La Crónica de Hoy
5 de marzo de 2010
Isaac Torres Cruz
La historia sí es como nos la habían contado, y si existían dudas la geología ha asestado un resultado contundente: el cráter de Chicxulub, en el norte de la península de Yucatán, fue el epicentro del cataclismo espacial que acabó con las tres cuartas partes de las especies del planeta, incluyendo a los dinosaurios.
El estudio realizado por un equipo internacional de 41 investigadores, y que se publica en la revista Science en su última edición, confirmó que un solo asteroide de 10 kilómetros de diámetro —cuya potencia equivale a mil millones de veces mayor que la bomba de Hiroshima— cayó a una velocidad de hasta 25 kilómetros por segundo hace 65 millones de años, que acabaría con el reinado de los reptiles sobre la Tierra y daría su oportunidad a los modestos mamíferos.
“Hay evidencia sólida para concluir que el impacto en Chicxulub está asociado con extinciones del orden del 75 por ciento de las especies, incluye especies marinas y terrestres, todos los dinosaurios, los reptiles marinos y los reptiles voladores”, apuntó Jaime Urrutia Fucugauchi, investigador del Instituto de Geofísica (IGf) de la UNAM, uno de los tres mexicanos que participaron en el estudio.
Entre este total, agregó, se incluye una gran cantidad de especies marinas, desde microorganismos hasta organismos emblemáticos como las amonitas, que son como los Nautilus característicos del Mesozoico.
Según los científicos el impacto expulsó materiales hacia todo el planeta que incluso llegaron a la Luna, quizá a Marte. Al reingresó, estos materiales cubrieron todo el planeta, elevando su temperatura hasta 800 grados. Esto ocasionó una mayor cantidad de sulfuro, polvo y cenizas que cubrieron la Tierra.
“Este fue el último clavo del ataúd de los dinosaurios, puesto que sumió al planeta en la oscuridad y causó un invierno global. Muchas especies, incapaces de adaptarse a ese entorno infernal, murieron”, refiere la coautora del estudio Joanna Morgan, del Imperial College de Londres.
MINERALES. De acuerdo con el estudio, tal afirmación fue posible mediante el análisis de las capas que marcan la transición geológica entre el Cretácico y el Paleógeno, donde se estudió el material expulsado durante el impacto del asteroide, el cual contiene altos niveles de iridio y cuarzo.
“Se hizo un análisis detallado de la capa de arcilla con iridio en diferentes localidades del mundo, y se analizó si tiene la firma química y minerológica de Chicxulub. Se concluye que la capa que marca el límite corresponde a la generada por Chicxulub y la correlación es muy detallada y sólida”, explicó el universitario Premio Nacional de Ciencias y Artes y miembro de la Academia Mexicana de Ciencias.
Con estas investigaciones, los científicos ahora desestiman otras hipótesis que buscaban explicar el fenómeno geológico, entre ellas que diversos impactos en el mundo había provocado el colapso de especies.
Otra argumentaba que tuvo como origen la intensa actividad volcánica en la península de Decán, en la India, cuyos restos de flujos en la zona sugieren que las erupciones duraron 1,5 millones de años.
Sin embargo, ninguna cuenta con las suficientes bases geológicas para ser sustentada como lo acaban de hacer en Chicxulub.