«Los jóvenes protagonizan el cambio…»

El Telégrafo
31 de marzo de 2009
Galo Betancourt
gbetancourt@telegrafo.com.ec

Rossana Reguillo, miembro de la Academia Mexicana de Ciencias, sostiene que el cruce entre producciones de identidades y el mercado da lugar a “la última frontera”.

Rossana Reguillo viste de negro y botas. Aparece puntual en la residencia de la Universidad Andina, informal, con una pose lejana a la que pudiera tener una maestra de investigación del Departamento de Estudios Socioculturales del Instituto de Estudios Superiores de Occidente (ITESO) de Guadalajara, México.

Fuma un cigarrillo tras otro. Nunca habla de memoria. Analiza algunos procesos de las culturas juveniles latinoamericanas, que han sido motivo de su estudio por varias décadas. Hoy, inquieta por el nacimiento de grupos como los emo dice que presenciamos la llegada de lo que Reguillo denomina “la última frontera…”.

Reguillo fue una de las participantes en el Seminario Internacional América Latina en el siglo XXI: comunicación y poderes, organizado por la ALER (Asociación Latinoamericana de Educación Radiofónica) y la Universidad Andina Simón Bolívar.

Desde la construcción cultural y los modos de asociación ¿Por qué pensar que los jóvenes son el enemigo?
Los jóvenes en nuestras sociedades han sido transformados en una especie de enemigo interno en la medida en que sobre ellos se culpa del deterioro social. Por ejemplo, por su vinculación con la droga o los excesos. Los convierte en blancos muy fáciles por un lado para la sociedad en conjunto, y por otro, para los grandes medios de comunicación, que encuentran en él el chivo expiatorio.

Estoy pensando en Ecuador cuando las naciones de los Latin Kings prácticamente se tomaron Guayaquil y obligaron al alcalde a negociar en otros términos, un acuerdo de reconversión cultural. Mostraron que eran muchos y eso los vuelve amenazantes. Se los percibe como agentes de desestabilización potencial.

¿Los jóvenes pueden representar una amenaza política?

Pero no como portadores de un proyecto político de poder. Justamente por lo contrario. Se convirtieron en protagonistas de la escena pública latinoamericana, porque fueron pensados como un problema en la medida en que sus prácticas irruptivas y no convencionales ponían en evidencia lo caduco de un orden que no resiste más… Cuando salen a la escena pública demuestran el fracaso de las instituciones modernas. Ese sueño iluminista sustentado en la razón fracasó. Y aquí estamos nosotros para testimoniarlo…

¿Ese puede ser un factor para que casi toda Latinoamérica opte por otras opciones políticas?
Sin duda alguna los jóvenes han participado para bien y para mal en la transformación… Por un lado para empujar cierto tipo de proyectos, por otro lado para frenarlos. En otro para empujar en direcciones distintas… Ellos en sí mismos son una pregunta que desvela ¿qué estamos haciendo en términos de países?

Los jóvenes son protagonistas del cambio central en una u otra dirección. Fueron quienes llevaron al poder al presidente Fox, en México. Estaban empujando a una dirección y muchos de nosotros nos pusimos muy nerviosos.

Pero en un apoyo itinerante (como usted dice en sus textos) ya no con la devoción de los años sesenta a un partido político…
Efectivamente estamos en un momento histórico distinto, en la medida que tienes a un sujeto que practica una denegación altamente política de la política…

Los jóvenes aún en sus estrategias de repliegue, de luchas itinerantes, de comprometerse en causas más que en organizaciones, de ser alérgicos a cualquier cosa que suene a partido político, mantienen una actitud política frente al mundo.

Hay muchas voces que descalifican a los jóvenes y que los llaman apáticos y que los piensan como absolutamente hedonistas, llenos de hormonas y carentes de neuronas, etc. Cuando los jóvenes no votan están mostrando una posición política… Es importante atender estos signos del malestar…

¿Qué llevó en Latinoamérica a la aparición de grupos de jóvenes emo o pokemones?

Esa es una pregunta que me tardaría tres días en responder… Lo que estamos presenciando hoy es la última frontera. Y eso tiene que ver con el cruce entre producciones de identidades y mercado. Tanto los emos como los pokemones chilenos, que serían una especie de emos que consumen reggaeton… Son cuestiones sumamente complejas pero muy interesantes.

Cuando tú preguntas qué pasó… Muchas cosas. Aumentó la pobreza, la desesperanza, el desencanto político, aumentó el crecimiento de una clase política impresentable en la mayoría de los países. Pero lo más importante que pasó fue que el mercado entendió muy rápidamente que de lo que se trataba era de desregularizar las identidades. Mientras la escuela y las instituciones más convencionales lo que trataban era de regularizar, poner controles y candados a lo válido y lo no válido, a lo legítimo y lo ilegítimo… El mercado dijo no señores: ser joven es esto, y esto otro y hasta esto.

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