Esposas perjudicadas

Reforma
19 de junio de 2006

Plaza Pública

Margarita Zavala, Claudia Sheinbaum y Marí­a de las Heras, dueña cada una de su propio talento y su propia trayectoria, resienten por ser mujeres acusaciones y señalamientos lanzados a sus maridos, algo que no ocurre con varones consortes

Indirectamente, sólo por su ví­nculo con protagonistas de escándalos o de sucesos polémicos, se multiplica el caso de mujeres a las que se hace pagar una parte del costo de errores o acciones ajenos, o en los que han participado de refilón. Es digna de nota la culpabilidad vicaria que se les asesta porque no sucede lo mismo cuando son mujeres las puestas directamente en cuestión: a sus maridos no se les atribuyen responsabilidades por el solo hecho de ser cónyuges.

Margarita Zavala padece el doble efecto pernicioso de parentescos colocados en la picota. Es cierto que al ser constituida la empresa Hildebrando, SA de CV ella figuró con el 10 por ciento de las acciones, de que después se desprendió como el resto de los Zavala, excepción hecha de Diego. Cuando se integró aquella sociedad en 1986, con un capital social de mil pesos, Margarita tení­a sólo 19 años de edad y cursaba el segundo año de derecho. Sólo se casarí­a con Felipe Calderón en 1993. Nada indica que haya mezclado su carrera, labrada por sí­ misma, no obstante los cargos de su marido, en negocios de ninguna í­ndole. Y sin embargo, resulta zaherida cuando, por el señalamiento de Andrés Manuel López Obrador a un «cuñado incómodo» de Calderón (cuyo nombre no fue pronunciado entonces), se conoce el desarrollo del consorcio puesto como ejemplo de crecimiento insólito e ingenierí­a fiscal que concluye en no pagar impuestos (o sólo una pequeña porción de los correspondientes).

Militante panista desde la adolescencia, Margarita estudió en la Escuela Libre de Derecho y, además de directora jurí­dica del Comité Nacional de su partido (antes de que lo encabezara Calderón), ha sido profesora de materias jurí­dicas en la Universidad Iberoamericana y en el Instituto Asunción, donde hizo sus estudios básicos y medios. Ha sido asambleí­sta del Distrito Federal y diputada federal en una bancada a cuya Mesa Directiva pertenece. Su dieta de legisladora ha servido para sostener a su familia, desde que su esposo renunció a la Secretarí­a de Energí­a, a fines de mayo de 2004.

Claudia Sheinbaum ha sido rudamente vilipendiada en los dí­as recientes, porque se ha recordado que su esposo, Carlos ímaz, fue sentenciado por uso de recursos de procedencia ilí­cita con fines electorales, ya que recibió dinero de Carlos Ahumada, es decir, no por algún ilí­cito que ella hubiera cometido, tal como ocurrió también a la diputada Dolores Padierna y su marido René Bejarano.

Licenciada en fí­sica y maestra y doctora en ingenierí­a energética, Claudia Sheinbaum hizo una relevante carrera académica y como docente en la Facultad de Ciencias de la Universidad Nacional, donde se formó. Tras una estancia en la Universidad de California, formó parte del Programa de Estudios Avanzados en Desarrollo Sustentable, de El Colegio de México. Pertenece a la Academia Mexicana de la Investigación Cientí­fica y es integrante del Sistema Nacional de Investigadores.

En diciembre de 2000 fue nombrada secretaria del Medio Ambiente por el jefe de Gobierno López Obrador, quien al año siguiente la comisionó, sin mengua de sus competencias en el área ecológica, para supervisar las obras viales que caracterizaron a la primera administración perredista que dura un sexenio y que tuvieron como un móvil dominante disminuir los í­ndices de contaminación causada por el transporte vehicular. Apenas el mes pasado, renunció a su cargo para incorporarse a la campaña de López Obrador.

Erróneamente, a mi juicio, porque se la expuso a insidias renovadas, se le comisionó para presentar y desarrollar el señalamiento sobre el consorcio Hildebrando. Torpemente, se la ha supuesto carente de autoridad moral para informar de las irregularidades halladas en ese caso, por la sola circunstancia de que su esposo fue procesado. ímaz se reconoció destinatario de fondos aportados por Ahumada, y pagó legal y polí­ticamente ese momento. Fue sentenciado a tres años y medio de prisión, conmutables conforme a la ley por una sanción pecuniaria. Renunció a su cargo de jefe delegacional en Tlalpan y a su militancia en el PRD.

Marí­a de las Heras -Marí­a de los Milagros, la llama su marido- es una activa investigadora demoscópica que dirige ahora su propia firma de encuestas. En su libro reciente, Por quién vamos a votar y por qué (una suerte de continuación de Uso y abuso de las encuestas), apunta que la «elección del 2006 será la sexta contienda federal en México de la que me toque llevar registro mediante encuestas. Empecé en 1989, cuando el PRI perdió su primera elección estatal en Baja California. Me inicié en esto porque al entonces presidente nacional del tricolor, (Luis) Donaldo Colosio antes, durante y aun después de la fallida elección, sus ayudantes sólo le informaba que todo iba de maravilla y no debí­a preocuparse por nada».

Porque hizo encuestas para un partido de tanto en tanto se cuestiona la validez de su trabajo, no obstante que adquirió hace mucho tiempo su independencia. Pero está casada con César Augusto Santiago, secretario de Elecciones del Comité Nacional priista de hoy, que padece mala fama en esa materia, y aquella circunstancia privadí­sima ha sido evocada como causa de sospecha. Felipe Calderón, que se burlaba de la reacción de López Obrador ante sondeos que no lo colocaban en primer lugar, hizo lo propio ante la encuesta aparecida en Milenio el martes pasado, donde desciende al segundo sitio. Imputó el resultado a la condición conyugal de la encuestadora. Y si bien reconoció su error, pidió en privado disculpa para una descalificación pública.

Cajón de Sastre

Grupo Radio Centro comunicó a la Bolsa de Valores haber obtenido sentencia favorable en un juicio que no debió realizarse, y que lo pone a salvo de pagar un adeudo por más de 22 millones de dólares a favor de Infored, el consorcio que hoy se llama Grupo Monitor. La decisión del decimotercer tribunal colegiado de circuito deja sin validez un laudo arbitral emitido en 2004, que habí­a otorgado la razón a la empresa encabezada por José Gutiérrez Vivó. La resolución judicial no sólo agravia a una empresa, sino al sistema arbitral de justicia privada y pone en entredicho a la judicatura mexicana en general. Radio Centro aceptó que las diferencias se ventilaran mediante arbitraje, aprobó la integración del panel respectivo y aun acató una parte de la decisión que estaba obligado a asumir por entero. Pero rehusó pagar un adeudo con Monitor y faltando a su palabra litigó lo incuestionable. Y como halló venalidad en el aparato de justicia ahora se propone utilizarlo para contraatacar.

Correo electrónico: libraria@prodigy.net.mx

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