La Jornada
25 de marzo de 2014
Redacción
Los sistemas, que combinan agua y calor, pueden durar miles de años, explica un experto
Detalla que no son volcanes, pero son el resultado de erupciones muy violentas
Miden desde 3 hasta 40 kilómetros de diámetro
Las más importantes están en Puebla, Michoacán y Jalisco
Quién imaginaría que las calderas volcánicas producen 25 por ciento de la energía geotérmica del país. Esas depresiones en la tierra, que miden entre tres y 40 kilómetros de diámetro, son lugares propicios para la generación de energía geotérmica, porque reúnen dos condiciones fundamentales: agua y calor, este último proviene del remanente de la cámara magmática, un lugar que alguna vez albergó magma pero que aún provee el calor necesario para desarrollar un sistema hidrotermal.
Este sistema puede durar cientos de miles de años, según el continuo aporte de ambos elementos: agua y calor. Además, es necesario que haya cierta permeabilidad dentro del reservorio para poder hacer circular los fluidos del sistema hidrotermal, explicó Gerardo Aguirre Díaz, del Centro de Geociencias de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Las calderas volcánicas no son volcanes, pero son el resultado de erupciones muy violentas y de gran magnitud. Actualmente, las que producen energía geotérmica en México son: Los Humeros en Puebla; Los Azufres en Michoacán, y La Primavera en Jalisco. También se estudian otros prospectos, como son la caldera de Ceboruco, Nayarit; la de Acoculco, Puebla; Piedras de Lumbre, Chihuahua; Tres Vírgenes, Baja California Sur; Tacaná y El Chichón en Chiapas.
Profundizar el conocimiento
Estas estructuras volcánicas son remanentes de un pasado geológico y se localizan dentro del Cinturón Volcánico Mexicano (CVM), donde se han reconocido alrededor de 20 calderas con tamaños que van desde los tres hasta los 35 kilómetros; los rangos de edad varían entre 7.3 millones de años hasta mil años d.C.
Sin embargo, “la principal razón para estudiar estas calderas es para profundizar el conocimiento sobre el vulcanismo, que formó la provincia del CVM y su evolución. Además, es importante estudiar algunas con reciente actividad por los peligros que pueden representar para la población.
No obstante, estas mismas calderas son importantes por sus beneficios económicos mediante la generación de electricidad, incluso por los productos emitidos por las calderas del Cinturón y que han sido explotados desde hace siglos, como la piedra cantera, utilizada para la construcción como pieza ornamental, y los materiales sueltos de ceniza y pómez, que son explotados como arena y grava para la construcción o fabricación de tabiques”, explicó Aguirre Díaz.
El estudio de las calderas involucra varias técnicas y diversas disciplinas, como física, biología, arqueología y matemáticas, pero el trabajo fundamental es el geológico para determinar las características físicas de los depósitos y establecer los parámetros de las erupciones.
Para comprender la historia completa de las calderas se necesita realizar mucho trabajo de campo para recopilar la información de los estratos, medir los espesores, los componentes, la distribución de los productos de la caldera, tomar muestras de roca, de cenizas y todo esto apoyado con fotografías aéreas, imágenes de satélite, mapas topográficos y modelos de elevación digital, agregó el investigador integrante de la Academia Mexicana de Ciencias.
El geólogo ha desarrollado un modelo de vulcanismo fisural para comprender mejor la formación de las calderas en la Sierra Madre Oriental.
De acuerdo con este modelo la combinación entre las erupciones y las fallas tectónicas que afectan a la sierra, han formado depresiones conocidas como calderas tipo graben. El experto estudia una de este tipo en Guanajuato y su relación con los ricos yacimientos minerales en esa zona.
Gerardo Aguirre Díaz trabaja en una clasificación para calderas de colapso, que involucre el origen, ambiente tectónico y estructura de éstas, la cual será publicada este año junto con otro libro que hablará sobre las calderas de colapso del CVM.