La Crónica de Hoy
14 de mayo de 2012
Isaac Torres Cruz
Academia
Durante su formación en la Facultad de Ciencias de la UNAM, a finales de los sesenta, el modelo al que aspiraba Arturo Menchaca, y muchos físicos mexicanos, era Marcos Moshinsky. Era una motivación entender lo que decía el prominente científico mexicano, uno de los más reconocidos a nivel mundial.
Para entonces, el joven Menchaca iba a sus seminarios y tras oírlo hablar por horas, y no entender nada, poco a poco fue adentrándose a ese mundo moshinskyano. A base de mucho esfuerzo intelectual y “golpearse” logró entender, “era como si se hiciera la luz”.
Y es que para el actual presidente de la Academia Mexicana de Ciencias (AMC), en aquellos años le tocó una educación cuyo espíritu de ciencia pura y competitiva les advertía que iban a la facultad para ser “Einsteins”.
Dentro de esa lucha intelectual por comprender “uno quedaba marcado”, relata en entrevista, porque nadie era un físico que se respetara si la gente en la calle entendía lo que hacían. Incluso pasaba entre los mismos físicos, quienes se adentraban en temas inaccesibles que costaran un esfuerzo intelectual grande y donde entraban unos cuantos.
“Eso marcó una generación de físicos. Parecía un horror si entendían lo que hacíamos, lo que significaba que no hacías un trabajo serio”.
Sin embargo, la ciencia y sus investigaciones llevarían a este experto en física nuclear a hacer de esta actividad un imposible; muy por el contrario, la magnitud de su trabajo, y el irremediable cambio en la democratización gradual y divulgación del conocimiento, permitirían ese acercamiento con la población.
Hace más de una década, el científico inició su participación en la construcción de un detector de muones, partículas elementales que resultan de la interacción entre los rayos cósmicos de origen extrasolar y la atmósfera terrestre, para buscar cámaras ocultas en la Pirámide del Sol en Teotihuacán. Estos muones son los únicos capaces de atravesar toda la pirámide, aunque al hacerlo pierden energía. El aparato diseñado por Menchaca Rocha detecta estas partículas que escanean el edificio desde las alturas para obtener una “radiografía” de la pirámide. Un tema de investigación atractivo para la población que no podía mantenerse al margen.
Los tiempos de hacer inteligible el conocimiento han cambiado, señala el investigador, y “aunque a veces somos incapaces de comunicar, esa percepción ha pasado de ser un defecto a una virtud, ahora buscamos temas en los que nos entiendan”.
Así, ejemplifica la labor de astrónomos, aquellos que hacen ciencias aplicadas y de materiales, entre otros, donde poco a poco se va ganando terreno. Si bien recuerda que hay colegas que aún investigan temas poco atractivos a la población, crece la tendencia en buscar un reconocimiento más público, el de gente.
“Científicos como René Drucker hacen un gran esfuerzo por comunicar lo que hace. Yo por ejemplo, busco justificar ante los mexicanos mi trabajo en el CERN (donde participa con otros mexicanos en el Gran Colisionador de Hadrones), la Pirámide del Sol o en rayos cósmicos, platicarlo a la población y generar inquietud por saber”.
Actividad de difusión que ha mantenido durante décadas como miembro de la AMC, y uno de los principales objetivos de la institución, línea en “tendencia de acercarnos a la sociedad, que son quienes nos pagan, porque nos debemos a ellos”.
Antes, en un país antidemocrático en el que vivíamos, comenta, “el que nos pagaba era una sola persona, pero ahora es la opinión pública la que pesa, y necesitamos de la población para que se apoye a la ciencia con más recursos. Es un rol en el que antes no nos involucrábamos, donde juntos tenemos que presionar a nuestros gobernantes”.
REGRESO AL LABORATORIO. Arturo Menchaca Rocha se desempeñó como presidente de la AMC, cargo que cederá al astrónomo José Franco el próximo jueves, junto con el cambio del consejo directivo de la institución. En los últimos dos años el físico impulsó el documento El único camino hacia el desarrollo de México pasa por el conocimiento. Recomendaciones para el futuro Presidente de México, que contiene los aspectos fundamentales que el próximo gobierno federal no puede soslayar en materia de ciencia, tecnología e innovación para el desarrollo nacional.
También fue artífice de la reunión general de la AMC, Ciencia y Humanismo, que conjuntó a miembros de todas las especialidades de la institución para mostrar el pulso de la ciencia actual, sus avances, protagonistas y problemáticas. El más grande evento realizado por la institución en muchos años.
Después del acto del jueves, el científico dice que retomará las investigaciones de sus proyectos más importantes, que ha gestado en las últimas décadas además de atender los datos y resultados del proyecto de Teotihuacán, que terminó por encabezar. No le interesa hacer más política científica desde otros frentes, aclara, sino ver el fruto de sus máquinas, que estuvieron trabajando mientras él atendía la dirección del Instituto de Física de la UNAM y posteriormente la AMC.
Porque al frente de la Academia refería continuamente que ante todo era físico, uno instrumentista, quizá el más destacado del país, cuyas investigaciones le valió el Premio Nacional de Ciencias y Artes.
Menchaca Rocha es también artífice del principal instrumento de detección mexicano en el experimento ALICE del Gran Colisionador de Hadrones (LHC) en el CERN (Centro Europeo de Investigación Nuclear) y de la participación mexicana en uno que se encuentra más lejos: el Espectrómetro Magnético Alfa (AMS) de la Estación Espacial Internacional, que detecta rayos cósmicos y antimateria en órbita.
Hace tiempo ya cuando, dentro de su trayectoria atípica, se forjó un prestigio mundial por hacer “gotatrones” en Chile, idea “loca” donde realizó aceleradores de gotas para simular un modelo de dinámica nuclear llamado “gota rígida”… que bien vale relatar en otra historia.
Pero ahora se centra en los proyectos de Teotihuacán, LHC y AMS (proyectos largos y de vida), donde el laboratorio del científico se está convirtiendo en uno de análisis de datos y entendimiento de ellos y, dice, ya no tiene intenciones de hacer más instrumentación a menos que le “retuerzan el pescuezo”.
“A mi edad ya no es tan fácil, incluso se requiere fuerza física: manejar todas las semanas al cerro en climas infames, por ejemplo, ya no es para mí. Estoy ahora más concentrado en sacar jugo a lo que hice”.
Sus experimentos siguen activos y nunca antes publicó tantos resultados, todo gracias a sus equipos que hacen ciencia de primer nivel, un lujo quizá; aunque enfatiza que varios colegas, algunos con recelo por la ausencia, ya lo esperan en el CERN.
Al frente de la Academia se programó y tomó muy en serio el trabajo, nada de improvisaciones. Pero es momento de regresar a los laboratorios y buscar más momentos familiares, pasar mucho más tiempo con su nieto, recuerda.