Realizar conocimiento básico puede generar riqueza

La Crónica de Hoy
16 de abril de 2012
Isaac Torres Cruz

Academia

Destacada. Leticia Torres es ahora miembro del Consejo Directivo de la AMC y directora adjunta del Conacyt. Foto: Gerardo Sotomayor

En 1985, tras culminar su doctorado en Escocia, Leticia Myriam Torres Guerra regresó a la UANL, su alma mater, para realizar investigación en cristaloquímica y desarrollo de materiales cerámicos. Tenía el conocimiento y una hiperactividad desbordante por producirlo, no obstante sólo le otorgaron un escritorio con tres patas. No tuvo problemas en conseguir un ladrillo para poner la cuarta pata, sin embargo no podría hacer investigación porque no había nada, pero de lo que es nada…Los tres primeros años fueron muy difíciles, “no sabía qué hacer”, relata.

Entonces regresó a la Universidad de Aberdeen en Escocia a continuar sus investigaciones, pero la distancia de su hijo de cuatro años la hizo pasar de nuevo un muy mal rato, el peor de toda su carrera, menciona en entrevista.

Se fue, no sin antes decirle a su esposo, un administrador de empresas, “tu genera dinero y yo conocimiento…, pero te voy a demostrar un día que éste puede generar riqueza”. Y lo demostró, no sólo a él, sino a la industria y a la misma comunidad científica.

Tres meses después regresó a México a hacer ciencia como investigadora de la Universidad Autónoma de Nuevo León, pero desde instalaciones de la UNAM y UAM, viajaba y pagaba sus investigaciones con sus propios recursos. Había que tocar puertas, y en las empresas había muchas que abrir o ver cerradas, perpetuas.

“Eres doctora, por qué no ofreces tus conocimientos y resuelves problemas en las industrias”, le decían y a lo que respondía: “pero necesito instrumentos”.

A inicios de los noventas consiguió entonces los primeros equipos mediante Conacyt y un sector industrial que con el tiempo pidió su apoyo para resolver cosas de sus procesos tecnológicos.

Cuatro años después tuvo su primer proyecto grande, donde logró realizar importantes innovaciones tecnológicas en una empresa de refractarios, con lo que recobraron el liderazgo en el sector. Pero para la ahora secretaria del Consejo Directivo de la Academia Mexicana de Ciencias y directora adjunta de Desarrollo Científico del Conacyt, todo ese proceso fue resultado de investigación “básica”, sin el objetivo de hacer ciencia “aplicada”, aunque para la empresa fue algo “extraordinario”.

Posteriormente implementó y fundó el Centro de Investigación y Desarrollo de Materiales Cerámicos (CIDEMAC), el cual llegó a ser autofinanciable.

En 1996 adaptó este programa para el Grupo Vitro y así se firmó un Convenio con la compañía para la impartición de la Maestría en Ciencias con Especialidad en Ingeniería Cerámica con Orientación a Vidrio a 18 profesionistas empleados de la empresa. Emprendieron el proyecto con una sola condición “lo único que no es negociable es el nivel académico: la rigurosidad científica”.

Se generaron dos patentes, total propiedad de la compañía. La eficiencia terminal fue del 70%. Las tesis estuvieron resguardadas por ser confidenciales, por cinco años, además de los secretos industriales obtenidos. Su relación con la industria era cercana, de confianza y muy fructífera.

FOTOCATALIZADORES. Química de formación, el trabajo favorito de la investigadora fue desarrollar, sintetizar y caracterizar nuevos materiales cerámicos, posteriormente estudiaría otros cerámicos semiconductores, de los cuales obtendría fotocatalizadores. En total tiene en su haber más de 250 materiales caracterizados, algunos de ellos publicados, otros patentados y muchos más reconocidos mundialmente. También ha publicado más de 120 artículos en revistas especializadas.

Pero su investigación más fuerte se ha centrado en los últimos años en los fotocatalizadores, que inició después del análisis de las estructuras y propiedades de materiales inorgánicos sólidos semiconductores, y de sus propiedades eléctricas. Pero a través de los años, al fortalecer sus líneas de investigación halló que muchos de ellos se pueden emplear como catalizardores, fotocatalizadores. Algunos de esos materiales con propiedades asombrosas.

Preparó un semiconductor que se activaba con la luz solar, capaz de generar energía al romper la molécula de agua y separar el hidrógeno y oxígeno en membranas. Así su equipo pasó a hacer electrofotocatálisis: separar lo elementos y combinarlos se hace una combustión que puede generar energía eléctrica. Los residuos: agua pura. La fotocatálisis es en la actualidad el único método que puede degradar contaminantes en concentraciones bajas en el agua y dejarla pura. “Para mí fue glorioso hallar eso”.

Este material se ofrece como una fuente alterna de energía renovable, apunta, aunque aún no es rentable, pero países como Japón trabajan en que lo sea. En 2000 por invitación de científicos de este país se unió a un grupo que analiza el material. De esta manera, piensa que en el futuro se podrían resolver problemas en agua y energía, sueña que su investigación contribuya con ello a nivel mundial.

BÁSICA Y APLICADA. Así, la científica rompe un poco el paradigma de la diferenciación de ciencia “básica” y “aplicada”. De hecho a ella no le gusta poner “apellidos” a la investigación. “Toda es ciencia, están apoyadas en una metodologías que permite generar conocimiento”.

Podría decirse que estando en Monterrey es fácil el acercamiento y vinculación empresarial por el entorno y desarrollo que ha tenido, pero no es tan fácil responde la científica. “¡Ajá!, ve y convence a un empresario que te ponga un peso”.

Pero enfatiza que su perfil se formó al lado de las instituciones de investigación e industriales, echó con la industria, “pero jamás estuvo por arriba de la academia.

“Tenemos que formar cuadros de investigadores. El tiempo pasa y alguien debe continuar tu trabajo”.

Ahora el tiempo que le resta en Conacyt está centrado en dejar un poco la huella de su experiencia, pero pronto se reincorporará a sus actividades académicas de nuevo y a seguir trabajando con esa hiperactividad que le caracteriza, aunque en menor medida que en otros años, reconoce.

Pero tiene muy claro de cómo hacer ciencia que impacte, en publicaciones y en cosas tangibles que permiten generar riqueza. Todo parte de la formación de recursos humanos de alto nivel y de su efecto multiplicador: los grupos que ha formado ahora tienen los propios.

Posteriormente, dice, hay que estar abierto a la “aplicación” del conocimiento generado para generar publicaciones, innovar, patentar, comercializar y generar riqueza. “La generación de conocimiento tarde o temprano tendrá un impacto en la sociedad, una aplicación, lo importante es encontrar cómo hacer que suceda más rápido”.

http://bit.ly/IMqrTY


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