La ciencia regañona

Milenio Diario
1 de febrero de 2012
Martín Bonfil Olivera

La ciencia por gusto

Tendencias

Aunque esta columna se llama «la ciencia por gusto», frecuentemente me quejo o me dedico a criticar o hasta regañar.

Lo hago cuando abordo casos en que se abusa del prestigio de la ciencia para intentar engañar al público, haciendo pasar como científicos temas que en realidad son fraudes descarados, seudociencias, supersticiones…

Y es que la divulgación científica no se reduce a compartir con el publico los hallazgos, placeres y la visión del mundo que la ciencia nos ofrece. A veces hay también que jugar el desagradable papel de aguafiestas: decirle a la gente que algunas de las cosas que les han hecho creer no son más que tomaduras de pelo. En ocasiones simplemente porque engañar es una falta de respeto, pero en otros casos porque puede estar en juego su salud, su seguridad o su vida.

Y aunque tocar estos temas no siempre es agradable —especialmente para quien ha sido engañado—, vale la pena. Dos ejemplos:

Uno fue comentado recientemente en el periódico español El País: se trata del logro del movimiento escéptico —opositor embustes— de conseguir que varios cursos de disciplinas seudocientíficas que se estaban ofreciendo en universidades de España —como Girona o Granada, con temas como constelaciones familiares o radiestesia— fueran cancelados.

Lo mismo puede decirse sobre el fraudulento “detector molecular” GT200, usado por el ejército mexicano y varias fuerzas defensivas para tratar de detectar armas, explosivos y drogas, del cual ya he hablado aquí. Se trata de un burdo fraude, denunciado internacionalmente, que pone en peligro a sus usuarios y que incluso lleva a vulnerar los derechos de víctimas inocentes, pero en México ha costado trabajo que el tema sea mencionado por los medios masivos.

Pero se ha logrado: varios diarios, algunas estaciones de radio y recientemente la revista Proceso han tocado el tema. Y el Senado de la República y la Academia Mexicana de Ciencias han realizado acciones para demostrar su inutilidad. Con suerte, el gobierno terminará reconociendo su error y, ojalá, enmendándolo.

A veces es ingrato, pero la divulgación escéptica cumple una función importante… y a veces llega hasta a tener pequeños triunfos.

lacienciaporgusto.blogspot.com
Comentarios:
mbonfil@unam.mx

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