Reforma
1 de octubre de 2008
Patricia López Suárez
Las momias nos permiten asomarnos al pasado de México y nos aportan información invaluable respecto a las condiciones de salud, enfermedad y muerte de la sociedad a la que pertenecieron, señalaron Ilán Santiago Leboreiro Reyna y Josefina Mansilla Lory en el artículo Las momias mexicanas vistas por la ciencia, publicado en el más reciente número de la revista Ciencia, órgano de difusión de la Academia Mexicana de Ciencias (AMC).
Los especialistas del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) aseguran en su artículo que es hasta hace poco tiempo cuando el tema de la momificación ha cobrado relevancia, pues anteriormente las momias se consideraban como objetos muebles que se exhibían «más para satisfacer morbosidades, que para educar aportando información relevante».
Desde 1998, Josefina Mancilla Lory, investigadora titular de la Dirección de Antropología Física del INAH, encabeza el proyecto de investigación «Las momias de México», cuyo propósito es llevar a cabo un estudio sistemático del fenómeno de la momificación en nuestro País, en el que participa un equipo multidisciplinario integrado por antropólogos físicos, historiadores, arqueólogos, médicos, físicos, químicos y biólogos, entre otros especialistas.
Uno de los principales resultados de este proyecto ha sido el de rescatar del olvido la colección de momias del Museo Nacional de Antropología. Hasta el momento, se ha logrado identificar la procedencia, temporalidad y, en algunos casos, recuperar datos arqueológicos de la mayoría de dichas momias.
Estudios de momias
Lo ideal al descubrir un cuerpo momificado es aplicar las técnicas de exploración y excavación desarrolladas por la ciencia antropológica que logran un registro minucioso del sitio y del contexto del hallazgo, indicaron los autores; pero no es tan común que las momias sean descubiertas por profesionales.
Datos geográficos y topográficos, sobre el clima y otros como la localización, profundidad, posición del cuerpo, orientación y material asociado, como ofrendas, pueden ayudar a ubicar al sujeto dentro de la vida de su comunidad.
Ya en el laboratorio, explican los especialistas en su artículo, se procede a un examen macroscópico, en el cual se observan y registran las características del cadáver y se toman las fotografías necesarias. Se pueden llevar a cabo mediciones de los huesos o detectar con ayuda de una lupa características como cicatrices, tatuajes, pintura corporal o deterioros en el cuerpo.
Destacan algunas técnicas de la clínica actual como la endoscopía, con la cual se puede introducir un instrumento óptico flexible a través de un orificio del organismo para observar órganos y tejidos internos, cuando están presentes.
Ilán Santiago Leboreiro Reyna y Josefina Mansilla Lory dieron a conocer que gracias a estas técnicas, se detectó en una momia masculina prehispánica, procedente de la Sierra Tarahumara del Estado de Chihuahua, la presencia de helicobacter pilory, bacteria causante de afecciones al sistema gastrointestinal.
Otra de las técnicas empleadas es la imagenología, dentro de la cual la radiología es el método más empleado para estudiar tanto restos óseos, como restos momificados. Entre sus ventajas, destaca que permite observar la estructura interna del cuerpo y los cambios o lesiones que pueden atribuirse a lesiones o traumatismos, también revelan la presencia o ausencia de órganos internos e información para determinar sexo y edad esquelética, entre otros.
Los antropólogos precisaron que la técnica más utilizada hoy en día es la tomografía axial computarizada, que tiene la ventaja de mostrar a detalle la estructura interna del cuerpo y muestra relaciones anatómicas precisas, a diferencia de la radiografía convencional.
La tomografía axial computarizada posibilita la estereolitografía, que permite una reconstrucción facial o corporal tridimensional, especialmente valiosa en el caso de sujetos con un gran valor histórico, patrimonial o forense.
De acuerdo con el artículo de la revista Ciencia, en México los estados con mayor número de ejemplares de momias son los estados del norte como Sonora, Chihuahua, Coahuila, Durango y Tamaulipas. Esto se debe a que en dichas regiones el ecosistema es semidesértico, con muchas extensiones áridas y poca precipitación durante el año, además de que los grupos prehispánicos que habitaron en esta parte del país en general acostumbraban inhumar a sus muertos dentro de cuevas y abrigos rocosos, lo que protegió a los cadáveres de los elementos.
Los investigadores añadieron que existen tres tipos de momificación: la natural o espontánea, que se produce por factores del ambiente físico como la desecación, efectos químicos, la ausencia de oxígeno o la congelación; la artificial o antropogénica, debida a la intervención humana, que se practica con técnicas como la extracción de vísceras, el embalsamamiento, la plastinación o la desecación inducida, entre otras. Y el tercer tipo de momificación es la intencional, que es intermedia entre las dos anteriores, es decir, ocurre cuando determinado grupo adquiere conocimiento por experiencia de lugares o situaciones propicias para la momificación natural y lo aplica a sus muertos con esa intención. Este tipo de momificación es el que se encuentra con mayor frecuencia en México.
La revista Ciencia de la AMC puede consultarse en la página: www.revistaciencia.amc.edu.mx