Crónica
07 de marzo de 2006
Redacción
Como reflejo de la situación general del país, uno de los más grandes problemas que enfrenta la ciencia en México es la centralización, por lo que es necesario contar con políticas de planeación que permitan un desarrollo menos desigual geográficamente, indicó René Drucker Colín, coordinador de la Investigación Científica de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
El también ex presidente de la Academia Mexicana de Ciencias (AMC) puso como ejemplo de lo anterior el que las principales universidades del país -la UNAM, la Universidad Autónoma Metropolitana, el Instituto Politécnico Nacional y el Centro de Investigación y de Estudios Avanzados- estén en el Distrito Federal.
«Tan sólo en la UNAM se desarrolla 50 por ciento de la investigación de todo el país, de lo cual estamos muy orgullosos, es muy bueno para nosotros, pero es algo terrible para el país», señaló durante el primer día de trabajo del taller para una agenda política en ciencia, humanidades y tecnología para el desarrollo integral y competitividad.
Drucker dio a conocer que en el área de ciencias físicas 40.6 por ciento de los doctores se concentran en la capital del país, mientras que en ciencias biológicas la cifra es de 42.3 por ciento; 33.6 por ciento en agrociencias; 49.9 por ciento en ciencias de la tierra; 55.1 por ciento en matemáticas; 51.7 por ciento en el área de ciencias químicas; en tanto que el área de medicina y ciencias de la salud el porcentaje se eleva a 66.1 por ciento.
Como reflejo de lo anterior, la producción científica en México padece de esta centralización, pues en todas las áreas del conocimiento más de 46 por ciento de los artículos son generados en el Distrito Federal, llegando en algunos casos hasta a 75.8 por ciento.
Octavio Paredes López, presidente de la AMC, dio un panorama general de la ciencia en México, haciendo hincapié en la poca inversión en el sector y en los últimos lugares en que recurrentemente se sitúa México en indicadores internacionales.
«Nos preocupa el estado actual de las cosas», expresó Paredes. «Es por eso que tenemos que trabajar en reuniones como ésta para diseñar una mejor política científica en nuestro país».
El taller fue organizado por la AMC, la Coordinación de la Investigación Científica y la Coordinación de Humanidades de la UNAM, y se desarrolló los días 21 y 22 de febrero en Cuernavaca, Morelos, con la presencia de científicos provenientes de ocho países, como Argentina, Brasil, España, Estados Unidos e India.
«El objetivo es tomar recomendaciones para que la ciencia sea una palanca de desarrollo; recoger información y obtener opiniones de otros países, por supuesto, tomando en cuenta nuestro ámbito específico», comentó a su vez René Drucker.
Durante su participación, Mari Carmen Serra Puche, coordinadora de Humanidades de la UNAM, lamentó que aunque en ciencias sociales y humanidades corresponde a la tercera parte de los miembros del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) y que agrupe a 37.4 por ciento de los programas de doctorado del país, el apoyo financiero para estas áreas sea menor.
La científica informó que del total de proyectos de investigación financiados por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, 27 por ciento corresponde a físico-matemáticas y 20 por ciento a químico-biológicas, mientras que en ciencias sociales y humanidades esta cifra se reduce a sólo once por ciento. «Es casi ridículo», dijo Serra Puche.
Mencionó que otro punto agudizado es la falta de internacionalización de los científicos de estas áreas, ya que sólo cuatro por ciento participa en proyectos con otras naciones.
Aclaró que esta asimetría no se debe a que los investigadores sociales no presenten proyectos a evaluación, sino que simplemente no se apoyan.
Finalmente, resaltó la pertinencia de crear un espacio, ajeno al Conacyt, en que los investigadores puedan incidir en la orientación de las políticas científicas.
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