Los criterios del informe

La Jornada de Oriente
5 de octubre de 2006
Fermí­n Alejandro Garcí­a

Puebla.- El primer informe anual de labores del rector de la Universidad Autónoma de Puebla, Enrique Agí¼era Ibáñez, puso en evidencia un alejamiento y enfriamiento de su relación con el alcalde de la ciudad de Puebla, Enrique Doger Guerrero, al parecer, como parte del conflicto que existe entre el edil y el gobierno del estado; además, el jefe del gobierno universitario en su mensaje mostró una actitud complaciente con la SEP federal que resulta poco entendible.

Desde hace un año se empezó a rumorar que habí­a un alejamiento entre Doger y Agí¼era, sobre todo porque en la UAP quedaron excluidos de diversos cargos de la administración central funcionarios que fueron parte importante de los dos periodos en que Enrique Doger fue rector.

Las especulaciones sobre ese hecho señalaban que, como parte de la confrontación entre el ayuntamiento y el gobierno del estado, el rector de la UAP habrí­a tomado partido por el gobernador Mario Marí­n Torres; sin embargo, no habí­a ningún hecho que mostrara que era real ese distanciamiento.

Ayer, en el informe de Agí¼era hubo dos ausencias que ahora sí­ pondrí­an en evidencia que su relación con Doger no está pasando por su mejor momento; aunque se sigue sin saber cuáles serí­an las causas reales de ese supuesto divorcio.

La primera y más obvia fue la inasistencia del alcalde al acto de la UAP que se desarrolló en el auditorio Julio Glockner. La justificación es que el alcalde acudió a recibir un premio a la ciudad de México, pero se antoja poco creí­ble dicha justificación.

La segunda ausencia es que en ninguna parte del mensaje del rector se mencionó ni a Doger ni al ayuntamiento de Puebla.

Pareciera que el gobierno municipal no hubiera construido el distribuidor vial Hernando de Saavedra que pasa a un costado de Ciudad Universitaria y beneficia, principalmente, a maestros y alumnos que acuden a dicho campus. Y se omite los convenios de colaboración que existen entre la universidad y el gobierno de la ciudad de Puebla.

En cambio, en la parte de los agradecimientos, el rector hizo mención especial del gobernador Mario Marí­n Torres, de quien recordó que es egresado de la UAP, y otorgó recursos económicos adicionales a la universidad pública más importante del estado como parte de compromisos que van ¡más allá de las palabras!.

La semana pasada se firmó un convenio entre el ayuntamiento de la capital y la Universidad Autónoma de Puebla. Algunos testigos dicen que el trato entre Agí¼era y Doger fue frí­o. Ahora parece que entre ambos ya hay un glaciar que los distancia.

Serí­a muy lamentable que la UAP se involucrara en el conflicto entre los gobiernos municipal y estatal, ya que su función no es participar en ese tipo de confrontaciones; al contrario, la misión de una universidad es contribuir al desarrollo armónico y plural de la sociedad.

Los aplausos a la SEP
Otra parte relevante del discurso de Agí¼era fue su agradecimiento al titular de la SEP federal, Reyes Tamez Guerra, y al subsecretario de esa dependencia, Julio Rubio Oca, a quienes agradeció ¡su trabajo diario! para consolidar las instituciones de educación superior! y permitir la creación cientí­fica.

Esas aseveraciones del rector van en contra de los diagnósticos que miembros de la comunidad cientí­fica y académica han hecho del gobierno de Vicente Fox, ya que en los últimos seis años hubo cero crecimiento en ciencia y tecnologí­a; mientras que las universidades públicas pasaron a un plano secundario, en lo que parece ser un proceso silencioso de privatización o desmembramiento de las instituciones de educación superior que dependen de fondos públicos.

Desde hace dos años la Academia Mexicana de Ciencias habí­a denunciado que con Fox el presupuesto para la ciencia en México pasó de ser equivalente al 0.38 por ciento del Producto Interno Bruto al 0.35 por ciento, lo que ha empezado a generar graves consecuencias en el desarrollo de diversas actividades cientí­ficas.

La UAP no ha estado exenta de estos problemas y es ví­ctima de esa dinámica presupuestal del gobierno federal, que se traduce en que hasta ahora no están resueltos los problemas de la seguridad social de los trabajadores de la institución y la universidad está a la espera, por no decir en la incertidumbre, de que le lleguen unos 180 millones de pesos para enfrentar todos sus gastos de este año.

Ante este panorama, surgen las preguntas:

¿Para qué sirve ser autocomplaciente con la SEP federal cuando quedan menos de dos meses de la actual gestión gubernamental?

¿Por qué la UAP no se suma a la crí­tica en contra del gobierno que más ha maltratado a las universidades públicas?

¿No acaso es el momento de exigir que el próximo gobierno no repita las mismas polí­ticas erráticas que usó la administración federal saliente?

¿Cuáles van a ser las consecuencias para la UAP si en el gobierno federal, en especial en la SEP, sigue habiendo funcionarios que consideran a las universidades públicas como un lastre que se les debe reducir fondos públicos?

¿Qué va a pasar si el gobierno sigue sin tomar en cuenta a la ciencia y la tecnologí­a como palanca de desarrollo?

Estas preguntas están sin respuesta, y ayer los agradecimientos a la SEP federal en el informe de labores de la UAP, seguramente van a generar incertidumbre en las comunidades de académicos y cientí­ficos de la universidad más importante de la región sureste del paí­s.

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