La libertad de decir: una garantía del Estado laico

El Diario de Sonora
2 de diciembre de 2009
Enrique Davis Mazlum

En los últimos dos años se ha estado escribiendo y comentando mucho sobre el Bicentenario de la Independencia y el Centenario de la Revolución, pero poco se habla de los 150 años de las Leyes de Reforma expedidas por el Presidente Benito Juárez.

El 4 de diciembre del 2010 se cumplirán 150 años de que se estableció la libertad de culto, lo que podemos resumir con una frase: “Separación de Iglesia y Estado”. Esta visión del Presidente Juárez permitió durante años que se respetaran las creencias de cada persona y no tener un Estado que impusiera un culto religioso. México a partir de esa fecha es un Estado Laico.

Uno de los grandes problemas en el Siglo XXI es que el Estado Laico se ha visto vulnerado, dado que se han permitido que posturas de una determinada religión dicten iniciativas de ley, como ha sido en el tema de la penalización a las mujeres que deciden no continuar con el embarazo después de ser violadas, por malformación del producto o incluso cuando está en riesgo su vida.

Pero lo más importante antes de entrar a estos temas polémicos es entender qué es el Estado Laico y por qué lo debemos defender. Para explicar lo que es el Estado Laico utilizaré ejemplos de mi amigo el Lic. Manuel Jiménez Guzmán.

Jiménez Guzmán dice que “el laicismo no es anti religiosidad, al contrario, el laicismo es la salvaguarda, la garantía, para que todos podamos convivir sin ser perseguidos por las ideas que profesamos.” Ha habido argumentos que intentan ser justificativos al decir que la mayoría de los mexicanos son católicos, practicantes o no, y que por esta razón se deben imponer las ideas del catolicismo en las leyes de nuestro país. Es esta visión la que se queda corta, ya que debemos entender que un gobernante, un funcionario, un líder debe gobernar para todos y no sólo para las mayorías. Las creencias de los grupos indígenas, de los católicos, de los judíos, musulmanes, cristianos, agnósticos, sikhs, ateos, entre otras tantas creencias, tendrán puntos de vista donde convergen y otros en donde no comulgan, pero debemos ser tolerantes, respetar a cada uno de ellos. Es bajo este punto de vista donde se da la oportunidad para decidir qué hacer, no imponer, respetando las creencias y decisiones individuales.

El permitir que las personas tomen decisiones como puede ser el decidir quién los va a gobernar, a qué escuela enviar a sus hijos, si van o no a la iglesia, son conceptos inamovibles dentro de un Estado democrático. Cuando imponemos creencias a las personas y tenemos una religión que de forma directa o indirecta dicta reglas para que las siga un gobierno en turno, deja de ser una democracia: “la democracia es laica o no es democracia”.

De acuerdo a Jiménez Guzmán, “las claves del Estado Laico mexicano y democrático son la equidad de género, la igualdad entre hombres y mujeres, la lucha ambientalista para un desarrollo sustentable, la justicia social, en donde exista verdadero combate y extinción de la pobreza y la desigualdad, la lucha y defensa de los derechos humanos, la lucha por la diversidad, la pluralidad ya sea política, filosófica, religiosa, porque en este planeta del siglo XXI el Estado Laico es el Estado más moderno de los conocidos hasta ahora por la humanidad”.

Regresando al tema de que cada mujer pueda decidir sobre si interrumpe o no un embarazo y la legislación impuesta en más de 17 estados de prohibirle a la mujer tomar esta iniciativa e incluso sancionarla penalmente. Los representantes deben legislar para las mayorías, pero defender a las minorías, ya que deben gobernar para todos. De acuerdo con la Academia Mexicana de Ciencias (AMC) se advierte que las medidas referentes a no aprobar la despenalización del aborto antes de la semana 12 van en retroceso y nos alejan de la esencia de un Estado Laico, y nos acercan a un Estado autoritario.

En 1999, en el estado de Baja California, a Paulina, una niña de 13 años de edad, la violaron y le negaron la opción de abortar, no la dejaron decidir sobre su vida. Una niña de sólo 13 años fue obligada por ese estado a tener un hijo y no se le dio ningún apoyo económico, sólo consejos. ¿Quién pagó los pañales, quién se hizo responsable de los alimentos, quién se hizo responsable de la educación? ¡El Estado autoritario de Baja California NO se hizo responsable! Antes de tomar una postura me gustaría que se razonara sobre las siguientes preguntas: ¿si violan a tu hija o tu esposa, la obligas a tener a ese producto? ¿Si tu esposa o tu hija está entre la vida y la muerte y lo que la salvaría sería la interrupción del embarazo, la dejas morir? La decisión debe ser personal y no del Estado, por eso debe prevalecer el Estado Laico.

Parafraseando a Jiménez Guzmán: “el laicismo mantienen la posibilidad de que en este país y en este mundo podamos vivir con plenitud de libertad, de independencia, de soberanía. La ciencia vive de lo que descubre, no hay verdades absolutas, el Estado Laico obliga, motiva, explica la diferencia entre dogma y ciencia, entre avance y retroceso, entre fuerzas y corrientes progresistas como la nuestra, y fuerzas y corrientes conservadoras que se oponen al cambio y a la toma de decisiones de las generaciones del Tercer Milenio.”

El tener esta postura no es estar en contra de la religión, sino todo lo contrario, debemos respetar las creencias de los individuos, pero esto no se debe mezclar con las decisiones de gobierno. No retrocedamos como país, mejor enfoquémonos en los temas trascendentales como la situación económica, empleo, educación, competitividad, salud, cultura, investigación, entre otros tantos temas que deben ocuparnos. Los gobernantes deberían enfocarse en la asignación de mayores recursos económicos para programas preventivos de salud como pueden ser: métodos anticonceptivos, educación sobre el uso del condón, información y prevención de VIH/SIDA, la píldora del día después, entre otros. Y dejar las creencias y la vida personal de los gobernados fuera de su ámbito de influencia.


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