El Universal
25 de enero de 2010
Rosaura Ruiz y Alma Herrera
Educación y sociedad del conocimiento
La economía y la sociedad basadas en el conocimiento están conduciendo a que, en la mayor parte de los países ubicados entre el grupo de alto desarrollo humano (PNUD), se inicien reformas económicas, políticas y sociales dirigidas a incentivar el acceso universal a la información y a promover el desarrollo y aplicación de tecnologías de información y comunicación (TIC’s) en todos los renglones de la vida cotidiana y productiva.
En las últimas décadas, la política científico tecnológica en México ha estimulado algunos aspectos, pero ha subordinado otros y esto se refleja en la baja inversión en educación superior, ciencia y tecnología. Por ello, las decisiones estratégicas que afectan el desarrollo de nuestro país deben incorporar al conocimiento científico y definir un nuevo modelo de desarrollo alternativo.
Nuestro modelo económico se inserta en un proceso de globalización desigual. A pesar de que afecta la dinámica integral de todo el planeta, no provee los mismos beneficios a regiones, naciones o personas y tiene efectos diferenciales, producto de nuestra ubicación en la división internacional del trabajo. Lo mismo que ocurre con el capital pasa con el saber y se traduce en profundas asimetrías respecto a la distribución social de conocimiento y a la promoción de nuevas capacidades dirigidas hacia el aprendizaje y la innovación.
Resolver esta problemática en México implica la redefinición de nuestro proyecto de nación; el establecimiento de mecanismos para mejorar la calidad y articular los niveles y modalidades educativas, la disminución de brechas cognitivas, el diseño de políticas que garanticen el acceso universal a los servicios digitales a todos los sectores y habitantes del país, así como la libertad de expresión y la libre circulación de información, ideas y conocimientos; el impulso a la alfabetización, al aprendizaje digital, a la formación ocupacional y a la educación superior; entre otros.
Para poder insertarse a la sociedad del conocimiento, México tendrá que invertir en financiamiento, creatividad y voluntad política de manera permanente en aspectos como los siguientes:
1. Infraestructura que permita el desarrollo digital y el acceso universal
2. Mecanismos financieros para reducir la brecha digital, conforme a los compromisos establecidos en la Cumbre Mundial de la información en 2005
3. Acceso universal a Internet
4. Cultura digital para la apropiación crítica de las tecnologías
5. Recreación y aprendizaje lúdico. La construcción de una nueva dimensión de la cultura, holística y multisensorial con atención especial a la infancia y la juventud;
6. Diseño de políticas que aseguren el acceso universal al conocimiento
7. Desarrollo de nuevos dispositivos sociales que propicien una mentalidad flexible y que abierta a la innovación y a la creatividad;
8. Un nuevo contrato social basado en la extensión de la ética y un nuevo marco regulatorio que favorezca el respeto a la vida privada y que norme el uso ilícito de la información que ingresa a la red.
El escenario que México puede construir en el siglo XXI obliga a revisar nuestra estrategia de desarrollo. En este sentido, se debe partir del conocimiento profundo de las condiciones actuales y de las tendencias y oportunidades globales para poner en marcha un proyecto inteligente, basado en el fortalecimiento de los sistemas científicos y educativos.