Científico mexicano, escéptico sobre estudio de la Universidad de Caen

La Jornada
21 de septiembre de 2012
Emir Olivares Alonso

El experimento debe repetirse, propone Luis Herrera Estrella

La investigación internacional que concluyó que las ratas alimentadas con maíz transgénico de Monsanto presentan tumores cancerígenos y mueren prematuramente ha desatado polémica a escala mundial.

Para Luis Herrera Estrella, fundador del Laboratorio Nacional de Genómica para la Biodiversidad y miembro de la Academia Mexicana de Ciencias (AMC), los resultados del estudio realizado por Gilles-Eric Seralini, de la Universidad de Caen, Francia, y su equipo de colaboradores, deben ser revisados por otros científicos, además de que el experimento debe repetirse, ya que del artículo públicado en la revista Food and Chemical Toxicology surgen dudas que obligan a un examen a fondo.

“Compara dietas que tienen 11, 22 y 33 por ciento de maíz transgénico, pero no se hace un control en el que se usen las mismas proporciones de un maíz no transgénico. Los controles no son comparables como para afirmar si a las ratas les da cáncer por comer maíz o por consumir un transgénico”, señaló el especialista en organismos genéticamente modificados del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional, en declaraciones difundidas por la AMC.

Las dosis

Agregó: “Otro asunto es que las dosis que usa son muy altas. Que alguien se alimente de 33 por ciento de maíz es muy extraño. Además, el efecto de una sustancia tóxica aumenta con la concentración, pero en el experimento no, porque a veces con la dosis más alta tiene menos cáncer que con las más bajas”.

Ante esta situación Seralini y su grupo señalan que se debe a que, como en el caso de las enfermedades hormonales, muchos de los efectos no son proporcionales a la dosis del tratamiento. “Eso es muy raro, pero dice que así pasa con los problemas hormonales, como si comer maíz genéticamente modificado causara esos trastornos”.

Para el académico mexicano, Seralini reporta que en su trabajo se dio a los roedores no solamente el maíz transgénico, sino también glifosato (un herbicida), pero el resultado es similar.

El trasgen que tienen los maíces resistentes al glifosato es una enzima que existe en plantas. El glifosato bloquea la síntesis de aminoácidos aromáticos. Entonces, cuando la planta es normal el herbicida mata la enzima y provoca en la planta incapacidad de producirlos, por lo que muere.

Lo que el organismo genéticamente modificado hace, explicó Herrera Estrella, es introducir otra copia de esa enzima en la planta, aunque ligeramente distinta, de tal forma que el glifosato ya no la afecta, pero lleva a cabo la misma función que la enzima normal.

“Si la modificación genética en el maíz causa cambios sería muy raro que tuvieran las mismas propiedades que el glifosato. Me parece muy extraño que los animales tengan los mismos tumores, la misma mortalidad y los mismos trastornos si se usa maíz transgénico solo o con glifosato. Se deberían tener resultados distintos”, precisó el también coautor del libro Por un uso responsable de los organismos genéticamente modificados, publicado por el Comité de Biotecnología de la AMC.

“Insisto: para saber si es cierto o no hay que esperar a que grupos independientes hagan experimentos similares y confirmen o refuten los resultados.”

Herrera Estrella enfatizó que, contra lo afirmado en el estudio, sí existen varias investigaciones a largo plazo en diversos modelos animales sobre el consumo de las semillas modificadas y no se ha encontrado ninguna afección a la salud de animales o humanos.

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