Cientí­fica reta al mar profundo

El Universal
18 de diciembre de 2006
Ricardo Cerón

La investigadora Vivianne Solí­s-Weiss trabaja en un inventario de la fauna que vive en las aguas mexicanas; ha participado también en 36 cruceros oceanográficos, busca aprovechar esa experiencia para atraer a más jóvenes a la investigación de los océanos

Ha explorado los islotes y cayos más alejados dentro de los litorales mexicanos, buceado en las aguas más peligrosas del mundo incluso junto a tiburones, sumergido en los océanos a más de 2 mil metros de profundidad donde la luz del sol nunca ha llegado, estuvo a punto de viajar al Espacio y su sueño es ir a la Antártica.

Aunque a primera vista pareciera que se trata de la vida de algún héroe de historieta, la realidad es que esas son algunas de las experiencias que ha tenido dentro de su profesión Vivianne Solí­s-Weiss, investigadora del Instituto de Ciencias del Mar y Limnologí­a (ICML) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

La especialista universitaria, quien ha participado también en 36 cruceros oceanográficos, ha buscado aprovechar esa experiencia para atraer a más jóvenes a la investigación de los océanos, porque en México hay un déficit de expertos en estudios marinos.

«México deberí­a tener miles de investigadores marinos porque tiene 12 mil kilómetros de costas y una de las mayores megadiversidades marinas del mundo; sin embargo, la UNAM, que es la mayor institución de estudios del mar en el paí­s, apenas cuenta con unos 160 investigadores en esta campo», indicó Solí­s-Weiss.

La cientí­fica, que en 1985 se convirtió en la primera mujer investigadora jefe de Crucero en México, indica que uno de sus mayores satisfacciones es la divulgación de la ciencia entre los niños y jóvenes, por eso, desde hace algunos años participa en el programa Sábados en la Ciencia, de la Academia Mexicana de Ciencias.

Su labor por divulgar la ciencia y, sobre todo, su trabajo en la formación de nuevos investigadores, le llevaron a obtener hace unas semanas el Premio Femmes 3000, que otorga el Senado de Francia, a las mujeres francesas que trabajan fuera de ese paí­s y que se han destacado en campos como la empresa, vida social o el sector cultural.

«Es un premio muy especial en mi carrera, porque además de haber sido electa de entre un grupo importante de mujeres francesas que han destacado en Canadá, Estados Unidos y México, es un reconocimiento que no es en realidad cientí­fico, sino que reconoce mi labor en la formación de recursos humanos de alto nivel».

Aficionada y practicante de deportes extremos como el paracaidismo, motociclismo, rafting y bungee, Solí­s-Weiss comenta que uno de sus mayores logros dentro de su profesión ha sido formar a destacados especialistas, que ahora son lí­deres de centros de investigación o equipos cientí­ficos en todo el paí­s.

Fotografí­as de expediciones marinas en varias partes del mundo, así­ como corales, conchas e imágenes de algunas especies de poliquetos, tema principal dentro de sus investigaciones, se pueden observar por todo el cubí­culo de Solí­s-Weiss, en el primer nivel del ICML de la UNAM, quien en 1985 compitió con Rodolfo Neri Vela, para viajar al espacio.

Diversos libros y revistas especializadas en torno de la isla francesa de Clipperton, acomodadas sobre su escritorio, muestran el actual tema de estudio de la investigadora universitaria.

-¿Cuándo se interesó por estudiar la isla de Clipperton?

-No sé quién me habló por primera vez de Clipperton o cómo me llegó la idea, pero desde muy chica yo veí­a en el mapa ese pequeño puntito y tení­a ganas de ir a verlo.

-¿Por eso estudió biologí­a marina?

-Me metí­ a biologí­a marina por amor a la naturaleza y al mar, por el deseo de aventura, de reto fí­sico y de exploración. Fue por el deseo afrontar situaciones peligrosas y desconocidas, donde debes sacar lo mejor de ti mismo, tanto en el aspecto fí­sico como mental. Por eso uno de mis sueños es ir a la Antártica y explorar lugares donde nadie o casi nadie ha estado.

-Pero ya ha explorado varias regiones.

-Sí­. Hemos ido a los islotes y cayos más alejados de las aguas oceánicas de México. Incluso hemos llegado a algunas regiones que no se ven a flor de agua, porque sólo tienen medio metro de altura sobre el nivel del mar.

También tuve la suerte de involucrarme en expediciones de los denominados submarinos de bolsillos, como el que descubrió el Titanic.

En ellas tuve la gran suerte de participar en varias inmersiones de hasta 2 mil 500 metros, acompañando a cientí­ficos estadounidenses, para explorar las regiones donde se encuentran los volcanes submarinos y donde viven comunidades biológicas extrañas que se alimentan tanto del magma y como de los gases venenosos que encuentran salida en esa región.

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