La Crónica de Hoy
25 de enero de 2010
Brenda Téllez
El cuidado y protección de los niños por matrimonios de parejas homosexuales no representa un efecto negativo en su educación, ni en el desarrollo de su personalidad e integración social, consideró Rolando Díaz Loving, especialista de la Unidad de Investigaciones Psicosociales de la Facultad de Psicología de la UNAM, y miembro de la Academia Mexicana de Ciencias.
Negó que haya evidencias de que los niños con padres gays tengan más probabilidades de ser homosexuales.
Dijo que no hay estudios científicos que demuestren que los hijos (educados en familias de padres homosexuales) desarrollen la conducta sexual de los padres, recalcó.
Además, dijo que no existen evidencias de que los gays o lesbianas tengan más probabilidades de abusar sexualmente a los niños.
En entrevista con Crónica mencionó que lo que requieren los niños para su desarrollo adecuado son “las competencias para con otros y ser creativos”.
Señaló que el argumento de la Iglesia, de que un matrimonio homosexual no es “el ambiente adecuado para los menores”, es incorrecto, ya que lo importante es que las personas que los educan sean responsables, creativas, trabajadoras, amorosas, pacientes y que sepan establecer límites.
Indicó que no siempre la familia tradicional, compuesta por un padre y una madre (hombre-mujer) es el mejor lugar para el desarrollo de los niños, debido —por ejemplo— a la violencia intra familiar.
Díaz Loving, subrayó que no es el tipo de familia lo que importa sino la calidad de vida, “ya que luego han habido casos de padres (mujer- hombre) que no deberían de existir”, por ejemplo los casos de padres golpeadores.
Apuntó que en la actualidad existen diferentes modelos familiares: madres solteras o viudas, lesbianas con hijos vía inseminación artificial, y otras más.
Explicó que los hijos de padres homosexuales tienen la misma probabilidad de crecer sanos y sin mostrar evidencia de homosexualidad.
Defendió la regulación de este tipo de uniones y señaló que el verdadero problema no son los matrimonios gays, sino la sociedad en general.
“La sociedad es la que necesita terapias, ya que el problema no es del niño ni sus padres. El problema es de un grupo social que está tratando de imponer normas que le son adecuadas a su propio grupo”, afirmó.