Grandes inventos en instituciones pequeñas

El Mañana
28 nde mayo de 2011
Por Antimio Cruz / Emeequis / El Mañana

En los últimos 15 años la balanza de pagos de la tecnología se desequilibró gravemente: México compra 27 veces más de lo que vende. No obstante, la innovación en el país no ha cesado, por el contrario, una nueva liga de universidades, institutos y centros de investigación sorprende a diario con inventos y soluciones tecnológicas que demandaban sus vecinos o empresas y autoridades que los apoyan. Envases fabricados con desechos de camarón, un camión mexicano para servicios a aeropuertos, procesos para criar peces de agua dulce en agua salada, técnicas para retrasar la descomposición de la fruta de exportación, es parte de los inventos que han surgido en laboratorios científicos públicos de Ensenada, San Luis Potosí, León, Hermosillo y Huajuapan de León.

La ciencia mexicana ha generado una pequeña pero imparable inercia en los estados de la República: contra viento y marea, un conjunto de universidades estatales, institutos y centros públicos de investigación distribuidos en todo el país concluyen a diario exitosamente proyectos que resultan en inventos o en nuevas soluciones tecnológicas para problemas regionales.

Aunque existen investigaciones con alta visibilidad en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) o el Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (Cinvestav) del Politécnico Nacional, existe otra liga de instituciones públicas que ha generado soluciones tecnológicas que pueden aportar beneficios mucho más allá de la entidad donde fueron creadas; es el caso de un proceso para deshidratar chile habanero más rápido y sin perder sustancias de valor para la industria electrónica; un camión para servicio de aeropuertos; envases antimicrobianos y antibacterianos fabricados con desechos de camarón, y procesos para retrasar la descomposición de fruta de exportación.

La Universidad Tecnológica de la Mixteca, la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, el Instituto Tecnológico de Sonora, el Centro de Investigación Científica y Estudios Superiores de Ensenada y la Univeridad Autónoma de Querétaro son ejemplos de planteles educativos jóvenes o con recursos públicos limitados que tratan de volver a disminuir las desventajas en la balanza de pagos de tecnología en México.

El país compra 27 veces más de lo que vende en productos generados con nuevo conocimiento, según el diagnóstico que presentó en agosto de 2010 el presidente de la Academia Mexicana de Ciencias, Arturo Menchaca, con cifras del Banco de México y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).

Entre lo que importamos hay vacunas, medicinas, equipos electrónicos, tecnología automotriz, programas de cómputo y otros bienes que fueron inventados en otros países y que no tienen equivalente en México.

Cada año el país paga cerca de 2 mil millones de dólares por patentes, regalías y asesorías técnicas, mientras que sólo vende tecnología por un monto de 69 millones de dólares, de acuerdo con datos de la OCDE.

“La balanza tecnológica suma todo lo que pagamos nosotros por regalías más todo lo que pagamos por asesorías, que son todos los contratos de servicios cuando se compra una súper computadora, un microscopio electrónico o un escáner.

Todo se lo venden con un paquete de servicio porque si no lo compra y se le descompone un equipo, se queda inutilizado.

En la balanza tecnológica se cuenta lo que estamos pagando en material y en otro tipo de servicios, que son conocimiento inmaterial”, indica Menchaca, físico nuclear que ha solucionado problemas relacionados con la estructura de las pirámides de Teotihuacán y con el diseño de la Estación Espacial Internacional.

Chile para yates y computadoras

El chile habanero (capsicum chinense) es un condimento sumamente cotizado por la industria de alimentos de México, Europa y Estados Unidos, pero pocos saben que este vegetal originario del sureste mexicano también posee un gran valor en el extranjero debido a que contiene sustancias que se usan en el recubrimiento de cables electrónicos y las pinturas anticorrosivas.

Debido a esta demanda creciente de chile habanero deshidratado para la industria química, científicos de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí desarrollaron un nuevo proceso industrial que permite reducir a la mitad el tiempo de secado, lo cual facilita la exportación.

El chile habanero cuenta con una denominación de origen, lo que significa que sólo pueden ser vendidos con ese nombre los habaneros cultivados en la península de Yucatán.

Se distingue de otras variedades debido a que es uno de los más picantes por su alto contenido de la molécula capsaicinoide, así como de oleorresinas y de una cantidad elevada de antioxidantes como la vitamina C y los carotenoides.

Para su exportación se vende el chile completo y deshidratado.

El ingeniero en alimentos José Salvador Tercero Lucio Juárez descubrió que si se sumerge en agua destilada a los chiles habaneros y se les expone, durante una hora, a ondas de ultrasonido de baja frecuencia, a 20 kilohertz, los poros del producto se abren y ello permite que se reduzca a la mitad el tiempo de secado y deshidratado en hornos en los que corre viento seco a 60 grados de temperatura.

Este desarrollo ganó la categoría estudiantil de la edición 35 del Premio en Ciencia y Tecnología de Alimentos (PNCTA), organizado por Coca Cola.

“Nuestra aportación está en haber desarrollado un sistema de pretratamiento del habanero, antes de que se inicie el secado, y así hacemos más eficiente este segundo proceso.

Nosotros le aplicamos las ondas ultrasónicas al líquido, de modo que los efectos están golpeando sobre la superficie del chile y lo hacen más permeable”, explicó vía telefónica Lucio Juárez.

Gracias a este nuevo procedimiento, el tiempo del secado del habanero se redujo de 50 horas, que es el tiempo normal sin uso de ultrasonidos, a 25 horas, que fue el mejor tiempo, después del pretratamiento concebido por Lucio Juárez y sus asesores científicos, los doctores Raúl González García y Miguel Ángel Ruiz Cabrera, ambos de la UASLP.

Envases antimicrobios

Las propiedades químicas de los desechos de camarón han generado muchas sorpresas en los últimos dos años.

En una alianza académica, científicos de México, España y Portugal descubrieron que los antioxidantes y antimicrobianos obtenidos del crustáceo se pueden incorporar a nuevos materiales hechos con plástico —con los que se fabrican botellas y otros envases— y prolongar así la duración en buenas condiciones de los alimentos.

El proyecto es coordinado por un equipo mexicano del Instituto Tecnológico de Sonora dirigido por el doctor Jaime López Cervantes.

También colaboran investigadores del Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo y de la compañía Bioderpac, de Sonora; la Fundación Gaiker, Vizcaya, de España; la Universidad de Santiago de Compostela, España, y el Instituto Nacional de Salud Ricardo Jorge, de Lisboa, Portugal.

Tiene el propósito de “desarrollar una metodología que permita utilizar los desechos de camarón para generar envases activos con propiedades antioxidantes y antimicrobianas.

Estos desechos son el quitosano y la astaxantina; esta última se encuentra en la fase grasa cuando los desechos del camarón se fermentan”, explica López Cervantes en la presentación del proyecto, en el sitio web del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt).

“Los analitos que se obtengan de estos desechos se incorporan a matrices plásticas de polietileno (PE) y poliamida (PA) para preparar los envases activos.

La capacidad antioxidante y antimicrobiana de éstos será evaluada con el fin de obtener un proceso de extracción a nivel industrial”, añade.

Existen muchos materiales que se utilizan para los envases de alimentos: plásticos, papel, cartón, aluminio o la combinación de varios materiales en los llamados “complejos multicapas”, como el tetrabrik.

Sin embargo, ninguno de los materiales es completamente inerte.

Todos tienen, en menor o mayor medida, interacción con los alimentos que conservan.
En consecuencia, los alimentos se ven afectados si pasan mucho tiempo en contacto con el envase.

El concepto de “envases activos” es relativamente reciente y consiste en incorporar algunas sustancias protectoras de los alimentos en la manufactura del envase, de modo que esas mismas sustancias actúen favorablemente, aumentando el tiempo de vida del producto que se habrá de comer.

Un camión mixteco para aeropuertos

En el primer trimestre de 2011 la Universidad Tecnológica de la Mixteca (UTM), con sede en Huajuapan de León, Oaxaca, armó y presentó un nuevo camión para servicio a los aeropuertos del país, el cual comenzó a ser probado en el Aeropuerto Internacional Benito Juárez de la Ciudad de México.

El prototipo lleva por nombre “Vehículo para mantenimiento de hidrantes”.

Fue financiado gracias a que la UTM ganó en 2009 una licitación, convocada por el Conacyt y Aeropuertos y Servicios Auxiliares (ASA), para fabricar este vehículo.

El dinero utilizado para el diseño y construcción proviene del Fondo Sectorial para la Navegación.

En los últimos años, ASA ha sido una de las entidades públicas que ha participado de manera más frecuente en proyectos mexicanos de ciencia y tecnología a través del Fondo Sectorial.

Dieciocho proyectos de investigación han sido financiados conjuntamente por ASA y Conacyt, incluyendo la creación de sistemas de vigilancia para áreas restringidas de aeropuertos, programas de cómputo para detección de bancos de niebla, el diseño de diferentes vehículos para servicio de aeropuertos y sistemas de encuestas rápidas para viajeros.

ASA es responsable de administrar a 63 aeropuertos en la República Mexicana.

La función del vehículo diseñado por la UTM y actualmente en etapa de pruebas, es limpiar y dar mantenimiento a los hidrantes que surten turbosina a los aviones.

Se prevé que el primer prototipo viaje y opere permanentemente en el aeropuerto de Cancún.

De acuerdo con la información proporcionada por la propia universidad, del total del financiamiento, 700 mil pesos se usaron en maquinaria y herramientas para los talleres, equipo de cómputo y libros.

Con el resto de los recursos se equipó un chasis y una cabina con los elementos necesarios para realizar succión de aguas estancadas, limpieza a presión y transporte de herramientas e implementos de limpieza.

El proyecto fue realizado por los profesores José Luis Jasso Ríos Montañez, Mercedes Martínez González, Víctor Manuel Cruz Martínez, Jacqueline Estrada Bautista y Dora Pérez Humara.

También participaron alumnos de servicio social de la UTM, personal técnico de los talleres, el Departamento de Adquisiciones y la rectoría, que encabeza el doctor Modesto Seara Vázquez.

Tilapias en agua de mar

Peces de agua dulce, como la tilapia, podrán ser criados en agua de mar en zonas costeras en las que no hay ríos ni lagos, gracias a una investigación mexicana que probó con éxito un proceso para adaptar a esas especies de peces de alto valor comercial.

El estudio, realizado por el Centro de Investigación Científica y Estudios Superiores de Ensenada (CICESE), Baja California, documentó que en un periodo de ocho meses las crías de tilapia nacidas en agua dulce pueden ser transferidas al agua de mar y alcanzar hasta 400 gramos de peso por ejemplar.

En estanques con mil peces se obtuvieron 361 kilogramos de tilapias listas para ser vendidas.

Los líderes de este proyecto, Fernando Bückle y Mónica Hernández, explicaron que el objetivo central es abrir la posibilidad de que personas que viven en el desierto y junto al mar puedan tener granjas acuícolas, a pesar de que en esas regiones no se pueda contar con mucha agua dulce por ser un producto caro y escaso.

El CICESE —que forma parte de la red de centros de investigación Conacyt— dio a conocer el éxito de este experimento en un comunicado, donde explica que se requirieron ocho meses para que los especímenes adquirieran la talla ideal y poder hacer la primera cosecha de tilapia en agua de mar.

Los análisis de la biometría de los peces en los tres estanques indicaban cómo se comportaba el cultivo.

Del primer estanque se obtuvo un número inicial de mil 40 peces, es decir, 34.

6 peces por metro cuadrado; la estimación prospectiva de la producción con base en el peso de los peces indicaba 300 kilogramos, pero al término de la cosecha el resultado fueron 361 kilogramos de tilapia de muy buena calidad.

Después de la cosecha

Aguacate, mango, manzana, limones y otras frutas cultivadas en México son bien valoradas por los consumidores europeos, pero muchas veces llegan a aquellos países con problemas de hongos, excesivamente maduras o de plano verdes.

Una alianza de científicos de cinco países, coordinados por la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ) y financiados conjuntamente por México y la Unión Europea, busca remediar estos problemas con atmósferas de temperatura controlada y otras técnicas.

“Estrategias en postcosecha para reducir las pérdidas y mantener la calidad de las frutas mexicanas exportadas a Europa” es uno de los 24 proyectos bilaterales que en 2010 recibieron dinero del Fondo de Cooperación Internacional en Ciencia y Tecnología (Foncicyt).

En la investigación participan, por parte de México, la UAQ y la compañía Fairtrade South America.

Además forman parte de este estudio expertos en tecnología de alimentos del Institut de Recerca i Tecnología Agroalimentaries, de Barcelona, España; la Universidad Católica de Leuven, Bélgica; la Universidad de Investigación de Wageningen, Holanda y el Colegio Writtle, de Essex, Inglaterra.

“En la exportación de frutas mexicanas a Europa se presenta una serie de problemas durante la etapa de transportación, lo que da como resultado que la calidad con la que llegan a su destino se vea afectada.

Ante ello, este proyecto tiene el objetivo de identificar las áreas, dentro de la cadena de transporte de México a Europa, en las que se presentan los problemas”, indica el artículo con el cual fue presentado el proyecto al Foncicyt.

El coordinador de la investigación es el doctor Elhadi Yahia Kazuz, quien labora en la UAQ y ha estudiado a lo largo de una década los procesos de almacenamiento y transporte de frutos cultivados en México.


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