A Ciencia cierta
30 de agosto de 2005
Luis Marat ílvarez Salas*
En nuestra entrega anterior se estableció a la infección por el virus del papiloma humano (VPH) como un factor de riesgo para el desarrollo de cáncer cervical, pero no toda infección desemboca en cáncer. Existen varios tipos de VPH, pero sólo alrededor de 20 se encuentran en tumores malignos, siendo los tipos 16 y 18 los más comunes.
¿Debemos detectar y atacar a los VPH con peores pronósticos? Hace más de 10 años que esto se hace en el mundo (que no en México) y no hay disminución significativa de casos ¿Por qué? La detección del virus sólo es posible en mujeres que asisten al ginecólogo donde los tratamientos contienen la infección, evitando la progresión a cáncer, independientemente si hay detección de VPH.
Las mujeres que desarrollan cáncer cervical usualmente no asisten al ginecólogo hasta presentar problemas mayores. Además, la detección es costosa y fuera del alcance tecnológico de la mayoría de las clínicas mexicanas, por lo que se busca la infección por VPH (aparición de displasias, verrugas o condilomas). Con este pretexto, se hacen tratamientos extremosos en lesiones con VPH benignos no asociados a cáncer, o bien, se explota el miedo y se procede a cirugías innecesarias y costosas que afectan el bienestar reproductivo de la paciente. Así, por su costo actual, la detección de VPH sólo podría ser una estrategia aditiva a la prueba de Papanicolau y la colposcopía, que son bastante eficientes y baratas.
Otra alternativa es la educación de la población. Sin embargo, tomará mucho tiempo y quizá nunca se logre ¿Ya le echó un vistazo a los nuevos programas educativos gubernamentales?
El tratamiento de un cáncer avanzado es más costoso y menos efectivo que el administrar una vacuna ¿Debemos entonces prevenir la infección por VPH? La vacunación tiene una lógica indiscutible. Si preparamos nuestro sistema inmune para combatir la infección por este virus entonces la probabilidad de alojar una infección será minúscula y las tasas de incidencia y mortalidad se vendrán al suelo. Así que ya estaríamos haciendo fila para recibir la vacuna contra VPH.
¿Qué ocurre entonces? Primero, gracias a un gobierno que ha ignorado al científico mexicano, las vacunas contra VPH son importadas y relativamente nuevas. Dado que la infección se presenta tanto en el hombre como en la mujer, habría que vacunar a todos los mexicanos antes de iniciar su actividad sexual y también a los que ya la han iniciado. Es decir, una inversión de miles de millones de pesos que va a ir a parar a compañías farmacéuticas extranjeras para las cuales sería un negocio fantástico.
Tomemos en cuenta que sólo un pequeño porcentaje de infecciones por VPH progresan a cáncer. Segundo, la progresión a cáncer es un evento esporádico y lento, por lo que ninguna de las vacunas ha demostrado su eficacia como tal, sino contra la infección. El efecto sobre cáncer tardará más de 20 años en evaluarse suponiendo la vacunación de toda la población descrita. Tercero, las vacunas son monovalentes y la más nueva tetravalente, es decir, sólo protegen contra un tipo de VPH y, a lo más, contra cuatro tipos.
Así, hay buenas posibilidades de que una vez vacunada contra un tipo de VPH la paciente pueda presentar una infección con otro tipo de virus. Además, no hay capacidad (ni aquí ni en China) para producir 80 millones de dosis en un tiempo corto, por lo que las tasas de incidencia y mortalidad permanecerán intactas por décadas.
La detección temprana, vacunación y educación es la mejor estrategia contra el cáncer cervical, no sólo porque nos evitaríamos la gran incidencia de cáncer, sino porque permitiría a aquellos en el poder el echar un vistazo a lo que científicos mexicanos hemos logrado para detectar y combatir el VPH. ¿Conoce usted el Cinvestav? El tiempo y el espacio son constantes pero en los medios son finitos ¡Hasta la próxima!
*Investigador del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados.
En este espacio de la Academia Mexicana de Ciencias escriben integrantes de la comunidad científica.