Late a toda marcha el corazón

El Financiero
5 de noviembre de 2013
Héctor Ramos

Para los médicos y familiares de la persona con hipertensión, es una batalla diaria tener que recordarle que debe tomar su medicamento, así como cuidarse, pues como si fueran “niños chiquitos” se esconden para fumar, tomar refresco, consumir frituras saturadas de sal y otros productos que a medio plazo los empeorarán.

En la mayoría de las ocasiones, las personas no saben que son hipertensas hasta que su médico se lo dice. De cada 10 personas con esta enfermedad, solo siete recibe tratamiento farmacológico y de éstas, apenas tres lo sigue al pie de la letra.

Al principio, las personas con presión elevada no sienten ningún cambio, quizás mareos repentinos pero nada para preocuparse. Conforme pasan los años y el daño a las arterias se va incrementando, ocurren infartos al corazón, accidente cerebrovascular, deficiencias en los procesos mentales e insuficiencia renal.

Una de las líneas de investigación dice que para evitar estas consecuencias, es necesario que el riñón recoja y expulse, a través de la orina, la sal en exceso que consuma el hombre, pues su acumulo en el organismo favorece a la hipertensión.

Las personas con este problema podrían ayudarse a sí mismas, comiendo frutas y vegetales ricos en potasio como: plátanos, frijol, calabaza, melón, fresas, entre otros. Esto porque el investigador Gerardo Gamba comunicó a la Academia Mexicana de las Ciencias (AMC), que en el laboratorio se ha observado que estos alimentos tienen una proteína trasportadora y reguladora de sal en las células. “De esta manera se reduce y se puede prevenir la hipertensión”, destacó el especialista. Agregó que aunque es necesario investigar más los procesos a nivel molecular, se ha encontrado que la obesidad es otra enfermedad precursora de la presión elevada.

Una encrucijada que el especialista dejó sobre la mesa de diálogo, es que se pueden tomar acciones para disminuir la obesidad y aumentar la actividad física pero lo que él cree que es muy difícil es la reducción en el consumo de sal, pues los alimentos ya están preparados con altas cantidades de este elemento para evitar que se echen a perder. “De lo contrario no se podría proporcionar alimentos en urbes tan pobladas como la Ciudad de México, por lo que la perspectiva es explorar cómo hacerle para que la gente deseche más sal, a través de los riñones”, apuntó el experto.

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