La Prensa
24 de mayo de 2012
La Prensa / Organización Editorial Mexicana
Ecologia
Ciudad de México.- Resulta absurdo, dice el historiador Carlos Martínez Assad, que siendo Tabasco el sexto o séptimo poseedor en América Latina de grandes cantidades de agua, no logre aprovecharse esa condición. Por el contrario, esta cualidad se observa como una tragedia y no como una posibilidad para ayudar a otros estados del país en el aprovisionamiento del recurso.
«Si podemos tener acueductos para transportar el petróleo, ¿por qué no llevar agua de Tabasco a otros sitios?», se pregunta el investigador, quien de esa manera reflexiona tras concluir la edición del libro de próxima presentación «Tabasco más agua que tierra», trabajo que coordinó y el cual contó con la participación de nueve autores más.
El integrante de la Academia Mexicana de Ciencias añade que el planteamiento del libro es ver desde la época prehispánica hasta nuestros días la problemática social y cultural y la permanente presencia del agua en el territorio tabasqueño, «a veces agradeciendo esas abundantes lluvias y en otros momentos sintiendo pánico».
Martínez Assad explica que a través de varios capítulos del libro en los que participaron en cuyos títulos intervinieron destacados especialistas, se hace un recorrido por diferentes épocas de la historia y vida de Tabasco, hasta llegar al desafío actual: ¿Qué hacer con uno de los lugares más ricos de México, en un país muy contrastante?, ¿porqué mientras en el norte hay sequía, en Tabasco hay inundaciones? Tiene que llegar el desarrollo tecnológico y el momento de poder conciliar todo esto, y se podría incluso trasladar agua del sur al norte de México».
El libro, de 342 páginas, indica el investigador del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM, contiene nueve capítulos en los que se presentan trabajos de historiadores conocedores de la región que abordan asuntos jurídicos, antropológicos, tecnológicos, económicos y culturales que tratan de cubrir un amplio espectro de la vida y la problemática tabasqueña y la presencia del agua.
Para el sociólogo e historiador, Tabasco abordado desde la perspectiva del libro, resulta de enorme interés, primero por poseer una historia singular y diferente a otras entidades, y también por tener una existencia que, aunque parezca una exageración, está muy bien vinculada al medio geográfico.
La razón, según explica Carlos Martínez, es porque Tabasco desde la época prehispánica es un territorio con mucha humedad, con exceso de agua, de tal forma que en la actualidad se considera que aproximadamente el 50 por ciento de su superficie es agua; por el estado pasan los dos ríos más caudalosos del país el Usumacinta y Grijalva, y tiene la precipitación pluvial más alta entre todos los estados. «El recurso acuífero ha sido fundamental a lo largo de su historia».
Recuerda que en la entidad -que posee una tercera parte del agua dulce del país y es la más poblada del sureste-, siempre ha habido inundaciones -un poco como ocurría con el delta del Nilo en Egipto-, que al derramarse el líquido permitía preparar las tierras para la siembra.
«Los ríos tenían espacio para desbordarse y ahora todas las viviendas están en la riberas, y al haber desbordamientos se lleva casas y gente. Este panorama se conformó en los años 70, cuando hubo una época de desarrollo tras el descubrimiento de enormes yacimientos petrolíferos en la zona provocando un vuelco drástico en la sociedad tabasqueña», describe.
Este boom petrolero hizo que arribaran numerosos inmigrantes, gente que se desplazó de otros estados creando una gran población nueva en Tabasco, duplicándola incluso en varios municipios y generando una gran especulación y ampliación urbana; a los urbanizadores no les importó que tan alto o bajo construían las viviendas y comenzó una época de enormes estragos debido a las inundaciones.
«La inundación de 2007 fue brutal, y volvió a pasar en 2008 y 2009 y esto ha sido continuo en los últimos tiempos, aunado a un proceso económico en el que México se insertó en un proceso de globalización en que se dieron concesiones a compañías extranjeras para producir electricidad con las presas construidas por México.
Esta presencia de grupos extranjeros que se establecieron para hacer ganancia, señala Martínez Assad, ha provocado el mantenimiento de las presas con muy alto nivel del agua para que produzcan más electricidad, y cuando llueve, las que ya están llenas son rebasadas por cualquier lluvia y tiene que haber desfogues por lo que las inundaciones se incrementan.
«Es una situación complicada para el estado por todas estas condiciones, que son climatológicas, pero lo son también humanas. El hombre es el que ha propiciado este escenario», sentencia.
Por último, Carlos Martínez Assad indica que una las propuestas que ha venido haciendo en historia y ciencias sociales, es hacer converger lo documental con las imágenes.