La Crónica del Quindio
29 de noviembre de 2008
El analfabetismo ha sido asociado, tradicionalmente, con la incapacidad de saber leer y escribir, pero el avance de la ciencia y la tecnología dio a luz, en el siglo pasado, al analfabetismo científico.
tecnológico y visual. También ya se habla y se escribe del analfabetismo afectivo. En vista del papel que los analfabetismos científico y tecnológico juegan en el progreso de la sociedad, voy a desarrollar en esta entrega algunas ideas al respecto. El analfabetismo tecnológico. Se refiere a la incapacidad para utilizar las nuevas tecnologías tanto en el mundo laboral como en la vida diaria y no riñe con la educación académica. Es decir, cualquiera puede ser un “analfabeto tecnológico”, independiente-mente de su nivel de educación, su poder económico o su posición social. Una característica del analfabetismo tecnológico es su retroactividad, lo cual quiere decir que si alguien no lo es, puede serlo mañana. Puede permanecer en estado latente durante algunos años, sin generar problemas y, de repente, surgir cuando el avance tecnológico hace parte del entorno.
Este sería el caso sufrido por miles de directivos a la hora de afrontar una renovación tecnológica en sus empresas, o de los funcionarios oficiales y quienes nos dedicamos al campo educativo. Así que nos toma por sorpresa la necesidad de disponer de una serie de conocimientos que, en algunos casos, escapan a las posibilidades de muchos por motivos diversos. Las consecuencias Las consecuencias de este analfabetismo se reflejan, en lo individual, en las dificultades para encontrar un empleo, o posibilidades de perderlo. También impide desenvolvernos en la vida diaria.
En lo social, se puede convertir en un indicador de bienestar y riqueza y también en un elemento de enajenación. La sociedad contemporánea, como dice Erich Fromm en su libro “La condición humana actual”, es el consumidor eterno y lo matiza así: “se traga” “bebidas, alimentos, cigarrillos, conferencias, cuadros, libros, (aunque ya no tanto), películas; consume todo, engulle todo. El mundo no es mas que un enorme objeto para su apetito: una gran mamadera, una gran manzana, un pecho opulento. El hombre se ha convertido en lactante, eternamente expectante y eternamente frustrado”. Y cuando la tecnología se convierte en un medio, ocupando un lugar en la sociedad, entonces se insinúa en contenido económico, político y social que determina el tipo de sociedad que garantiza su “buen funcionamiento”. Por eso Fromm también dice: “Nuestra sociedad requiere hombres que cooperen dócilmente en grupos numerosos, que deseen consumir más y más, y cuyos gustos estén estandarizados y puedan ser fácilmente influidos y anticipados.
Necesita hombres que se sientan libres e independientes, que no estén sometidos a ninguna autoridad o principio o conciencia moral y que no obstante estén dispuestos a ser mandados, a hacer lo previsto, a encajar sin roces en la máquina social; hombres que puedan ser guiados sin fuerza, conducidos sin líderes, impulsados sin meta…”. La incapacidad de comprender Analfabetismo científico. Carl Sagan (1934-1996), astrofísico y divulgador científico norteamericano popularizó la expresión analfabetismo científico. Se refirió a ella como la incapacidad de comprender los mecanismos más sencillos de la ciencia, tanto los conceptos científicos como sus objetivos y los procedimientos de la ciencia. Las personas afectadas por este analfabetismo pueden tener una vasta cultura en otros campos y ni tan siquiera darse cuenta de las limitaciones que les puede crear su desconocimiento científico, ni de los errores en que pueden caer. Francisco J. Ayala, catedrático de ciencias biológicas de la universidad de California, afirma que “el analfabetismo científico supone un gran obstáculo ya que muchas personas no tienen conocimientos básicos sobre ciencias y tecnología para poder entender un mensaje publicitario, una promesa política, la incompetencia de la clase dirigente o la ineptitud de la clase gobernante”.
No sabremos nunca, como diría Carl Sagan, hasta qué punto la ignorancia contribuyó al declive de la antigua Atenas, pero las consecuencias del analfabetismo científico son mucho más peligrosas en nuestra época que en cualquier época anterior. Drama para los países del tercer mundo Marcelino Cereijido Mattioli, miembro de la Academia Mexicana de Ciencias, investigador del Centro de Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional, afirma que el analfabetismo científico es el principal drama en los países del tercer mundo, porque no sólo es uno de los factores que les impide desarrollar la ciencia, sino que incluso, en caso de tenerla, no saben qué hacer con ella. El investigador enfatiza que la ciencia ha provocado la división de la humanidad en dos grupos: “Por un lado, un 10% que se llama a sí mismo primer mundo, inventa, crea, decide, invade y castiga; por otro lado, está un 90%, denominado tercer mundo, donde la gente se transporta, comunica, cura y mata con computadoras, vehículos, armas y medicamentos que inventan y desarrollan los del primero”. Y como dice Sagan en su libro “El mundo y sus demonios’’, la humanidad está demasiado cerca de los productos de la ciencia, pero demasiado lejos de entender su trascendencia, peligros o beneficios de ésta. Por eso si a un pueblo le falta agua, comida, energía o vivienda, sus habitantes reclaman los derechos a satisfacer esas necesidades. Pero si carece de ciencia no sólo es incapaz de advertirlo o reclamarla, sino que tampoco se imagina lo que podrá hacer con ella. Aunque se habla tanto de la sociedad del conocimiento, el analfabetismo científico es aún predominante y se acepta sin vergüenza nuestra ignorancia. Brujos, adivinos, sanadores… Ignorancia que se manifiesta en la forma como la sociedad es permeada por adivinos, clarividentes, sanadores, brujos o brujas, supuestos genios creadores de pirámides que ganan dinero de forma deshonesta aprovechándose de la angustia y la inseguridad que provocan en las personas los problemas económicos. Y, por supuesto, esa “enfermedad” que se tiene de conseguir el dinero sin mucho esfuerzo y sin escrúpulos. La crisis de Estados unidos, en buena parte, tiene que ver con el analfabetismo científico de su pueblo que es del orden del 98%. Dato expresado por Carl Sagan en su texto “El mundo y sus demonios”. Por eso ha tenido como gobernantes a personajes como George Bush, fundamentalista cristiano quien, para horror de la comunidad científica, proclama la historia bíblica de la creación en forma literal y fustiga las bases del conocimiento científico sobre la evolución. Un elemento que contribuye al analfabetismo científico es la poca difusión que el periodismo en general dedica al tema de la ciencia, pero sí permite que temas tan banales como el horóscopo ocupen páginas enteras Por eso Albert Einstein, el científico más importante del siglo XX y uno de los grandes humanistas, en su libro “De mi vida y mi pensamiento”, expresó: “Finalmente los medios de comunicación – como los procedimientos de reproducción de la palabra impresa y la radio, que, unidos a las armas modernas, han hecho posible que los cuerpos y las almas se hallen bajo la servidumbre de una autoridad central constituyen una tercera fuente de peligro para la humanidad”. El analfabetismo científico no permite tomar decisiones en la vida cotidiana, interpretar las estadísticas desviadas y reconocer la falacia oculta detrás de falsos milagros o falsas ciencias y comprender el significado de los “falsos positivos”. Como dijo Carl Sagan, lo contrario al analfabetismo científico es una luz que ilumina la obscuridad, que es la ignorancia. El antídoto para el oscurantismo y superstición posmodernos es la difusión de la ciencia. En la segunda entrega les compartiré acerca del analfabetismo visual, matemático y afectivo.
(*) Doctor en física universidad Complutense de Madrid Profesor-investigador universidad del Quindío Presidente Fundación Semillero Científico.
diarse@telesat.com.co