Ofertas de campaña/2

A Ciencia cierta
07 de marzo de 2006
Adrián Gimate-Welsh*

Recordemos el discurso de Vicente Fox en el primer debate hacia las elecciones de 2000: ¡Esta noche nos presentamos seis candidatos, de los cuales cinco compartimos una idea en común: la urgente necesidad de la alternancia en el poder!. ¡La alternancia soy yo!, serí­a el espacio mental proyectado.

Las encuestas confirmaron su estrategia mediática: 43 por ciento votó por él tomando como criterio el mensaje del cambio, y sólo 17 por ciento por la plataforma electoral. Esto refleja la importancia de la oferta polí­tica, pero también la pertinencia de la estrategia discursiva en las campañas.

La movilidad del votante es una realidad en el electorado mexicano. Las elecciones de 2003 lo han puesto de manifiesto. El PAN perdió 6.1% de sus curules en la LIX Legislatura con relación a la anterior.

Son varios los motivos de la caí­da, pero es innegable que el electorado tiene memoria; votó de acuerdo con la agenda publicitada: eficiencia, combate a la corrupción, apoyo a educación e investigación, esclarecimiento del Fobaproa, crecimiento económico, solución a la problemática indí­gena, etc.

¿Ha cumplido Fox sus promesas? Los lectores tienen la respuesta. Para mí­, mintió. Como candidato, cuestionó el neoliberalismo económico; ahora es su paladí­n.

Una oferta de campaña es un acto de lenguaje que se reviste de verdad en el que se establece una relación del sujeto con esa verdad; es la adhesión de sí­ con la promesa de campaña. Es un acto que tiene implicaciones ético-religiosas: se vuelve un acto de esperanza, de fe. Pero ello conlleva actos de observancia de esa creencia: obligaciones, responsabilidades.

Si bien los votantes eligen según su perfil ideológico, partidista o por estrategia, también demandan congruencia entre oferta y acciones; exigen rendición de cuentas.

El gobierno de Fox y el PAN tendrán que rendir cuentas, como pasó con el PRI en 2000. Por ello, debemos emitir nuestro voto pensando retrospectivamente. La lealtad partidista de la que tanto habla Madrazo no es un comportamiento automático. El ciudadano exige promesas cumplidas.

Ahora, han iniciado las campañas. Madrazo pretende apropiarse de la figura emblemática de Juárez y promete ¡nunca más volveremos a traicionar a los pueblos indí­genas!. ¿Cómo creerle si ya los traicionó en 2001? Calderón, como Labastida en su momento, hace esfuerzos por no ser el candidato de la continuidad, y López Obrador comete el error de no aprovechar que sus oponentes lo imiten en sus propuestas.

*Investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Iztapalapa, y Miembro de la Academia Mexicana de Ciencias.
agw@xunam.unam.mx

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