Premios de la AMC: una apuesta por el futuro

La Jornada
25 de octubre de 2011
Javier Flores

Desde hace cuatro años, la agenda del licenciado Felipe Calderón Hinojosa ha estado colmada de asuntos tan importantes, que no ha tenido tiempo para entregar los Premios de la Academia Mexicana de Ciencias (AMC). Este galardón constituye, junto con el Premio Nacional de Ciencias y Artes en las categorías correspondientes, el más alto reconocimiento en México a la labor de los investigadores. El que otorga esta organización científica cincuentenaria tiene además una particularidad: es una recompensa para científicos(as) jóvenes, de menos de 43 años en el caso de las mujeres, y de 40 en el de los hombres.

Tradicionalmente ha correspondido al presidente de la República entregar este reconocimiento. Por deferencia a la institución que Calderón representa, la mesa directiva de la AMC había pospuesto, una y otra vez, la entrega de este premio ¡desde 2008! Pero todo tiene un límite. La agrupación científica que actualmente preside el doctor Arturo Menchaca Rocha –la más importante de nuestro país, pues reúne a los más destacados investigadores en todos los campos del conocimiento–, en un acto de congruencia y dignidad, que es muy importante reconocer y respaldar, decidió no esperar más, y realizó la semana pasada una ceremonia en el Museo Nacional de Antropología, en la que los premios correspondientes a 2011, y todos los que estaban pendientes, fueron entregados.

Para entender la magnitud del desdén del licenciado Felipe Calderón, conviene detenerse en algunas características de este premio. Desde los orígenes de la AMC, el núcleo fundador decidió reconocer los logros de los investigadores jóvenes. Lo que distingue a esta presea de otras no sólo consiste en la edad, sino en que al encontrarse en los inicios de sus carreras científicas, la selección de los ganadores se basa exclusivamente en los méritos científicos, lo que excluye criterios que, aunque también son meritorios –como otro tipo de aportaciones o la personalidad de los candidatos–, en ocasiones influyen en las decisiones. Una comisión de premios, integrada por aproximadamente 40 científicos del más alto nivel, decide quiénes obtienen el galardón, y cada año se renueva la mitad de dicho grupo, lo que garantiza imparcialidad.

El Premio de la AMC es una apuesta por el futuro. Entre quienes han logrado este reconocimiento se encuentran científicos que luego se convierten en auténticos líderes que contribuyen al desarrollo de las instituciones académicas y del país. De acuerdo con datos publicados en el volumen conmemorativo de la Academia al cumplir sus primeros 50 años, en el que se hace el seguimiento de la trayectoria de 176 premiados, 37 obtuvieron luego el Premio Nacional de Ciencias y Artes y 7 otros reconocimientos internacionales; 17 ingresaron a El Colegio Nacional y 4 han sido admitidos como miembros de las más importantes organizaciones científicas en el mundo. Un número importante (62) ha alcanzado el rango de emérito, y 7 han ocupado el cargo de rector o director general en instituciones de educación superior. También 6 de los galardonados han ocupado el cargo de secretarios de Estado y 2 el de subsecretarios. Adicionalmente, uno se ha desempeñado como procurador general de la República y otro como ministro de la Suprema Corte de Justicia. Todos estos datos son hasta 2008.

La ausencia de Calderón Hinojosa en la ceremonia a la que he aludido ha provocado diversos comentarios, en los que se hacen notar las discrepancias en su actitud ante los logros de los mexicanos en diferentes actividades. Por ejemplo, cuando un deportista obtiene un triunfo o una medalla, hay prisa por felicitarlo, pensando tal vez que eso le acarreará las simpatías de los seguidores de esos atletas; mientras en el caso de los científicos sus hazañas poco le importan. Hay un dato curioso: en el caso del club de futbol Pumas, cada vez que este equipo gana un campeonato y sus integrantes acuden a Los Pinos a recibir la felicitación de Calderón, les va muy mal en el siguiente torneo, por lo que a nivel popular y, desde luego, en son de broma, se dice que por este hecho quedan “salados”.

Los acontecimientos descritos encierran dos noticias, una buena y una mala. Primero digo la mala: confirman el desprecio que tiene el gobierno del licenciado Felipe Calderón (y en general las administraciones panistas) hacia la ciencia mexicana y sus logros, lo que en este caso se acompaña, además, de un proyecto de presupuesto para 2012 en el que se mantiene a esta actividad, tan importante para el futuro de México, en la penuria, aunque todavía los diputados están a tiempo de corregir este desatino. La buena es que los jóvenes científicos galardonados no recibieron directamente los parabienes de Calderón, lo cual, de ser cierta la conseja popular, evitará que corran la misma suerte de algunos futbolistas.


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