorridos que lo llevaron a la selva Lacandona, ríos, litorales y sierras boscosas chiapanecas, que le permitieron conocer la biodiversidad de la entidad.
Qué decir de lo que dejó en su memoria el encuentro con las culturas que florecieron en la región: los palacios de Palenque y Yacxhilán, las pinturas de Bonampak y la estela 5 de Izapa, que contiene «la más antigua imagen que se conoce de la forma en que los antiguos pueblos mesoamericanos concebían el mundo».
Pero los mayas, advierte León-Portilla, no son una cultura del pasado, ya que su presencia perdura en tierras chiapanecas por medio de los choles, lacandones, tzotziles, tzeltales, tojolabales, mames y kanjobales.
La Conquista «trajo destrucción y muerte», pero no acabó con esas culturas y todo lo que representan, expresa. No obstante toda esa riqueza, natural y cultural, la mayoría de población indígena vive en condiciones de pobreza extrema, maltrato, marginación y discriminación.
El historiador pone de ejemplo que, pese a que Chiapas es uno de los mayores productores de electricidad del país, existen muchas comunidades, la mayoría indígenas, sin ese servicio.
Al recibir el premio, el historiador dará lectura a un texto que lleva por título Chiapas en el corazón, en el que abunda sobre los temas tocados en esta entrevista.
En un párrafo se refiere a la situación actual y reprocha la falta de cumplimiento del gobierno federal a los acuerdos de San Andrés Larráinzar.
Y anota: «Chiapas, tierra de maravillas y sopresas por su naturaleza y las culturas que en ella han florecido, ha sido y dolorosamente sigue siendo escenario de injusticias y violaciones de los derechos humanos».
El levantamiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) en enero de 1994, dice en la entrevista, fue una respuesta a esa situación: «Fue una aldabonazo en la conciencia de los mexicanos y resonó tan fuerte que se escuchó en todo el mundo. Lo increíble es que después de 12 años la cuestión no se haya resuelto, y no digo en 15 minutos, sino ¡en 12 años!»
La otra campaña, que arrancó el EZLN desde principios de año, le parece a León-Portilla «muy interesante», aunque no acaba de entender en qué va a parar. «Hemos visto que los partidos se encuentran enfrascados en una lucha estéril por sus propios intereses, pero muchas veces me pongo a pensar qué otro camino hay que no sea el de los partidos. Supongamos, y es deseable, que el EZLN conmueva a todo el país. ¿Y luego? ¿Qué sigue? ¿Cuál es la alternativa? De cualquier manera (el periplo) es un acto muy importante para el país.»
A pregunta expresa, el autor de El reverso de la Conquista sostiene que cualquiera de los candidatos presidenciales que gane las elecciones, si quiere solucionar el problema, «tiene que sentarse a la mesa y hablar con todos los indígenas, con zapatistas y no zapatistas, y reunirse con los líderes verdaderos, no con los de tal o cual partido».
Lo que a juicio de León-Portilla no puede perderse de vista es que, gane quien gane, la solución del conflicto en Chiapas pasa inevitablemente por la autonomía de los pueblos indígenas: «Es perfectamente posible».
También en el resto del país, aunque su realización requiere estudiar las condiciones concretas de cada pueblo y comunidad: «Hay que discutir, oír, lograr acuerdos y llevarlos a los congresos, porque de nada sirve si no se legisla».