Recuperar el siglo

El Porvenir
10 de marzo de 2009

De confirmarse la noticia dada a conocer el sábado en esta sección, de que el presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, firmará un decreto con el que se elimina la prohibición impuesta por su antecesor para realizar proyectos de investigación con células troncales humanas de origen embrionario, se habrá dado un paso trascendente en el conocimiento de la biología humana y se acelerará el camino para enfrentar enfermedades que hasta hoy son incurables.

George W. Bush, pretendió adueñarse del siglo XXI. Pero fue algo artificial. Una imposición. Ni siquiera está claro que él haya ganado las elecciones presidenciales que lo llevaron por primera vez a la Casa Blanca. Cuando todo el mundo aguardaba con esperanza el cambio de milenio, el siglo inició con una guerra terrible, que se tradujo en el control de la información científica ante la amenaza bioterrorista, y la pretensión oscurantista de controlarlo todo. La investigación con células troncales embrionarias, fue limitada en la mayor potencia científica del planeta. La alianza de la derecha norteamericana con el Vaticano, detuvo los esfuerzos científicos en este campo… Pero hoy todo esto puede cambiar.

Las células troncales, también llamadas madre, son pluripotenciales. Esto significa que pueden dar lugar a diferentes tipos de células especializadas. El impulso a la investigación en estos elementos primordiales, permitirá entender los mecanismos que determinan la diferenciación celular, o sea, cómo, de un elemento primigenio, pueden formarse células como las hepáticas, del páncreas o las neuronas, entre muchas otras. Esto significará un gran avance en campos como la genética, pues permitiría entender qué genes se “encienden” o se “apagan” en el proceso de formación de líneas celulares particulares, y cuáles son las sustancias que permiten acelerar o controlar este proceso. Se trata sin duda de una revolución en la biología pues permite entender el desarrollo humano.

Pero, este tipo de proyectos no sólo tienen importancia en el conocimiento básico, la creación de tejidos especializados, es una esperanza para millones de personas en el mundo, pues permitirá el reemplazo de tejidos dañados en enfermedades como la diabetes o algunos trastornos del sistema nervioso como la esclerosis múltiple o la enfermedad de Parkinson entre muchas otras, ante las que no existe hoy una cura efectiva.

Y no es que este tipo de proyectos no se estén realizando ya en las regiones del mundo que han logrado eludir el dogmatismo oscurantista. Pero la incorporación de Estados Unidos, implicaría un cambio determinante por tratarse de la mayor potencia científica, cuyo rezago está a punto de revertirse. La competencia científica y los recursos que puede invertir ese país, acelerarán sin duda el avance del conocimiento en este campo.

Las implicaciones para México son muy interesantes, pues nuestra vecindad con Estados Unidos, propiciará el flujo de expertos entre las dos naciones y eso nadie lo podrá impedir. El problema es que en nuestro país, la derecha religiosa, intenta, y en algunos estados de la República lo consigue, imponer sus ideas dogmáticas sobre la santidad del embrión, lo que lleva a identificar erróneamente a un cigoto o a un blastocisto como un niño, o una persona humana.

En México la comunidad científica tiene una postura clara. Hace algunos años el Consejo Consultivo de Ciencias de la Presidencia de la República (CCC), integrado por los más destacados investigadores del país, realizó un estudio sobre este tema. Bajo la presidencia de Pablo Rudomín, el CCC integró un grupo de estudio ––auspiciado también por el Conacyt y la Academia Mexicana de Ciencas––, encabezado por Hugo Aréchiga, en el que tuve el privilegio de participar, que elaboró un documento titulado: Recomendaciones para el empleo de tejidos embrionarios en la investigación, en el que se hace un análisis muy detallado del estado de la investigación científica en el área y se formulan recomendaciones para nuestro país.

Entre las conclusiones del estudio, se señala que México no puede quedar al margen de la investigación en este campo, señalando la importancia de formar recursos humanos especializados e impulsar decididamente proyectos en el estudio de células troncales embrionarias, vigilando en todo momento los aspectos éticos implicados en ellos.

Tal vez ha llegado el momento de recuperar el siglo. No lo quería decir pero… este sería un nuevo golpe al neoscurantismo en México y en el mundo.

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