El Economista
3 de octubre de 2013
Redacción / AMC
“El calentamiento global, que sin lugar a dudas se experimenta en la actualidad -y que tampoco queda duda de que es inducido por el hombre-, está provocando que los fenómenos meteorológicos sean más extremos, esto es, hacen que se presenten tormentas más intensas y repentinas, así como temperaturas más elevadas”, dijo Víctor Manuel Mendoza Castro, investigador del Centro de Ciencias de la Atmósfera de la UNAM.
En entrevista, el integrante del grupo de trabajo de modelos climáticos, uno de los primeros en México que fue fundado por el doctor Julián Adem Chahín, miembro de la Academia Mexicana de Ciencias (AMC), explicó que al calentarse la atmósfera —como consecuencia del cambio climático—, se propicia que ésta pueda contener mayor cantidad de vapor de agua sin condensarse (permanecer en forma gaseosa), haciendo que este vapor se convierta en un poderoso Gas de Efecto Invernadero. “Al haber más vapor de agua en la atmósfera, ésta se calienta más e induce a que haya más vapor de agua y, por lo tanto, más calentamiento, este proceso se conoce como retroalimentación positiva”, expresó el doctor Mendoza Castro.
Añadió que al tener la atmósfera más vapor de agua, lo que se produce es que las tormentas sean más severas, “no sé si sean más los eventos hidrometereológicos, porque es difícil determinarlo, lo que sí hay más es agua en la atmósfera y va a precipitar, y lo puede hacer de manera brusca y en grandes cantidades”.
Mendoza Castro comentó que el Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC) ha planteado escenarios dramáticos, que suponen altas emisiones de dióxido de carbono; por ejemplo, una proyección estima que si se sigue con la tendencia actual de emisión de Gases de Efecto Invernadero, que es de 280 partes por millón (ppm), para el 2100 se podría llegar hasta las 1,000 ppm.
El científico llamó a tomar medidas en ese sentido, porque de no hacerlo se podría llegar a temperaturas hasta de 5 grados centígrados por arriba de la actual temperatura promedio global del planeta, la cual es de 15 grados Celsius, esto quiere decir que de seguirse con la actual tendencia de emisión, la temperatura promedio del planeta en el 2100 podría llegar hasta los ?20 grados Celsius.
“Es muchísimo 5 grados Celsius. Considerando la enorme masa de océanos que hay, por ejemplo, la cuenca del Pacífico tiene una profundidad promedio de 4,000 metros, imaginemos calentar toda esa cantidad de agua. En los océanos, el calentamiento es considerablemente menor en relación con los continentes, porque tienen la capacidad de almacenar grandes cantidades de energía térmica, elevando un poco la temperatura de su capa superior, lo que no sucede con los continentes, en éstos el aumento de temperatura sería mucho mayor y lo es más hacia latitudes altas como los polos”, explicó.
Describió que un escenario de cambio climático para la República Mexicana para el 2100 sería de un aumento de 2° C en el polo sur, y de hasta 4° C en el polo norte. “Hay regiones en las que la temperatura aumentaría aún más. El registro de 5° C global promedio implica que podría haber zonas en donde la temperatura pudiera incrementarse mucho más, hasta 10 o 12 grados arriba de su valor actual”.
Explicó que es en este punto donde se inserta el tema de la variabilidad climática, pues hay otros fenómenos como el de la variabilidad interanual como el de El Niño (calentamiento del Pacífico ecuatorial), que ocurre con intervalos de tres a siete años y dura de uno a dos años; o La Niña (donde ocurre lo contrario, el enfriamiento); hasta llegar a los eventos meteorológicos de una escala corta, que duran unos días, como tormentas tropicales, huracanes y fenómenos estacionales como sequías.
En estos fenómenos meteorológicos —dijo Mendoza Castro— es más difícil discernir de qué manera está impactando el calentamiento global, pero sí se puede tener una idea; por ejemplo, este retroalimentador que es el agua, en su fase gaseosa, entre más caliente está la atmósfera puede contener mayor cantidad de agua por más tiempo antes de llegar a condensarse.
“El vapor de agua es el combustible principal, por así decirlo, es la energía de esta maquinaria que produce los huracanes; entonces, al haber más vapor de agua, hay más energía disponible, el problema es cómo la atmósfera va a disponer de ese exceso de energía, de vapor, ahí es donde la situación se vuelve más compleja”, destacó el investigador.
Comentó que de acuerdo con el IPCC, en algunas regiones tropicales la cantidad de precipitación anual seguirá igual, en promedio, con el paso del tiempo, pero la distribución de la lluvia, día con día, mes con mes, podría cambiar, tal y como ocurre ya con lluvias de corta duración, pero cuya cantidad iguala a una precipitación de todo un año, lo que propicia que haya tormentas severas como lo que sucedió con Manuel e Ingrid.
“Cuando caen precipitaciones fuertes también ocurren grandes escurrimientos, la tierra no tiene capacidad de absorber tanta agua en tan poco tiempo y esto causa desastres. El que ya no llueva de forma adecuada, es decir, de forma distribuida a través de la época de lluvias, causa problemas”.