Le pone ritmo al trabajo cientí­fico

El Universal
7 de agosto de 2007
Ricardo Cerón

A pesar de los momentos difí­ciles por los que ha tenido que pasar en los últimos años, Tessy López Goerne, investigadora en nanomedicina, se considera una mujer totalmente feliz, con un amor profundo por sus hijos, la ciencia y su paí­s.

—Nos ha contado lo que hace en sus momentos difí­ciles, pero ¿qué pasa en sus periodos alegres, qué le gusta?

—Me fascina bailar todo lo bailable, en las fiestas de los congresos, en alguna boda o en la casa, me pongo a bailar cada vez que puedo.

Otro de mis pasatiempos favoritos es tomar fotografí­as de todo lo que hago y veo. Mi abuelo me regaló una cámara de niña y desde entonces me encanta tomar fotografí­as.

Me fascina armar rompecabezas, de niña tení­a una mesa especial donde los armaba, desde unas cuantas piezas hasta miles, me divierten mucho. Sin embargo, ahora lo he cambiado un poco por las presentaciones en power point, me gusta hacerlas de diferentes colores y ser creativa.

—Me dice que baila en las fiestas de los congresos, ¿sus colegas son muy bailadores?

—Que va, mis colegas son como concretos, no les gusta bailar, en mi caso bailaba con mi ex esposo, él es también cientí­fico y le gusta mucho bailar.

—Entonces Tessy López es la excepción a la regla entre los cientí­ficos.

—Claro, los cientí­ficos son serios y formales, nunca van directo, suelen darle vuelta a las cosas, yo, por el contrario, soy bastante explí­cita. Me gusta divertirme horrores con los alumnos, salimos juntos a comer, a bailar, somos una familia. Además, no sé guardar secretos.

—¿Y eso le ha traí­do problemas?

—Claro, me ha causado algunos problemas con varios investigadores y no sólo eso, sino que mi forma de ser, un tanto coqueta, es decir, ser femenina, han causado algunas envidias.

—¿Cómo cuales?

—Después del divorcio cargué muchas envidias. Imagí­nese, con mi forma de ser alegre y con el currí­culum que tengo, me decí­an que me habí­a metido con éste y con aquel. Si yo hubiera hecho caso de todo lo que dicen, ya hubiera repasado toda la universidad (rí­e). Aunque claro yo les decí­a que sí­, que siempre estaba en la cama, pero nunca aclaré que por enfermedad.

—Entonces ser alegre en un ambiente tan serio como el de la comunidad cientí­fica trae problemas.

—Realmente trae problemas, pero no importa, porque cuando uno tiene la conciencia tan tranquila, me vale un sorbete lo que digan.

—Usted estudió su licenciatura y posgrado en México ¿Por qué no salió del paí­s?

—Efectivamente, hice la licenciatura en fí­sico-quí­mica, luego una maestrí­a en estado sólido, y un doctorado en ciencia materiales, siempre en la UAM Iztapalapa. Soy la persona más cerrada en dejar este paí­s.

Viajo mucho, casi una tercera parte de mi tiempo me la paso en el extranjero, porque tengo muchas colaboraciones, pero siempre me propuse ir al extranjero para trabajar de colega a colega, nunca a que me vieran la cara de esclava, ni a que no me pusieran atención. Acepto trabajar en proyectos donde tenga tanta responsabilidad como los demás.

—Esa forma de pensar, ¿cómo repercutió en su carrera?

—Me hizo esforzarme mucho como investigadora, pero a partir de eso obtuve algunos premios internacionales.

A mis 45 años he logrado producir 280 artí­culos internacionales y 4 mil citas independientes. Tengo cuatro libros publicados, dos de ellos en la colección La ciencia para todos.

—¿El no querer salir de México le ha cancelado algunas oportunidades?

—Hace dos años me ofrecieron la Cátedra Marie Curie en Francia, algo de mucho prestigio, donde además te pagan 9 mil euros mensuales, pero no la acepté.

Muchas personas no entendí­an por qué no la aceptaba, y no la acepté porque yo soy feliz aquí­ (en México), mi felicidad no vale 9 mil euros, soy una mujer que me gusta tener dinero, el cual me lo gano a pulso, pero el dinero sólo es un medio, no es lo más importante en mi vida, sobre todo cuando me desví­a de mis objetivos.

—¿Y cuáles son sus objetivos en su profesión?

—Quisiera ayudar a que México desarrolle algo para tratar a los pacientes de enfermedades como el cáncer y que ese conocimiento llegue a todo el público. Yo tengo un seguro de la UAM, otro del Sistema Nacional de Investigadores y uno más del ISSSTE; si sólo hubiera tenido el del ISSSTE, me hubiera muerto a los 26 años, no porque no haya tenido solución mi enfermedad, sino por falta de dinero. Me siento en deuda con la vida y con Dios, por eso voy a poner todo de mi parte para que si se pueden llegar a tratar enfermedades tan difí­ciles como el cáncer, tenga acceso toda la ciudadaní­a mexicana.

¿QUIí‰N ES?

-TESSY Lí“PEZ GOERNE estudió licenciatura, maestrí­a y doctorado en el Departamento de Quí­mica de la UAM-lztapalapa, en donde labora actualmente como profesora-investigadora

-A LO LARGO DE SU CARRERA ha obtenido diversos reconocimientos, entre ellos el Premio Weizmann, el de Ciencias y Artes y el UNESCO

-PERTENECE al Sistema Nacional de Investigadores nivel 111, donde también fue evaluadora por siete años

-ES MIEMBRO de la Academia Mexicana de Ciencias , presidenta de la Sociedad Internacional deCiencia y Tecnologí­a en Materiales, y ex presidenta de la Academia Mexicana de Quí­mica

-ACTUALMENTE se desempeña como asesora del rector general de la UAM y dirige el laboratorio de materiales en el Instituto Nacional de Neurologí­a y Neurocirugí­a

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