Maí­ces de alta calidad, contra la desnutrición en México

Cambio de Michoacán
31 de octubre de 2006
Raúl López Téllez

¿Cuál es la importancia del máiz en un paí­s como el nuestro, cuyas importaciones se incrementan cada año entre 5 y 6 millones de toneladas del grano, no obstante que su cultivo representa el 60 por ciento del total de granos producidos en México?

La importancia del maí­z radica en su valor alimenticio, pues su consumo proporciona en promedio 59 por ciento de la energí­a, es decir, 1363 kilocalorí­as, y 39 por ciento de la proteí­na, que son 29 gramos, de las necesidades diarias de un individuo adulto.

De acuerdo con el estudio «Variedades e hí­bridos de maí­z de calidad proteí­nica en México», de los investigadores Alejandro Espinoza Calderón, Noel Gómez Montiel, Mauro Sierra Mací­as, Esteban Betanzos Mendoza y Filiberto Caballero Hernández, pese a estas caracterí­sticas, «la proteí­na del grano de maí­z es deficiente en la proporción de lisina y triptófano,aminoácidos esenciales para el ser humano y para los animales».

El trabajo de los investigadores, publicado en Ciencia, revista de la Academia Mexicana de Ciencias, indica que el maí­z es el cultivo más importante en México; cada año se siembran 8.5 millones de hectáreas, «y su producción representa el 60 por ciento del total de granos producidos en México», por lo que se le considera como uno de los pilares en la alimentación de los mexicanos, con un consumo anual aparente de 209.8 kilogramos por persona», según estimaciones del año 2000.

En este sentido, lo que el paí­s requiere es abatir el grado de desnutrición que afecta a 31 millones de habitantes, «y en 18 millones de éstos la desnutrición es severa. La desnutrición es grave en 10 millones de indí­genas, así­ como en la población de escasos ingresos en las ciudades», por lo que abatir esta problemática tiene que ver con la calidad del grano de maí­z nacional.

Los investigadores consideran que, como alternativa a la escasa calidad y baja producción del maí­z, se trabaja en generar «maí­ces de calidad proteí­nica», trabajos que iniciaron desde 1996 en colaboración con el Instituto Nacional de Investigaciones Forestales y Agropecuarias (INIFAP), cuyo aprovechamiento en la alimentación humana serí­a del 90 por ciento, «mientras que con los maí­ces comunes sólo se aprovecha el 39 por ciento».

Sin embargo, como lo plantean los estudiosos, decidir y mantener una producción nacional con estas variedades, implica adoptar polí­ticas oficiales enfocadas a una alimentación nutritiva hacia sectores sociales como mujeres, niños y ancianos.

Hasta el momento, de aproximadamente nueve variedades de maí­ces de calidad proteí­nica, los autores del estudio consideran que aún falta ver los resultados, ya que «la formación y utilización de una nueva variedad de maí­z implica por lo menos 12 años de dedicación constante de personal capacitado», aunque algunas de estas variedades ya han obtenido premios internacionales, como las investigaciones con un maí­z mutante conocido como Opaco 2, cuyas primeras variedades «poseí­an granos con la misma cantidad total de proteí­na, pero con el doble de los aminoácidos esenciales», y donde su principal desventaja, «fue que el endospermo de la semilla era de textura harinosa, por lo que el peso del grano y el rendimiento que el agricultor obtendrí­a eran muy bajos, además de que los granos eran fácilmente atacados por las plagas».

Pese a los avances, indican los analistas, y «después de 39 años del descubrimiento del gen Opaco 2», el avance en los últimos años ha sido lento, una vez que las variedades desarrolladas representan poco interés para los productores al obtenerse mazorcas de bajo peso, lo que tiene un efecto en términos productivos, en el precio de tonelada por grano que demandan aquellos.

Queda la expectativa de poder lograr un avance más rápido en estos estudios, por lo que «se están incorporando las caracterí­sticas de calidad a maí­ces criollos, para contar con variedades criollas o mejoradas en la Mixteca Oaxaqueña, la Montaña de Guerrero, la Meseta Comiteca y los Valles Altos, así­ como en muchas otras regiones donde el maí­z se cultiva en condiciones de secano, que es la forma en que se siembra cerca del 80 por ciento del maí­z cosechado en nuestro paí­s».

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