El agua desde las ciencias sociales

A Ciencia cierta
14 de marzo de 2006
Diana Birrichaga Gardida*

Esta semana México será anfitrión del IV Foro Mundial del Agua, don-de se revisarán las polí­ticas para enfrentar el reto global de una gestión correcta de los recursos hí­dricos.

¿Por qué es prioritario el tema? Reportes recientes dan cuenta de la situación crí­tica en nuestro paí­s, pues algunos estados muestran desequilibrios en el abasto en zonas urbanas y rurales.

Hace una década esta problemática obligó al gobierno a declarar el asunto como de seguridad nacional. Con una nueva orientación, las polí­ticas públicas buscan hacer un uso más adecuado y racional del agua.

Así­, se busca crear conciencia de que el agua es escasa y finita, para lo que se requiere comprender que los problemas son de carácter social, y sólo con estudios de larga duración es posible analizar las transformaciones en torno a su gestión.

La situación en los próximos años será crí­tica, pues la falta de agua para 2025 alcanzará al 33% de la población mundial. La distribución será conflictiva por la creciente demanda de las ciudades y las prácticas de riego insostenibles.

El que los recursos hí­dricos atraviesen fronteras es un foco de conflicto; hay preocupación por las futuras guerras por su control. ¿Es correcta esta percepción?

Desde hace una década distintas instituciones han centrado su interés en explicar las limitaciones y contradicciones en el abasto entre el medio rural y urbano. Los estudios sobre los usos del agua han cobrado centralidad en las ciencias sociales y humanidades.

Los cientí­ficos sociales perciben un contexto donde las desigualdades en la distribución del abasto a los diversos sectores son causales de conflictos.

Su esfuerzo se traduce en libros y artí­culos que perfilan un mapa de los cambios que la sociedad mexicana ha experimentado en torno al vital lí­quido. Ahora sabemos más sobre la cuenca del Lerma, los problemas del lago de Chapala, la historia de las empresas de agua potable, etc. Sin embargo, aún falta mucho por explicar.

El gobierno, la academia y la sociedad necesitan impulsar más estudios, pero con ellos no se pretende que el agua sea el eje de la organización social; la propuesta es que mediante esta variable se estudien las relaciones sociales y polí­ticas involucradas en torno a su aprovechamiento.

*Investigadora de El Colegio Mexiquense. Espacio de opinión de la AMC.

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