Ecos de la Costa
22 de marzo de 2010
Rosaura Ruíz
Ciencia y Juventud
En este espacio, como en muchos otros, se ha reflexionado de manera constante sobre los problemas que actualmente enfrenta nuestra juventud y sobre las limitadas oportunidades que se les ofrece para un desarrollo personal y laboral que les sea satisfactorio. También se han criticado reiteradamente los presupuestos que se destinan a la ciencia, el arte y la tecnología, actividades que, como sabemos, bien integradas en los diversos niveles educativos, pueden potenciar la realización del individuo.
Igualmente, se han analizado las deficientes políticas educativas, que poco hacen para transformar el futuro de la juventud mexicana, a pesar de que en ella se cifran la esperanza y la fortaleza de nuestro país. Sabemos que en ella existe una enorme creatividad con la que se pueden explorar diversos campos del conocimiento, incluido el de la práctica científica.
Muestra de esa fortaleza juvenil es el resultado que obtuvo el equipo mexicano en el concurso “International Genetically Engineered Machines”, organizado por el Instituto Tecnológico de Massachussets (MIT). En dicho certamen, estudiantes de las carreras de Física, Matemáticas, y Biología de la Facultad de Ciencias de la UNAM, asesorados por profesores de la misma institución y del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (CINVESTAV) del Instituto Politécnico Nacional (IPN), ganaron la medalla de oro en la categoría de Investigación básica en biología sintética.
La obtención de esa presea es expresión de la inteligencia de la que nuestra juventud es capaz, así como de que existen diversos aspectos positivos en nuestros sistemas educativos -entre ellos el de la enseñanza de la ciencia-, a los cuales debemos mejorar y fortalecer.
Una de las grandes preguntas que surgen cuando reflexionamos sobre los cambios que deben hacerse para transformar a la educación y, con ello, construir un mejor futuro para nuestro jóvenes, puede responderse a través del conocimiento y del análisis de los factores multidimensionales que se conjugan para que se obtengan resultados como el que logró este equipo de jóvenes mexicanos, entre los que destacan, por conseguir la medalla de oro, Gilberto Gómez Correa, estudiante de Física de noveno semestre; Luis de Jesús Martínez Lomelí y Jesús Pérez Juárez, de octavo semestre en las carreras de Matemáticas y Biología, respectivamente.
Algunos de los factores decisivos para este triunfo son la disciplina y el compromiso de estos jóvenes por alcanzar sus metas académicas, y los felicitamos enormemente por ello. Del mismo modo, hay que reconocer que los grandes logros de un individuo se deben a los pequeños detalles que complementan el desarrollo individual, presentes en la relación con los padres, en la familia, en la escuela, en la comunidad, con los profesores, en los centros universitarios y en muchos otros contextos. Las historias de vida no se construyen simplemente por azar, son el resultado de un conjunto de buenas decisiones y acciones que, en ocasiones, brindan una profunda satisfacción, como la de ganar una medalla de oro.
Este premio nos deja claro que los jóvenes representan una gran esperanza para nuestro país tiene y nos muestra que, a pesar de las carencias y dificultades que como sociedad nos aquejan, contamos con un sistema educativo con aspectos valiosos a los que resulta imprescindible rescatar y consolidar.
Enhorabuena por estos tres estudiantes, a sus asesores y a todos aquellos que han sido parte fundamental en sus trayectorias.
Tengo la convicción de que será con el mejoramiento de la educación (desde la primaria hasta la universidad) como podremos construir un futuro mejor para nuestros niños y jóvenes.