La Crónica de Hoy
22 de agosto de 2012
María Valdés *
Opinión
A pesar de que a lo largo de la historia las mujeres hemos sido objeto de enormes desigualdades sociales, muchas han desempeñado un papel fundamental en la aportación al conocimiento. Este conocimiento ha sido amplio, tanto en las ciencias, en las humanidades, como en las artes.
Justo es rendir homenaje a aquellas mujeres valientes y emprendedoras que tuvieron que enfrentar las dificultades de la inequidad y que lograron hacer camino para las nuevas generaciones.
Un ejemplo claro de ello fue Matilde Montoya (1859-1939), quien para hacer su carrera y tener derecho a su examen profesional fue necesaria una orden del presidente Porfirio Díaz. Primera médica cirujana mexicana que se recibió como partera a los 16 años por lo que fue muy criticada. Su trabajo ayudó a construir, para las mujeres mexicanas, el camino hacia la medicina, la ciencia y el saber.
Otro ejemplo es Helia Bravo (1901-2001), primera bióloga mexicana, quien impulsó el estudio de las cactáceas en México. La doctora Bravo publicó más de 160 artículos y 3 libros sobre estas plantas tan importantes en los ecosistemas áridos mexicanos. Describió 57 especies nuevas y varios géneros. En su honor han sido denominados 2 géneros y 8 especies.
No menos ejemplar es Paris Pishmish (1911-1999), astrónoma, quien elaboró una teoría para explicar el origen y el desarrollo de la estructura espiral de las galaxias. La doctora Pishmish descubrió 3 cúmulos estelares abiertos que llevan su nombre. Descubrió, además, que las asociaciones estelares galácticas se alejan del centro de la galaxia.
Asimismo, un buen ejemplo de este tipo de mujeres lo es también Luz María del Castillo Fregoso (1926-1990), química, pionera de la biotecnología y de la zimología en México. Generó conocimiento fisicoquímico, con reconocimiento internacional, sobre el efecto de la constante dieléctrica y la fuerza iónica de las reacciones enzimáticas. Fue la primera mujer en recibir el premio de ciencias de la Academia Mexicana de Ciencias (antes Academia de la Investigación Científica); y, cuando se fundó el Sistema Nacional de Investigadores, entró directamente al nivel III.
En la actualidad, un buen número de mujeres científicas han destacado en diferentes áreas. Tenemos en México la fortuna de contar con muchas de ellas en las diferentes áreas de la ciencia: astrónomas, físicas, matemáticas, biólogas, filósofas, historiadoras, sociólogas, agrónomas, ingenieras, etcétera. Sería un gran error de mi parte omitir algunas científicas y de antemano me disculpo ante ellas. No obstante, debo mencionar algunos nombres. Así, la Academia Mexicana de Ciencias, AMC ya ha tenido su primera mujer presidenta, Rosaura Ruíz, actualmente directora de la Facultad de Ciencias de la Universidad Nacional Autónoma de México, UNAM. Y otra ha sido elegida recientemente como vicepresidenta de la AMC, Blanca Jiménez, investigadora de la Facultad de Ingeniería de la UNAM. Durante su gestión en la AMC, la doctora Ruiz consolidó los programas de apoyos a la investigación para científicas jóvenes con los Premios para Mujeres en la Ciencia L’Oréal-UNESCO-AMC y el de becas para Mujeres en las Humanidades y las Ciencias Sociales. Por su parte, la doctora Jiménez, además de haber sido distinguida con The Royal Order of the Polar Star —entregado por su Majestad Carl XVI Gustaf, Rey de Suecia— entre otros reconocimientos, recibió el Premio de Ecología y Medio Ambiente “Miguel Alemán Valdés” otorgado por la Fundación Miguel Alemán. Además, recibió el mayor galardón que otorga el gobierno de México, el Premio Nacional de Ciencias y Artes en el área de tecnología y diseño en 2009. Recientemente la Comisión del Agua de la UNESCO designó a la doctora Blanca Jiménez como su directora.
Es importante también mencionar a Esther Orozco, quien fue elegida en 2007 como directora fundadora del Instituto de Ciencia y Tecnología del Gobierno del Distrito Federal. Durante su gestión, este instituto incluyó la perspectiva de género al crear becas para mujeres. La doctora Orozco fue reconocida con el Premio L’Oréal UNESCO en 2006.
Igualmente, en 2009 la doctora Yoloxóchitl Bustamante fue elegida como la primera directora general del Instituto Politécnico Nacional IPN, 73 años después de su fundación, y desde ahí ha impulsado el desarrollo de un programa de equidad de género en esa institución. Previamente, fue Secretaria Académica del IPN y después Subsecretaria de Educación Media Superior de la Secretaría de Educación Pública. Además, entre otros reconocimientos a su obra, fue presidenta de la Asociación Farmacéutica Mexicana, A.C.
Además, hay mujeres científicas mexicanas que han ocupado y ocupan puestos importantes en diferentes instituciones internacionales. Es el caso de la doctora Ana María Cetto, en la Agencia Internacional de Energía Atómica, investigadora del Instituto de Física de la UNAM, exdirectora de la Facultad de Ciencias, e integrante y expresidenta de la organización internacional de las Conferencias Pugwash, parte del comité que recibió el premio Nobel de la Paz en 1995. La Organización de Mujeres en la Ciencia de Países en Desarrollo (OWSD antes TWOWS) eligió en 1991 para la región América Latina y el Caribe a la doctora Cetto; y en 1991 fue elegida otra destacada mexicana como su vicepresidenta, la doctora Mayra de la Torre. Mayra colabora con la dirección de Ciencia y Tecnología de la Organización de los Estados Americanos en la renovación del programa de Biotecnología/Bioseguridad para las Américas, ha recibido el Premio Nacional de Ciencias y Artes, el premio en Ciencias de la Ingeniería otorgado por la Academia de Ciencias del Tercer Mundo (TWAS), el Premio Manuel Noriega Morales de la OEA y el Premio CIBA GEIGY en Innovación Tecnológica en Ecología, entre otros.
Sin embargo, ¿cuál es la situación de las mujeres en las instituciones académicas mexicanas? En la actualidad – y conforme a datos del 2011- el Sistema Nacional de Investigadores SNI, cuenta con un total de 17,544 miembros. De los cuales 5,824 son mujeres, es decir 33.2%. De los 17,544 miembros del SIN, 1,510 hombres tienen el nivel III y solo 296 mujeres tienen ese mismo nivel.
En las Comisiones Dictaminadoras del mismo SNI, la distribución es como sigue: en el área de ciencias exactas 10 hombres y 4 mujeres; en biología y química 10 hombres y 3 mujeres; en medicina y ciencias de la salud 12 hombres y 2 mujeres; en humanidades 10 hombres y 4 mujeres; en ciencias sociales 9 hombres y 4 mujeres; en biotecnología y agronomía 11 hombres y 3 mujeres; y por último en el área de ingeniería 12 hombres y tan solo una mujer.
La Academia Mexicana de Ciencias (corte a marzo del 2011) cuenta en su membrecía con 2,272 científicos de los cuales, 529 son mujeres; es decir 23% en sus diferentes áreas. La distribución es la siguiente: en astronomía son 16 mujeres y 48 hombres; en física 35 mujeres y 374 hombres; en ingeniería 22 mujeres y 202 hombres; en matemáticas 9 mujeres y 115 hombres; en química 44 mujeres y 124 hombres; en el área de geociencias son 30 mujeres y 87 hombres; en agronomía se cuenta con 23 mujeres y 102 hombres; en medicina 56 mujeres y 265 hombres; en biología 115 mujeres y 166 hombres; en ciencias sociales 68 mujeres y 140 hombres; y en el área de las humanidades se cuenta con 111 mujeres y 120 hombres.
¿Cuál es la situación de las mujeres en la Academia Nacional de Ciencias (NAS) de los Estados Unidos de América? De acuerdo a la académica y científica notable Sharon Long, hay actualmente 2,000 miembros regulares (ciudadanos de EUA) y entre 300 a 350 son mujeres, lo que representa alrededor de 15-17%. Por lo que esta representación es menos buena que en la Academia Mexicana. La misma doctora Long comenta: un hecho interesante es que la NAS fue fundada en 1863 y durante 60 años nunca contó entre sus miembros con alguna mujer. Posteriormente, 6 mujeres fueron a la NAS, entre ellas Barbara McClintock quien fue la tercera al ingresar en 1942 y recibiera el Premio Nobel en Medicina y Fisiología en 1983.
El liderazgo internacional y el gran esfuerzo de muchas mexicanas han permitido un importante avance hacia la equidad de género en la ciencia. Pero, obviamente las mujeres todavía tenemos un largo camino que recorrer para romper las barreras que dificultan nuestro desempeño y nuestra participación en la toma de decisiones; ambas, indispensables para el desarrollo del país.
En México, la mujer debe jugar un papel central y decisivo. Su participación es imprescindible para alcanzar un desarrollo sostenible. Si queremos un mundo con equidad, hay que buscarlo, debemos ser incluyentes y autocríticas nosotras mismas y preguntarnos: ¿Qué estamos haciendo para buscar un mundo de equidad?
* Investigadora de la Escuela Nacional de Ciencias Biológicas, IPN
Integrante del Consejo Consultivo de Ciencias de la Presidencia de la República