Milenio Diario
8 de noviembre de 2009
Rubén Mares Gallardo
Lectores/Opinión
En torno al cambio en la dirección general del Politécnico, Enrique Villa ha hecho muy importantes declaraciones: que la comunidad debe elegir a su director y que el perfil de su sucesor debe corresponder a alguien de formación académica y con alto nivel de especialización (MILENIO 7/nov). La doctora Yoloxóchitl Bustamante, nuestra actual secretaria académica, satisface con creces el perfil, pero surge la pregunta: ¿ha llegado nuestra cultura en el Politécnico al nivel exigido por la equidad de género? Como sucede en el país y por ende en el Poli, la respuesta es negativa, no estamos preparados para que una mujer nos dirija, desafortunadamente, pues me considero un convencido feminista. En efecto, somos un espejo de la sociedad y lo mismo ocurrió en la UNAM. Rosaura Ruiz de la AMC era una magnífica candidata a la Rectoría, sin menoscabo del rector Narro, y no llegó. No hemos superado el machismo simbolizado en la relación entre José Vasconcelos y María Antonieta Rivas Mercado. La gran precursora del feminismo en México le escribía a Vasconcelos: “Soy tu alfombra, por favor písame”. Sabemos el desenlace trágico de esta asimetría de género entre Antonieta y el autor de Ulises Criollo. Además, el triste espectáculo antifeminista que han dado las recién nombradas diputadas: indujeron su separación en el Congreso para que, al acumularse las inasistencias, sus suplentes, todos ellos “machos”, tomasen su lugar. Equidad de género en papel y forma, pero no en la realidad. Finalmente, están las conclusiones de diálogos sobre género celebrado en la UNAM: “El feminismo en el país requiere consolidarse. La sociedad mexicana no ha avanzado tanto como se cree en materia de derechos de las mujeres”. Sí, una mujer debe llegar y pronto no sólo a la dirección del Poli, sino a la más alta magistratura, sin embargo, como para la Zorra de Zorilla, las uvas aún no están maduras.