Buscan investigadores crear modelo predictivo de sismos

La Crónica de Hoy
25 de abril de 2014
Redacción

Academia

Los datos generados en los últimos 25 años sobre temblores, son la base para que investigadores inicien la construcción de un modelo predictivo que tomará en cuenta las diferentes capas de sedimentos del subsuelo y las velocidades de las ondas superficiales de los sismos. El objetivo, es tener un conocimiento más detallado de la configuración del suelo de la ciudad y su probable comportamiento ante movimientos telúricos.

El investigador del Instituto de Ingeniería de la Universidad Nacional Autónoma de México, Francisco Sánchez Sesma, dice que “se podrán estimar con mayor certeza las aceleraciones a las que estarán sometidas las estructuras ante un temblor”.

Para el estudio se usarán los registros de aceleración en la Red Acelerométrica de la Ciudad de México (RACM) de los últimos 25 años. “Si bien esos datos se obtuvieron para estimar las amplificaciones en las distintas zonas de la ciudad, se dejaron de lado el concepto de propagación de las ondas y el tiempo absoluto”. Actualmente la tecnología ya está disponible y la RACM cuenta desde hace dos años con una base común de tiempo.

Estos estudios son importantes, pues se enfocan en los efectos de sitio. A partir de los resultados obtenidos se buscará contribuir a caracterizar mejor el peligro sísmico y optimizar los diseños estructurales de las edificaciones e infraestructura que se construya en sitios con alta sismicidad, como es el caso del DF, lo que impactará en la preservación de la vida, explicó el integrante de la Academia Mexicana de Ciencias.

“A través de estos trabajos se obtiene información que los ingenieros estructuristas utilizan en el diseño de las edificaciones, para entender qué tipo de fuerzas sísmicas deben resistir las estructuras; asimismo, los datos obtenidos pueden ser empleados en los códigos para diseño sísmico que existen en el país”, destacó.

Sánchez Sesma recordó que la vulnerabilidad de las edificaciones en la ciudad de México es un tema de gran relevancia debido a las condiciones particulares del subsuelo, aunado a la cercanía de fuentes sísmicas importantes; por lo tanto, estos trabajos se enfocan en un objetivo común que es el de tener ciudades más seguras ante eventos sísmicos.

CIENCIA TRAS EL PROYECTO. Durante los últimos 10 años se ha consolidado la teoría de campos difusos y hubo diversas aplicaciones en sismología. Esta teoría establece que el promedio de las correlaciones cruzadas del movimiento durante la vibración ambiental permite estimar la respuesta impulsiva del sistema y de ahí se obtienen las ondas superficiales.

La novedad es que en vez de ruido ambiental se usarán registros de sismos históricos de los últimos 25 años. Por ello, Francisco Sánchez Sesma, Marcela Baena –quien dentro del proyecto realiza su tesis doctoral-, y otros investigadores, extraerán las ondas superficiales y aplicarán técnicas de inversión para construir perfiles de velocidades de corte, que finalmente serán validados con características geológicas conocidas, resultado de investigaciones previas en la cuenca, y con registros de perforaciones existentes.

Actualmente se registran más temblores que hace 20 años porque hay más estaciones que los detectan. Antes hubieran pasado inadvertidos. En el Valle de México son 70 las estaciones, pero si se comparan las tasas de ocurrencia de los grandes sismos en el mundo, lo que se observa es que ha habido estabilidad a lo largo de los años, dijo Sánchez Sesma.

En promedio, en el mundo se registra un temblor de magnitud 6 o más cada tres días, al menos uno de magnitud 7 o más al mes y uno de magnitud 8 cada año. Los sismos de magnitud 9 ocurren aproximadamente cada 50 años.

Entonces, ¿por qué a veces parece que los temblores son más frecuentes? pues por las razones expuestas. “La gente nota cuando los sismos golpean zonas pobladas. Un gran terremoto en Japón es noticia, pero un gran sismo en el Pacífico sur es de interés sólo para los sismólogos, explicó el experto.

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