Reforma
15 de diciembre de 2005
Por Sergio Sarmiento
«Los fantasmas dan más miedo de lejos que de cerca».
Nicolás Maquiavelo
Un científico mexicano está encabezando a un equipo de especialistas que ha obtenido un gran logro que podría llevar a una mejora significativa de la situación económica y la alimentación de millones de personas en el planeta. Se trata de Roberto Gaxiola, quien ha desarrollado tomates con raíces más largas y profundas de lo normal, los cuales pueden sobrevivir en condiciones de sequía y de alta salinidad como las que con frecuencia se registran en el norte de México y en muchos otros lugares del mundo.
En otras circunstancias, quizá muchos más mexicanos nos habríamos enterado de los logros de Roberto Gaxiola y los habríamos aplaudido. No es común, después de todo, que un mexicano tenga un éxito tan importante en un campo tan especializado como la biotecnología. El problema es que en nuestro país, como en otros del mundo, hay un prejuicio en contra de los trabajos de modificación genética que ha sido fomentado por grupos organizados. Esta actividad ha llegado a ser considerada como un pecado capital contra el ambiente. La actitud es en buena medida producto de ignorancia. Pero la experiencia nos dice que las mentiras, a fuerza de repetirse, terminan por convertirse en verdades.
La guerra de propaganda ha sido intensa. Hemos visto campañas de medios que buscan presentar a los transgénicos como productos preparados por científicos locos -caricaturas del doctor Frankenstein- que lo único que quieren es volvernos a todos fenómenos mutantes. En estas circunstancias, no sorprende que pocos medios de comunicación en nuestro país estén reconociendo el trabajo de este investigador mexicano que ha logrado desarrollar plantas que tienen una mayor resistencia a la sequía.
Roberto Gaxiola nació el 20 de octubre de 1957 en la Ciudad de México. Obtuvo una licenciatura en ingeniería bioquímica en el campus de Guaymas, Sonora, del Tec de Monterrey. Su maestría procede del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional. Cuenta con un doctorado de la Universidad Ruprecht-Karls de Heidelberg, Alemania. Realizó estudios de postgrado en la Universidad de Valencia, España. En su vida profesional ha sido investigador del Instituto de Biotecnología de la Universidad Nacional y del Instituto Whitehead de Investigación Biomédica del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT). Desde el 2000 es profesor de la Universidad de Connecticut.
La modificación genética no es, por supuesto, esa ciencia oculta y malévola que nos describen las organizaciones fundamentalistas de la ecología. Lo que han hecho el doctor Gaxiola y su equipo es favorecer el desarrollo de ciertas características del tomate al aumentar la expresión natural de un gen llamado AVP1. En otras palabras, y en palabras del propio doctor Gaxiola, lo único que se ha hecho es potenciar unos caracteres propios de la planta. Esto ha permitido que los tomates de estos experimentos tengan raíces de mayores dimensiones que las normales con una consiguiente mejora en la eficiencia de absorción de agua. Es muy sencillo: no hay ninguna ciencia perversa o satánica detrás del esfuerzo.
Los resultados de las investigaciones encabezadas por el doctor Gaxiola pueden llevar al cultivo de tomates en lugares que hoy, por su sequedad o salinidad, no pueden sostener estas hortalizas. La técnica, por otra parte, puede aplicarse también a otros tipos de plantas. En la actualidad se están haciendo experimentos con algunas variedades de arroz. La expansión de la frontera agrícola por el surgimiento de estas especies puede ayudar de manera muy importante a aumentar la producción, especialmente en países como México que por el calentamiento de la tierra y la extensión de las sequías están perdiendo tierra apta para la agricultura.
Estos tomates genéticamente modificados tienen virtudes ambientales muy importantes que son por completo independientes de los beneficios económicos que claramente tienen. Al bajar la necesidad de agua, por ejemplo, se reduce la salinización de las tierras que es un producto directo del riego. Las plantas que cuentan con mayores raíces obtienen, por otra parte, una mayor cantidad de nutrientes del suelo de manera natural, por lo que necesitan menores cantidades de fertilizante. Requieren también de montos inferiores de plaguicidas, con lo cual se reduce la contaminación del suelo.
La verdad es que una de las mayores ventajas del desarrollo de especies transgénicas es disminuir la contaminación ambiental. Lo curioso del caso es que son organizaciones que obtienen su dinero del público porque supuestamente defienden la ecología las que con mayor ahínco se oponen al desarrollo de especies transgénicas.
Desulfuración
También en México la biotecnología está ofreciendo avances importantes para beneficio de todos. Ayer la Academia Mexicana de Ciencias difundió información sobre un proceso de desulfuración biocatalítica del petróleo que permitirá reducir los altos niveles de azufre de los combustibles que se utilizan en nuestro país. Rafael Vázquez Duhalt del Instituto de Biotecnología de la UNAM encabezó el equipo de investigación que desarrolló el proceso que permitirá -si se aplica y no se queda nada más en los archivos de investigación- que nuestros hijos no sufran las consecuencias de la lluvia ácida.
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