Estancada, la inversión en ciencia y tecnología

El Financiero
17 de febrero de 2012
Rosalía Servín Magaña

El país, por debajo de la media en Latinoamérica

Hasta Ruanda destina más recursos que México

Hay dinero, pero falta planeación

viernes, 17 de febrero de 2012

El Financiero PÁGINA: 33

Durante las últimas tres décadas la inversión pública en ciencia y tecnología se ha mantenido estancada. Así lo demuestra el 0.35 por ciento de inversión como porcentaje del Producto Interno Bruto (PIB) —más menos 0.05 por ciento—, que se mantiene desde 1980 y que ha colocando al país por debajo de la media entre los países de América Latina y el Caribe.

Datos de la Academia Mexicana de Ciencias (AMC) muestran que desde 1980 el apoyo que se le daba a este rubro era de 0.4 por ciento, que bajó hasta 0.3 en 1983, porcentaje en que osciló hasta 1987, cuando decreció aún más.

En 1991 comenzó a repuntar, hasta que en 1998 llegó a 0.45 por ciento en promedio, lo que lamentablemente sólo duró un año, pues para 1999 el porcentaje volvió a descender.

Lo que es un hecho es que en la última década la atención del gobierno de México hacia la ciencia y la tecnología ha disminuido.

En el documento «El único camino hacia el desarrollo de México pasa por el conocimiento«, elaborado por la AMC para los futuros candidatos presidenciables, se indica que en 2002 se promulgó la Ley de Ciencia y Tecnología, que además de estipular el apoyo de 1 por ciento del PIB a ese rubro, constituye al Consejo General de Investigación Científica y Desarrollo Tecnológico como el órgano que define la política de Estado en la materia y que pocas veces se reúne para discutir al respecto.

Otro ejemplo del poco apoyo a la ciencia es que durante la primera mitad del sexenio de Vicente Fox, sus informes anuales trataban la ciencia y la tecnología dentro de la categoría de desarrollo humano y social, para posteriormente caer al nivel de subtema dentro de la misma categoría, lo cual se mantiene en la presente administración, pero ahora asociadas a la categoría de economía competitiva y la generación de empleo, según se refiere.

Arturo Menchaca Rocha, titular de la AMC, recuerda que tras la reorganización que sufrió la SEP en 2005, se eliminó la Subsecretaría de Educación e Investigación Tecnológica, así como la de Educación Superior en Investigación Científica, con el argumento de que pasarían a la Secretaría de Economía, donde a la fecha no se ha creado ningún equivalente.

«De lo anterior se deduce que los recientes gobiernos pasaron la ciencia y la tecnología directamente vinculada con la educación, a un organigrama que sólo considera el potencial económico de la tecnología, pero sin ciencia.» De ahí que propone constituir una secretaría de Estado para este ramo, tal y como lo han hecho muchos países que han mostrado avances, como Brasil.

Metas lejanas

Respecto al apoyo de 1 por ciento del PIB a ciencia y tecnología que desdé hace años estipula la Ley, el titular de la AMC reconoce que aún se ve lejano, pues la inversión sigue sin rebasar el 0.4 por ciento.

«Llegar a 1 por ciento del PIB este año involucraría aumentar al presupuesto del sector nueve mil millones de pesos, es decir nueve edificios de estos», dice al referirse a la polémica Estela de Luz, que costó a los mexicanos más de mil millones de pesos.

El vicepresidente de la AMC, José Franco, aseguró que se tiene el dinero para apoyar a la ciencia, pero al país le falta organización.

«Uno de los grandes problemas que hay en México es que no se recauda en impuestos lo que se debe. Hay una amplísima banda de excepción de impuestos que va en detrimento del desarrollo del país.

Por ahí se tendría una vertiente clara donde se puede crecer.» En México no hay planeación, algo que también hace falta lograr, subrayó.

«Estos dos puntos son fundamentales para visualizar cómo competir con el resto del mundo.

«Ruanda, por ejemplo, está invirtiendo en ciencia y tecnología arriba de 1.1 por ciento de su PIB, es decir cuatro veces más que México.» Franco puso énfasis en se requiere una inversión en la materia de al menos 1 por ciento, «o no vamos a poder competir».

Ambos entrevistados comentaron que mucho se les ha argumentado que si tuvieran ese dinero no tendrían a dónde dirigirlo, a lo cual contestan que serviría para crear la capacidad instalada que apoye a más científicos y, por ende, se genere más conocimiento y desarrollo.

Sólo 20 por ciento de los jóvenes más pobres acceden a la enseñanza superior.

Los profesores presentan carencias importantes en todos los niveles. Por ejemplo, en el nivel medio superior, sólo 40 por ciento ha obtenido su título profesional

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