México tiene el mayor patrimonio de órganos históricos de América; la mayoría, abandonados

La Crónica de Hoy
28 de mayo de 2012
Isaac Torres Cruz

Academia

Gustavo Delgado se prepara para tocar el órgano de la Catedral Metropolitana, quizá en 2009, cuando fue restaurado, o un año posterior. Mientras ejecuta piezas de José de Torres, se acumula un público heterogéneo: hay jóvenes y personas que no se hubieran detenido en los alrededores del recinto de no ser por la música.

Más que los vientos áureos salidos del gran instrumento, el músico espera contribuir a una tarea más ambiciosa, la de contribuir a recuperar un espacio para la gente e ir más allá de los dogmas y aire eclesiástico: hacer partícipe a varios más de la historia y patrimonio cultural del país. Todas las flautas se escuchan magníficas.

Al igual que Bach lo creía, y ponía en práctica, este músico piensa, siente y vive la música de forma estructural. No sólo toca las piezas en la partitura, las palpa con método y técnica; pero también estudia y publica el fruto de ese conocimiento. También hace investigación de campo y conoce la historia de un pequeño poblado oaxaqueño, y muchos más, y de su órgano.

Eso lo hace un excelente organista, pero también un organólogo y restaurador, un experto en toda la expresión de la palabra, cuyos méritos docentes y de investigación le dan franca membrecía a la Academia Mexicana de Ciencias.

Delgado Parra es profesor de la Escuela Nacional de Música y de la Escuela Superior de Música del INBA. En esta última aplica examen-recital un viernes por la tarde a varios estudiantes, la mayoría del interior de la república. Uno a uno pasan a la sala donde yace el maestro y un elegante órgano de maderas claras.

PLATAFORMA MULTIDISCIPLINARIA. Después de la jornada de exámenes se desarrolla esta charla con Crónica. Habla de su formación desde su niñez, su paso por diversas escuelas de música: la inconformidad e insuficiencia a sus inquietudes. A lo largo de la plática surgen los nombres de Toscanini, Beethoven, Bach, Bartók… y De Torres, a quién ha dedicado gran parte de su investigación e interés en la música antigua.

Narra por qué el órgano se convirtió en su vehículo hacia el pasado, y no sólo aquel que lo cautivó por sus características físicas y auditivas, ese que Mozart consideraba el rey de los instrumentos. Con el tiempo y la especialización dio cuenta de cómo estos enormes pianofortes eran un testimonio físico y musical de un patrimonio que conjuga arquitectura aural y de sonido.

“En México tenemos un patrimonio de órganos históricos muy importante, el mayor de América”, señala. Es por ello que dicho instrumento, a diferencia muchos de los empleados en la música clásica, dice mucho sobre nuestra historia y patrimonio, añade, por lo cual debe acelerarse el proceso donde se desmitifica y comienza a ser una pieza viva de nuestra sociedad y comunidades.

Sin embargo, con toda la valía multicultural que ha registrado parte de nuestra historia, muchos órganos están en el abandono, en total precariedad. En este sentido, enfatiza que México debería tener una catalogación para protegerlos.

Sin comprometer ninguna cifra, dice, en el país existen alrededor de mil 500 órganos históricos, construidos entre el siglo XVII y 1900 con la tradición Colonial. No obstante, “sólo el 5 por ciento de estos ha sido recuperado y restaurado. De los demás esperaríamos hacer estudios y, posteriormente, estrategias de conservación y restauración”.

NO SÓLO CANÓNICA. Al estar en diversas regiones del país, Puebla (que concentra el mayor número), Tlaxcala, Guanajuato, Michoacán y Oaxaca, principalmente, los órganos son un baluarte que Delgado Parra busca recuperar desde varios frentes.

Además de participar en la restauración de estas piezas, el organista honorario de la Catedral Metropolitana lleva a cabo un proyecto de formación y descentralización de estudiantes de provincia donde pueden impactar en los órganos de sus estados o comunidades y contribuir a que cada vez más gente se involucre en su conservación.

“El objetivo es que no los vean como ajenos, sino como elementos testimoniales de su propia gente. Pretendemos que sea esta quien tome responsabilidad en la recuperación de los instrumentos y en su reutilización; pero que también lo vean como una alternativa de vida en beneficio del patrimonio nacional”. Porque las piezas tienen mayor vida siendo tocados, que como piezas de museo.

—Es desmitificar y empezar a reivindicar el órgano entre la población.

—Tenemos que abordar y recuperar la música antigua y para ello hay que desmitificarla, porque si no caemos en esos moldes canónicos: “son instrumentos intocables, para iniciados”. Pero no, es para rescatarlos y regresar a la manera de hacer música del pasado hoy, y hacerlo de manera responsable. La plataforma que puede garantizarnos eso es el método científico, que nos da la claridad para recuperar esos valores, quitando paja de razonamientos canónicos.

—Entonces también es importante desmitificar que el órgano es un instrumento canónico, de iglesia.

—Nos hemos esforzado porque así sea. El mejor ejemplo es el Festival Internacional de Órgano Barroco, que este año cumple 20 años. Tiene varias sedes, con la Catedral Metropolitana como la principal. Por éste han pasado los mejores organistas del mundo, extranjeros y nacionales. En estas dos décadas han desfilado más de 100 organistas… Bien, pues en estas décadas hemos visto que los espacios donde se encuentran los instrumentos han sido recuperados con una visión distinta a la religiosa. Si bien el instrumento conecta de manera natural con la iglesia y la religión, motivo que en algunos momentos distanciara a parte de la población, a lo largo de estos 20 años comprobamos que la gente se acerca de manera masiva más allá de sus creencias.

En un concierto en Catedral, por ejemplo, vemos que la gente no alcanza lugar y se sienta en el suelo o donde pueden. Va gente que, nos lo han dicho, probablemente no se hubieran parado en el recinto por otro motivo que la música.

Este festival, acota el organista, se lleva a cabo cada mes de noviembre y cada año reúne a cerca de 10 mil espectadores en sus diferentes sedes. Relata algunos comentarios de los asistentes, sus muestras de gratitud. “Hay muchos jóvenes, que se dejan atrapar por el entorno artístico que les rodea, es un espacio que sentían que habían perdido, pero que han retomado gracias a la música”.

Éxito nada menor, puesto asegura que el órgano no sólo se requiere de nuestro interés y nuestro placer auditivo, sino de hacerlo una plataforma patrimonial desde la cual recuperemos identidad, sin distinciones.

Y todo esto es parte integral de cómo siente la música. “Para mí es tan importante hacer investigación de campo, escribir libros y estudiar manuscritos, como componer, hacer obras para órgano u orquesta —por los cuales ha obtenido diversas distinciones—.No puedo hacer música sino investigo las razones de para hacerla, como tampoco puedo hacer un proyecto de restauración sin entender sus cualidades intrínsecas musicales. La investigación le ha permitido entender la forma de aportar el conocimiento en la creación musical. Y algo más “trato de entender el fenómeno de la música evadiendo moldes canónicos, desde el aspecto humanístico y creativo”.

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