Los Grandes Días

El sol de México
2 de octubre de 2008
Manuel Mejido

Organización Editorial Mexicana

En los 60, los jóvenes tuvieron la fuerza
La UNAM en busca de un mejor futuro
Los universitarios son el sector más desempleado

Con el grito «We want the world and we want now» («Queremos el mundo y lo queremos ahora»), los jóvenes de 1968 en todo el mundo se organizaron para exigir su legítimo derecho de opinar sobre la calidad de la educación, el rumbo de la política y la economía de sus países. Fue quizá el momento histórico en el que la juventud tuvo mayor fuerza.

Las protestas nunca concluyeron de la mejor manera, sino con la intervención del Ejército para sofocar las marchas, huelgas y paros. En Europa se recuerda lo ocurrido en aquel «Mayo Francés», donde aproximadamente 10 millones de personas se declararon en huelga de hambre. En Londres, los manifestantes tomaron las instalaciones del London School of Economics, lo mismo ocurrió en Polonia, Alemania y la ex Checoslovaquia.

En América se vivieron las consecuencias de las protestas juveniles mundiales. Los estudiantes argentinos se inconformaron con el régimen del general Juan Carlos Oganía. En Estados Unidos repudiaron la guerra de Vietnam, mientras que en Cuba se realizó el Primer Congreso Cultural de La Habana, con la asistencia de intelectuales y líderes estudiantiles de todo el mundo.

Los jóvenes mexicanos adoptaron las posturas ideológicas provenientes del extranjero, como las surgidas en la Universidad de Berckley y el pensamiento del filósofo alemán Herbert Marcuse y su libro «El Hombre Uni-Dimensional», a quien entrevisté en esa época en la Universidad de California, en San Diego.

La tarde del miércoles 2 de octubre de 1968 dejó experiencias imborrables. La Universidad Nacional Autónoma de México consolidó su sentido humanista. El pueblo repudió la represión y el Gobierno se atemorizó por vez primera.

Pasadas cuatro décadas, el entonces secretario de Gobernación, Luis Echeverría Alvarez, es el único sobreviviente y permanece bajo arraigo domiciliario desde hace dos años, señalado como único responsable de los hechos ocurridos en Tlatelolco, lo cual es injusto y va contra la realidad histórica.

El resentimiento de un grupúsculo de seudointelectuales, analistas y periodistas acapara cada año los reflectores, las cámaras y los micrófonos. Pero, por cobardía, fueron incapaces de participar en el movimiento estudiantil de aquellos días, y ahora acusan al viejo régimen de agravios en su contra.

Aunque la UNAM se esfuerza por mantener un lugar entre las 100 mejores universidades a nivel mundial, el Gobierno de la República se empecina en reducirle anualmente el presupuesto. El objetivo es descapitalizarla para privatizar la enseñanza pública superior.

La máxima casa de estudios se sostiene gracias al apoyo de instituciones extranjeras, donaciones altruistas y la ayuda económica de la iniciativa privada, porque sus cuotas de inscripción son tan irrisorias que hasta la fecha se pagan 20 centavos semestrales.

De 1968 al 2008, el mundo cambió radicalmente, lo mismo que las oportunidades para los jóvenes. Según cifras de la Universidad Nacional Autónoma de México, en los niveles medio y superior en 1967 habían 86 mil 805 alumnos matriculados. Actualmente son más de 184 mil. Pero los programas de estudio establecidos en 1966 se actualizaron hasta el 2005.

Aunque el número de estudiantes aumentó en 40 años, las oportunidades de ocupar un lugar en el nivel superior se redujeron. Se estima que de cada 100 jóvenes, sólo 12 llegan a la universidad, y únicamente 3 ejercen su profesión. Esos son los nuevos problemas que enfrentan los universitarios, pero que prefieren ignorar quienes se autoproclamaron apoyadores o «líderes del 68».

A pesar de ser minoría, los jóvenes con estudios de preparatoria o universidad son el sector más afectado por el desempleo con el 36.19 por ciento del total de la Población Económica Activa en el paro, porque las empresas trasnacionales prefieren a quienes tienen un nivel bajo de estudios, y las micro, pequeñas y medianas empresas no pueden pagar a especialistas.

Convertida en el principal centro de investigación científica y tecnológica de América Latina, catedráticos e investigadores de la UNAM perciben un salario de 20 mil pesos mensuales en promedio, por lo que, de acuerdo con el presidente de la Academia Mexicana de Ciencia, Juan Pedro Laclette, de cada cinco mexicanos que estudian un posgrado en el extranjero, uno no regresa.

Se estima que al menos 40 mil científicos mexicanos que estudiaron en el país trabajan en instituciones públicas o privadas en el extranjero.

Existen un gran número de cifras que reflejan el desamparo en el que se encuentran los universitarios, que deben ser atendidas de manera inmediata. Hoy se escucharán soliloquios en contra del viejo gobierno, que ganarán los titulares de la prensa nacional, pero no resolverán ninguno de los problemas educativos.

Pocos recuerdan que para el 2010, la UNAM cumplirá 100 años de vida y aún menos se enteraron que el pasado lunes el rector José Narro Robles presentó su Plan de Desarrollo 2008-2011, con el cual se pretende mejorar la vinculación de los estudiantes y docentes con el mundo actual.

Mantener el liderazgo cultural, intelectual y científico en el mundo de habla hispana no es una tarea fácil, y es más complicado si no se cuenta con los recursos económicos suficientes. Debe evitarse que se repitan esos hechos tan lamentables, pero también es tiempo de replantear qué UNAM queremos en el futuro o seguir anclados en los agravios cometidos en su contra en décadas pasadas.

manuelmejido@elsoldemexico.com.mx

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