Excelsior
4 de agosto de 2009
Martín Espinosa
Invierno gris
Además de los problemas económicos que persistirán, aunque con menor intensidad que durante el primer semestre (dicen los expertos), el invierno próximo, a partir del lunes 21 de diciembre poco antes del mediodía (hora del centro), nos traerá, como lo han advertido los científicos, un rebrote del virus de la influenza que en abril y mayo puso en jaque al centro del país y rápidamente se ha extendido al resto de México, situación que hoy enfrentan Chiapas y Yucatán, entre otros estados.
Por ello es muy importante no bajar la guardia en cuanto a las medidas sanitarias pero, además, urge difundir los resultados de las más recientes investigaciones médicas. Por ello, tomo en esta ocasión como referencia un espléndido artículo que publica en el número de julio–septiembre de este año la revista Ciencia, de la Academia Mexicana de Ciencias, que preside la doctora Rosaura Ruz Gutiérrez.
Pienso que, mientras más seres humanos sepamos a qué nos enfrentamos y qué tienen que decir, con seriedad, aquellos científicos que en los últimos meses se han dado a la tarea de investigar a fondo cómo ha evolucionado el nuevo virus que puso a temblar al mundo a finales del primer cuatrimestre de este año, mejor estaremos informados para no dejarnos llevar por “charlatanes” cuyo único fin es causar miedo entre la sociedad.
El artículo, titulado “Anatomía del Virus de la Influenza A H1N1 2009”, lo escriben los doctores Susana López y Carlos F. Arias, investigadores titulares del Instituto de Biotecnología de la UNAM. Tienen experiencia en el estudio de la biología molecular de virus y en genómica de la interacción virus–célula huésped.
Luego de exponer parte de cómo se compone el nuevo virus, resultado de una mezcla compleja de genes de origen aviar, humano y porcino, “dibujan” una serie de escenarios para el próximo invierno: “La experiencia de las pandemias anteriores nos ha enseñado que las segundas oleadas pueden ser peores que las primeras, causando más muertes debido a una mayor adaptación del virus… y a la posible adquisición de una mayor virulencia por mutaciones generadas durante su replicación en humanos”.
Sin embargo, para nuestro consuelo, nos señalan que ahora hay antivirales y antibióticos (para infecciones bacterianas secundarias) y la inmunidad de la población mundial no es la misma que hace varias décadas.
Advierten que “es posible que la incidencia de brotes disminuya notablemente, ya que el virus de influenza se inactiva con el calor y la humedad”. Yo preguntaría: ¿por qué entonces estados del sursureste del país, donde el calor rebasa los 35 grados en pleno verano, registran hoy en día un brote importante?
Los científicos reconocen que aún hay muchas preguntas por responder. ¿Por qué el índice de mortalidad en México es muy superior al de otros países? ¿Es la cepa del virus A H1N1 2009 en México una variante más patógena que la que está circulando en el resto del mundo? ¿Hay otros virus en nuestro país, sean de influenza estacional o diferentes a éstos, que puedan estar contribuyendo a la alta mortalidad observada?
No cabe duda de que el ser humano tiene hoy muchas interrogantes al respecto. Pero será en el mediano plazo cuando, quizá, nuestros expertos tengan la respuesta. Por lo pronto, a nosotros nos toca “no bajar la guardia” en cuanto a cumplir con las medidas que difundan las autoridades e informarnos de fuentes serias y científicas, para evitar ser “víctimas” de los “catastrofistas sanitarios”.
Es muy importante no bajar la guardia en cuanto a las medidas sanitarias frente al virus A H1N1.