La capital acapara masa de cientí­ficos

El Universal
22 de febrero de 2006
Milenio

Si en un gran mapa de México se pusiera un alfiler por cada cientí­fico en activo, y una
banderita por cada proyecto de investigación, no habrí­a espacio suficiente en la zona de la Ciudad de México para poner tanto alfiler y tanta bandera. Así­ de concentrada está la ciencia mexicana, que se hace mayormente en la capital del paí­s.

René Drucker Colí­n, coordinador de Investigación Cientí­fica de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), dijo que este problema debe encararse con polí­ticas que permitan un desarrollo menos desigual en lo geográfico.

La concentración abruma. En el Distrito Federal se ubican la UNAM, la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), el Instituto Politécnico Nacional (IPN) y el Centro de Investigación y Estudios Avanzados del propio IPN.

¡Tan sólo en la UNAM se desarrolla el 50 por ciento de la investigación de todo el paí­s, de lo cual estamos muy orgullosos!, dijo el también ex presidente de la Academia Mexicana de Ciencia. Pero agregó que tal concentración, muy buena para quienes residen en la capital, ¡es algo terrible para el paí­s!.

Drucker Colí­n habló durante la jornada inicial del ¡Taller para una agenda polí­tica en ciencia, humanidades y tecnologí­a para el desarrollo integral y competitividad!, que se realiza en Cuernavaca.

La concentración tiene cifras. De los cientí­ficos con doctorado, están en el Distrito Federal: 40.6% de ciencias fí­sicas; 42.3% de ciencias biológicas; 33.6% de agrociencias; 49.9% de ciencias de la tierra; 55.1% de matemáticas; 51.7% de ciencias quí­micas; y un radical 66.1% de los doctores en medicina y ciencias de la salud.

Un reflejo de esta concentración es el modo en que se distribuye la producción cientí­fica en el paí­s. Más de 46 por ciento de los artí­culos publicados en revistas arbitradas se genera en el Distrito Federal, y en algunos disciplinas la cifra se eleva hasta 75.8 por ciento.

Las ciencias más marginadas

Mari Carmen Serra Puche, coordinadora de Humanidades de la UNAM, expuso la situación de los cientí­ficos sociales. Un tercio de los integrantes del Sistema Nacional de Investigadores y 37.4% de los programas de doctorado corresponden a ciencias sociales y humanidades, pero el apoyo financiero que reciben es más reducido.

Puso ejemplos: de los proyectos de investigación que apoya el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnologí­a, 27% son para fí­sico-matemáticas y otro 20% para quí­mico-biológicas. ¿Y para humanidades? Un magro 11 por ciento. ¡Es casi ridí­culo!, consideró Serra Puche.

Dijo también que los cientí­ficos de estas áreas permanecen encerrados en las fronteras nacionales: apenas un 4% participa en proyectos con otras naciones. Pero esta deficiencia no se debe a que los cientí­ficos no hagan propuestas; es más bien que no se les apoya.

¡La polí­tica pública deja mucho que desear y los esfuerzos en la materia han sido escasos y con una polí­tica errática!, aseveró.

En su participación, el presidente de la AMC, Octavio Paredes López, dijo que la situación actual es preocupante y por eso se requieren reuniones de consulta para contribuir al diseño de una mejor polí­tica cientí­fica para México.

El taller es organizado por la AMC, la Coordinación de la Investigación Cientí­fica y la Coordinación de Humanidades de la UNAM, y en él participan cientí­ficos de ocho paí­ses, como Argentina, Brasil, España, Estados Unidos e India.

Redacción, Monterrey

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