La ciencia en tu casa

Milenio Diario
3 de mayo de 2007
Horacio Salazar

A fines del pasado marzo, la Academia Mexicana de Ciencias fue anfitriona de una conferencia en la que se analizó la enseñanza de la ciencia en México. Huelga decir que abundaron los mensajes que resaltaron la urgencia de que la ciencia forme parte integral de lo aprendido en la escuela.

La propia AMC, cuyo portavoz fue su presidente, Juan Pedro Laclette, tiene años con su programa La ciencia en la escuela. En la junta, Mario Molina, premio Nobel de Quí­mica 1995, dijo una verdad del tamaño del mundo: no sólo los cientí­ficos deben saber de ciencia. Es preciso que todos los mexicanos sepan al menos lo fundamental, para que le tengan respeto al saber y no sólo al hacer.

Entre los numerosos participantes, Pablo Rudomí­n, del Cinvestav, dijo otra verdad tan grande como la de Molina: la responsabilidad de enseñar ciencia no es sólo de los cientí­ficos, sino de toda la sociedad.

Aplaudo estos esfuerzos porque me parecen casi apostólicos en una era de escepticismo y dejadez como la que vivimos. Mis respetos.

Y aprovechando el vuelo (para no decir que trepándome sobre su esfuerzo), llevaré un poco más lejos la idea central que asocia la ciencia a la educación formal.

Todos los mexicanos debemos saber los rudimentos de la ciencia, al menos al nivel de los procesos de razonamiento, el método cientí­fico y esas cosas. Y todos los mexicanos debemos hacernos responsables de que eso se logre.

¿Cómo lo haremos? Metiendo más ciencia en la escuela, como se propuso en la reunión de la AMC, sí­, pero también de otro modo: metiendo la ciencia en la casa.

Para desgracia de nuestro aporreado paí­s, no todos nuestros niños tienen el privilegio de ir a la escuela. Peor, muchos de los que sí­ pueden ir se encuentran con un ambiente que de plano no les ayuda a pescar nada de ciencia, ni con carnada viva, porque los maestros no dan el kilo.

Si sumamos dos más dos, podemos ver que si no todos los niños van a la escuela, hay una proporción mayor que tiene casa (aunque tampoco es el 100 por ciento, para vergí¼enza nuestra). Entonces vale la pena que imaginemos medios para llevar los rudimentos de la ciencia al hogar.

No es necesario crear comités y entidades elefantásticas. Basta con mejorar el paí­s para que en cada casa haya un televisor. Y luego que en cada televisor deba verse algún canal como Discovery. í‰se serí­a un buen primer paso. ¿O no?

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