Latente riesgo de sismo en México: UNAM

El Sol de México
19 de septiembre de 2008
Arturo Gómez Salgado

Organización Editorial Mexicana

Ciudad de México.- Entre 1985 y este año, el Servicio Sismológico Nacional ha registrado más de 30 mil movimientos telúricos de baja y mediana intensidad y el riesgo de que ocurra uno de magnitud similar al de hace 23 años es «permanentemente posible», advirtieron académicos del Instituto de Geofísica de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

A 23 años de que un sismo de 8.1 grados en la escala de Ricther devastara gran parte de la Ciudad de México ocasionando la muerte de más de cinco mil personas -cifras oficiales-, los investigadores exponen que es elevada la probabilidad de que en cualquier momento se repita ese suceso debido a que el país se encuentra en una de las 17 placas tectónicas más activas del planeta.

El doctor en geofísica e investigador de tiempo completo del Instituto de Geofísica de la UNAM, Carlos Valdés González, apuntó que el nivel de sismicidad en México no ha variado en miles de años y continuará igual porque geográficamente estamos situados en una parte del Cinturón de Fuego que es una cadena de volcanes que corre de México a Sudamérica pasando por Japón y Nueva Zelanda.

Explicó que en el país se registran entre 900 y mil 100 movimientos telúricos cada año, la mayoría de ellos imperceptibles por su baja intensidad y sólo hay alarma cuando superan la escala de cuatro grados Ritcher -4 o 6 veces al año- en que hay movimiento de estructuras y edificaciones asentadas en lugares próximos al epicentro o en suelo fangoso o arcilloso como es el caso de las zonas centro y oriente de la Ciudad de México.

El investigador titular del Instituto de Geofísica de la UNAM, Takeshi Mikumo, señaló que la ocurrencia de un sismo superior a los 7.0 en la escala Richter se presenta cada seis u ocho años, pero su nivel de devastación no tiene que ver directamente con su fuerza o liberación de energía sino con su duración.

«En el caso del sismo del 19 de septiembre de 1985, su onda expansiva se conjugó con un tiempo de duración de 120 segundos lo que hizo ceder miles de estructuras».

Takeshi Mikumo explicó que previo al sismo de 1985 que hizo colapsar 757 edificios y derrumbó total o parcialmente siete mil viviendas, se presentaron eventos de similar intensidad pero de menor duración como fue el de 7.6 grados en 1979 con epicentro en las costas de Guerrero que no provocó daños mayores.

Posterior a 1985 se han registrado muchos movimientos telúricos de importante intensidad como el de Chiapas en 1993 y los de Jalisco y Colima en 1995 que rebasaron los 7 grados Richter, pero cuya duración menor a un minuto evitó consecuencias catastróficas.

Ambos investigadores precisaron que los temblores y su intensidad son impredecibles y no hay bases firmes para asegurar que uno similar al de 1985 puede ocurrir mañana o dentro de cinco, diez o 20 años. «Lo que está científicamente comprobado es que eventos telúricos mayores de siete grados se dan cíclicamente y no siempre con la misma duración y ante ello sólo queda estar preparados con medidas de protección civil que atemperen posibles daños».

Lo que es indudable es que de registrarse un nuevo sismo de magnitud y duración similar al de 1985, tendrá como epicentro las costas de Michoacán, Colima, Jalisco, Guerrero o Oaxaca que están en la franja de las placas tectónicas donde se localiza parte del denominado Cinturón de Fuego, una de las zonas más activas del planeta.

LA VULNERABILIDAD EN LA CIUDAD DE MEXICO

La Asociación Mexicana de Ciencias (AMC) advirtió que en caso de un evento sísmico similar a 1985 se registrarían graves daños en las zonas centro y oriente de la Ciudad de México debido a que las edificaciones están asentadas en un suelo pantanoso y arcilloso muy susceptible a las ondas sísmicas de origen costero.

El riesgo mayor se daría en la llamada zona lll que comprende el Centro Histórico donde se ubicaba el antiguo lecho del lago que ha sido totalmente drenado y cuyo suelo fangoso absorbe las vibraciones de sismos lejanos en una especie de «movimientos gelatinosos».

En sus estudios de impacto sísmico la AMC señaló que aunque después de los sismos de 1985 se reforzaron las normas de construcción, existen muchos inmuebles y viviendas que no han sido plenamente evaluados en sus estructuras que podrían sufrir severos daños en caso de un nuevo terremoto.

Persisten riesgos de derrumbe tanto en inmuebles del Centro Histórico como en los asentados en colonias Doctores, Roma, Morelos, Tepito, Juárez y parte del sur de la ciudad como Tlalpan y Chalco en el oriente donde el suelo es fangoso y arcilloso, precisó la AMC.

Y en efecto, informes de la delegación Cuauhtémoc señalaron que dentro de la demarcación se tienen 518 inmuebles de alto riesgo convertidos en asentamientos irregulares de personas de escasos recursos económicos que esperan ser beneficiarios de algún programa de vivienda.

Sin embargo, el problema no se circunscribe a esa demarcación, sino a buena parte de la ciudad donde 358 mil familias viven en hacinadas en vecindades, edificios derruidos, campamentos o asentamientos en laderas o barrancas. Estas familias representan el 18 por ciento del total del parque habitacional en la ciudad estimado en 2.1 millones.

Además, de acuerdo al Censo General de Población y Vivienda del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI), aproximadamente 572 mil familias (27 por ciento) viven en departamentos lo que suma más de cuatro millones de personas y el resto en viviendas particulares, en su mayoría construidas sin buena cimentación y con materiales inadecuados y, por tanto, altamente vulnerables a un movimiento sísmico.

El censo del INEGI revela que de las 16 delegaciones políticas en el Distrito Federal, las tres con mayor número de viviendas son Iztapalapa con 403 mil 922, Gustavo A. Madero con 295 mil 329 y Alvaro Obregón con 163 mil 481 donde prolifera la autoconstrucción y los asentamientos irregulares en barrancas, laderas y suelo de conservación.

La Comisión Económica para América Latina (CEPAL) expone que la Ciudad de México es uno de los mayores asentamientos humanos en el mundo y

su población se encuentra expuesta a diferentes riesgos tal como ocurrió en los sismos de 1985 en que hubo aproximadamente cinco mil personas fallecidas, 40 mil lesionadas, 150 mil damnificadas y pérdidas materiales por 41 mil millones de pesos.

Por eso, subrayó el organismo internacional, debe avanzarse en la protección civil que se «aplica a medias» porque se limita a simulacros en edificios públicos y escuelas donde por lo general sólo se cuenta con una salida y los inmuebles no han sido sometidos a una verdadera revisión estructural.

A ese respecto el director del Instituto de Ingeniería de la UNAM, doctor Sergio Manuel Alcocer Martínez de Castro, señaló que aunque se cuenta con nuevas normas y un Reglamento de Construcciones en el Distrito Federal que aplica desde febrero de 2004, no se tiene una supervisión adecuada sobre su cabal cumplimiento «que es una asignatura pendiente».

Explicó que el nuevo reglamento específica las cargas, mampostería y tipo de concreto y acero a utilizar en las edificaciones, pero no se tiene un esquema legal que obligue a construir con criterios de reforzamiento de estructuras o previsiones para un desalojo inmediato y seguro de los inmuebles.

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