Rechaza premios que discriminan

El Universal
30 de enero de 2007
Ricardo Cerón

Herminia Pasantes Ordóñez, investigadora en el Instituto de Fisiologí­a Celular de la UNAM, defiende la equidad de género y se opone a que las mujeres reciban galardones «de segunda división»

Proveniente de una familia de clase media que viví­a en la colonia Obrera, Herminia Pasantes Ordóñez desde su infancia se dio cuenta que su gran apego al estudio le traí­a algunos beneficios.

Fue evidente, sobre todo, cuando su padre, que trabajaba en una empresa francesa, le consiguió una beca para estudiar en el Liceo Franco-Mexicano. «Cuando ingresé al Liceo, donde iba pura gente rica, les dejaba copiar a los niños o les pasaba las respuestas en los exámenes, a cambio de que me regalaran sus plumas o relojes, las cuales eran muy bonitas y yo no podí­a comprar», recuerda con una gran sonrisa la cientí­fica.

La investigadora, quien fue la primera mujer en obtener el Premio Nacional de Ciencias y Artes en el área de Fí­sico-Matemáticas y Naturales, hace énfasis en que su apego al estudio le ha brindado muchas satisfacciones, sobre todo el reconocimiento de la gente desde que se incorporó como investigadora en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

Aunque su trabajo en el mundo de la ciencia que busca desentrañar los misterios del cerebro le ha brindado cierta fama, ésta se vio incrementada cuando apareció en una pelí­cula a invitación de su amigo el director de cine Jaime Humberto Hermosillo.

«Todo el mundo (familiares, amigos y conocidos) me decí­a que me habí­a visto en la pelí­cula», recuerda Pasantes, quien filmó una escena a lado de Patricia Reyes Spí­ndola y Alberto Estrella en El Edén.

Apasionada desde su infancia por el cine, recuerda que a pesar de que el director le brindó la oportunidad de pasar de incógnita en esa escena, rechazó el ofrecimiento: «Le dije cómo crees, ¡es la oportunidad de mi vida!».

Miembro de la Sociedad Internacional de Neuroquí­mica, Pasantes se ha dado a la tarea de estudiar los mecanismos de regulación de volumen de las células del cerebro, actividad a la que se dedica de tiempo completo; ya no da clases debido a que hablar fuerte y de manera constante la fatiga.

Aun cuando combina sus actividades de investigadora y administrativa en el Instituto de Fisiologí­a Celular de la UNAM, con las de madre, hija y abuela, Herminia Pasantes, a diferencia de otros cientí­ficos, no se queja por falta de tiempo, al contrario.

«Creo que debo estar haciendo algo mal porque duermo ocho horas y tengo tiempo para convivir con mi familia, para el entretenimiento y para realizar mi trabajo.»

A casi 30 años de haber comenzado su labor en la investigación cientí­fica, Pasantes sigue manteniendo un promedio de publicaciones superior a la media de los investigadores del Instituto de Fisiologí­a Celular de la UNAM (ella publica cuatro por año).

Por eso, ahora su principal preocupación es el momento en que deba decidir su retiro como investigadora; sabe que deberá hacerlo porque reconoce que hay que darle espacio a los jóvenes.

Precisamente disfruta en particular su trabajo como secretaria académica del Instituto de Fisiologí­a Celular, porque es un puesto en el que ayuda mucho, sobre todo a los jóvenes, por medio de asesorí­as para realizar sus publicaciones.

Doctorada en Bioquí­mica por la Universidad de Estrasburgo en Francia y ganadora del Premio UNAM en Investigación en Ciencias Naturales en 1991, comenta que de niña fue un tanto solitaria, pues no era buena para los deportes y conviví­a poco con sus amistades. Sin embargo, eso le dio más tiempo para leer: a los 12 años ya conocí­a a los principales autores de la literatura clásica mundial.

Aun así­, fue la adolescencia la que marcó su vida: «En la adolescencia comencé a ver que tení­a un carácter firme y que no iba a aceptar muchas convenciones, por ejemplo, salir con un chaperón me parecí­a un insulto. Nunca acepté llevar a mi hermana más chica para cuidarme.

«También a esa edad me iba sola a los conciertos en Bellas Artes en la mañana, luego a comer sola a Sanborns, lo cual era un escándalo en mi familia. Por la tarde solí­a ir a funciones de danza mexicana en las que tocaban mucho música de Silvestre Revueltas o José Pablo Moncayo, era muy nacionalista la danza.

«Ese carácter también me permitió ingresar a la universidad, porque no hubo nadie en mi familia que se opusiera a esa decisión. En aquel tiempo, para ingresar a la UNAM, te hací­an un examen médico, y el médico que me revisó me dijo que por mi mala vista no podí­a estudiar biologí­a, porque no iba a poder ver bien y tendrí­a que estar en todo momento en el microscopio; incluso me sugirió estudiar filosofí­a.

-¿Usted qué le dijo?

-Por supuesto que me opuse y argumenté que allí­ tendrí­a más problemas porque deberí­a leer en todo momento. La discusión fue tan fuerte, que al final me dijo: «Mire señorita, por qué mejor no se casa, tiene hijos y se olvida de estudiar». Por eso aún no me explico porque al final de cuentas salí­ aprobada para ingresar a la UNAM.

-¿Tuvo algún otro problema para estudiar su carrera?

-Tuve uno, que fue una discriminación clarí­sima, aunque al final terminó bien. Habí­a un profesor, que era de los más grandes bioquí­micos del instituto (Fisiologí­a), pero era también un misógino de porquerí­a y malvado. No querí­a a las mujeres para nada.

En el curso de mi maestrí­a me casé y nació mi primera hija, y cuando querí­a inscribirme al doctorado, él -que era el director del departamento donde estudiaba- me dijo: «El doctorado y la maternidad son incompatibles».

A pesar de que le dije que a mi hija la iba a cuidar mi mamá, me dijo: «No», y argumentó que no era cuestión de horas, sino de cómo cambia la mente antes y después de ser madre. Creo que al final tení­a razón. Además, no habí­a manera de oponerse, estamos hablando de hace 40 años, en el momento actual él no se hubiera atrevido a decirme eso, ni yo me hubiera dejado, pero en ese entonces él tení­a mucho poder y yo únicamente era una estudiante de maestrí­a.

-¿Tuvo alguno otro problema?

-No, a partir de ese momento nunca más he tenido problemas de ningún tipo por ser mujer, por el contrario, a estas alturas de mi vida me ha resultado benéfico porque siempre hace falta una mujer en tal o cual comité u organismo cientí­fico y me llaman constantemente para tener cubierta la cuota de género que se les pide.

-Usted siempre se ha opuesto a que se les otorguen privilegios para obtener becas o premios…

-Por supuesto, pienso que las mujeres no queremos preferencias, sino equidad. Recuerdo que hace unos meses discutí­ en un foro con Rosaura Ruiz, hoy vicepresidenta de la Academia Mexicana de Ciencias, y le dije que no querí­a que nos trataran (a las mujeres) como minusválidas.

Por ejemplo, para qué crear un premio como el Sor Juana Inés de la Cruz cuando existe el Premio UNAM, es como dar un reconocimiento de segunda división dirigido a las mujeres.

Si en realidad quieren ayudar a las mujeres cientí­ficas, mejor poner, por ejemplo, un sistema de guarderí­as especiales, con mayor flexibilidad. Pero no dar premios para mujeres, hay que competir como iguales.

Siempre he peleado mucho por eso, porque no se vale utilizar la condición de mujer para justificar la pereza.

Uno tiene que competir igual que los hombres, y si eso implica que nos va a costar mucho más trabajo, pues ni modo… así­ será doblemente valioso recibirlo.

-¿No le gustan los premios de mujeres?

-Me molestan muchí­simo, a mí­ me dieron en alguna ocasión uno de esos premios, pero fue después de dos rechazos y lo recibí­ sólo porque el director del instituto (Fisiologí­a Celular) me pidió que lo aceptara.

Aceptar esos premios para mujeres es como discriminarnos y sentirnos más débiles, y por el contrario, queremos demostrar que podemos competir a la par que los hombres.

-¿Cómo le gustarí­a ser recordada?

-Me encantarí­a que antes de que deje de trabajar, algo de lo que yo descubrí­ o estudié, fuera útil para algunas personas. Sé que no es fácil, porque en lo que uno trabaja o realiza es la base para nuevas investigaciones de otras personas o laboratorio farmacéutico, con el objetivo de que hagan algo que se llegue a aplicar en la población. Pero me gustarí­a ver esa aplicación de los conocimientos que generamos en este laboratorio.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *


Notice: ob_end_flush(): failed to send buffer of zlib output compression (0) in /home/amcedu29/public_html/comunicacion/wordpress2019/wp-includes/functions.php on line 5373