Buscan material fragmentado alrededor del Chicxulub para saber cómo fue el impacto

La Crónica de Hoy
3 de junio de 2013
Isaac Torres Cruz

Academia

Los científicos se embarcaron en el buque Falkor (¿el nombre es referencia al mítico dragón de La historia sin fin?) hacia la península de Yucatán, con el fin de estudiar el cráter del bólido que hace 65 millones de años acabó con 3 de cada 4 especies en el planeta y extinguió a los dinosaurios.

Jaime Urrutia Fucugauchi, investigador del Instituto de Geofísica de la UNAM y miembro de la Academia Mexicana de Ciencias, encabeza la expedición donde participan especialistas de México, Inglaterra, España y Argentina.

El mexicano ha realizado diversas incursiones en el área en otro tipo de embarcaciones, pero ésta es especial por la nave y la misión. El objetivo no se centra en analizar el cráter Chicxulub, sino sus “alrededores” de varios cientos de kilómetros en el norte del borde de la plataforma de Yucatán, conocido como el escarpe de Campeche, y que al sur tiene los campos petroleros más grandes del país, como Cantarell.

Durante 22 días, los científicos fueron en busca del material fragmentado por el impacto y depositado en el cráter y las zonas aledañas (eyecta) a lo largo de 450 kilómetros de la plataforma, lo que permitirá reconstruir el choque del bólido que azotó la Tierra.

“El impacto arrojó una gran cantidad de materiales que se han encontrado en Tabasco, Chiapas, Belice y Quintana Roo. Ahora los buscamos al norte para ver cómo están los depósitos de material fragmentado en la zona, lo que nos permitiría tener información sobre cómo ocurrió el impacto, sobre su dinámica”.

El experto explica en entrevista que una de las preguntas constantes sobre el Chicxulub es si el impacto fue de bajo ángulo y venía del sureste o del suroeste. Para comprobarlo habría que buscar dónde hay más eyecta, si se extiende más hacia Norteamérica o el Atlántico norte.

“Si se trata de esto tendría que haber una distribución de eyecta distinta, que en la parte del cráter está tapada con un kilómetro de roca, entonces la parte del escarpe (la pendiente del cráter) nos posibilitaba verla en detalle porque va a profundidades de 300 a 3 mil 500 metros, es como una pared enorme. La idea es hacer estudios a lo largo de la ‘pared’ esperando ver una distribución asimétrica de cada lado”.

Los efectos del impacto en el clima y ambiente terrestres generaron cambios globales, que dependieron de varios factores, entre ellos la velocidad, masa, ángulo de impacto y trayectoria. Estos parámetros son necesarios para la construcción de modelos y simulaciones numéricas de los efectos en la atmosfera e hidrosfera causados por el impacto.

El impacto en Chicxulub, ocurrido hace 65.5 millones de años, está relacionado con las extinciones masivas de organismos en la frontera de las eras del Cretácico y Paleógeno, que incluyen la desaparición de alrededor del 75 por ciento de las especies en océanos y continentes.

El choque formó un cráter de alrededor de 200 kilómetros de diámetro con una morfología multianillo y marca el efecto de mayores dimensiones en los últimos 600 millones de años.

EL FALKOR. El buque Falkor del Instituto Oceanográfico Schmidt inició operaciones en 2013 luego de un periodo de pruebas con estudios en diferentes lugares. Mientras surcaba las inmediaciones de la península yucateca, la revista Nature publicó un artículo donde catalogó la nave como una importante opción para el avance de la ciencia a nivel mundial.

El instituto, con base en Palo Alto, California, recibe financiamiento privado, especialmente de su fundador Eric Schmidt, ex director de Google, quien llega a aparecer en el buque para trabajar con el equipo científico, dice Jaime Urrutia.

La embarcación está equipada espléndidamente y además de contar con helipuerto, tiene la capacidad para llevar robots acuáticos autónomos y submarinos tripulados; puede obtener muestras del fondo marino e incluso hacer perforaciones.

En una segunda expedición, la investigación encabezada por el universitario, y que se encuentra dentro de los pocos proyectos seleccionados por el instituto, buscará bajar con los submarinos y hacer perforaciones en el escarpe en diferentes niveles y obtener información geofísica más completa.

SISTEMA SOLAR. En el mundo hay otros dos cráteres de gran magnitud además del Chicxulub, uno en África y otro en Australia, pero el yucateco es el único que ha sido preservado de la erosión por su ubicación y debido a que la mayor parte de éste se encuentra sumergido.

Además de convertirse en un laboratorio geofísico único en el mundo, su importancia para el hombre es interplanetaria. Esta formación es la única con un cráter multianillo, similar a los hallados en la Luna o el planeta rojo. “Por lo que se observa, estos cráteres son el proceso más importante para la evolución de las superficies planetarias. Entender cómo se forman es crítico”, refiere Urrutia Fucugauchi.

Así, estudiar la dinámica del impacto y el cráter en la Península de Yucatán se vuelve una forma de estudiar otros aspectos del sistema solar desde casa. “Es más barato estudiar los cráteres en Tierra que mandar un robot como el Curiosity a Marte, por lo que el Chicxulub se ha convertido en un laboratorio muy atractivo que ofrece muchas ventajas”.

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