Academia Mexicana de Ciencias
Boletín AMC/360/13
México, D.F., 13 de octubre de 2013
- La biodiversidad se debe convertir en potencial del desarrollo sustentable y del bienestar social de la población que vive en la pobreza: Carabias
- A pesar de que llevamos más de 20 años con estos instrumentos, solo seis estados han publicado y actualizado sus Atlas de Riesgo: Enrique Provencio
- Las poblaciones biológicas tienen la capacidad de crecer exponencialmente pero los recursos no, dijo el doctor José Sarukhán.
Foto: Archivo AMC.
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Quien piensa que se puede crecer indefinidamente en un planeta finito, esta loco o es economista. No hay forma de crecer en una curva que parece exponencialmente infinita, dijo José Sarukhán Kermez, coordinador de la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio) y ex presidente de la Academia Mexicana de Ciencias.
Durante la presentación de la mesa «Capital natural y desarrollo», que se realizó la semana pasada en El Colegio Nacional como parte de los actos conmemorativos del 70 aniversario de esta institución, el investigador miembro de este Colegio y ex rector de la Universidad Nacional Autónoma de México fungió como moderador.
Sarukhán hizo una introducción al tema, pero antes presentó a otros participantes entre ellos a Julia Carabias, ex secretaria de Medio Ambiente, Recursos Naturales y Pesca y Enrique Provencio, especialista en desarrollo sustentable y aprovechamiento de recursos naturales.
Sarukhán expresó que «las poblaciones biológicas tienen la capacidad de crecer exponencialmente pero los recursos crecen aritméticamente. Actualmente tenemos 7 mil millones de habitantes en el mundo, las expectativas de vida humana alcanzan los 70 a 80 años porque la tecnología ha cambiado este tipo de cosas, pero sabemos que hay límites (…), nos preguntamos qué tanto esa tecnología ha cambiado las cosas impunemente, sin externalidades, tanto económicas como sociales», expresó Sarukhán.
Los temas que se trataron en la mesa fueron desarrollo sustentable, límites del crecimiento y capital natural, también se abordaron los conceptos de sustentabilidad, territorio y vulnerabilidad, lo cual, dijo Sarukhán: «nos queda cerca con lo que vivimos hace unas semanas -con Manuel e Ingrid-, que demostró la incapacidad humana, por falta planeación territorial».
Medio ambiente, eje rector
Para Julia Carabias «lo que nos está faltando es una visión integral, no estamos cruzando el tema ambiental de manera suficiente para entender cómo fortalecer otras áreas como la de la seguridad alimentaria. El medio ambiente no está siendo un eje rector, no hay un programa de sistema alimenticio que la Sagarpa este llevando a cabo.
«Somos uno de los 25 países más desiguales en el mundo, pero tenemos el cuarto lugar en biodiversidad y la paradoja es que la mayoría de esta biodiversidad se encuentra en las tierras de los más pobres, que son las comunidades indígenas y campesinas», por eso concluyó que la biodiversidad se debe convertir en potencial del desarrollo sustentable y del bienestar social de esta parte de la población que vive en extremo de pobreza.
Planeación territorial
Enrique Provencio abordó el tema de territorio y vulnerabilidad. Sostuvo que «si el Estado no tiene la capacidad de regular el uso ordenado del territorio, se pierden las posibilidades de interacción entre las sociedades y de libre comercio, se restringe el libre tránsito y a fin de cuentas se termina limitado el uso ordenado de territorio».
Coincidió con Sarukhán al decir que fenómenos como Manuel e Ingrid ponen al descubierto la ocupación inadecuada del suelo por asentamientos humanos, infraestructura, uso ganadero, u otras modalidades de uso.
Sobre los instrumentos que existen en el país para atacar ese mal uso del suelo, dijo que hay por lo menos cuatro, que desde diferentes perspectivas han intentado introducir una regulación sobre los diferentes tipos de propiedad del mismo.
Desde el punto de vista ambiental está el más conocido de todos, el ordenamiento ecológico del territorio, «llevamos al menos tres décadas intentando formalizar ordenamientos que establezcan una definición normativa sobre cuáles suelos se deben conservar, aprovechar, proteger y restaurar».
Después de varios intentos, en 2012 se publicó el primer ordenamiento a escala nacional, declaratoria que pasó sin pena ni gloria, más con pena, porque nadie se ha hecho cargo de ese instrumento, acotó.
Los segundos instrumentos son más concretos, son los del ordenamiento territorial que se tendrían que traducir en los programas de uso de suelo y los de desarrollo urbano, esas dos vertientes nunca se han encontrado, nunca se han cruzado. No estamos haciendo ordenamientos territoriales que tomen como base el ordenamiento ecológico del territorio, explicó.
El tercer instrumento, surgió a partir de 1990 por la importancia que se le dio a la protección civil. Se crearon los atlas de riesgo, que son el instrumento maestro para la población, se publicaron por primera vez a principios de los años 90, ya estamos en la segunda generación de ellos, y son para poder definir la susceptibilidad humana a sufrir impactos por diferentes fenómenos o amenazas naturales.
Pero según Provencio, «a pesar de que llevamos con este instrumento más de 20 años, muy pocos estados, apenas seis, han publicado y actualizado sus atlas de riesgo». Luego pasó al cuarto instrumento, que está relacionado con los programas de adaptación ante el cambio climático, «estos deben tener una expresión territorial para atacar diferentes problemas como por ejemplo la exposición a amenazas naturales y reducir la vulnerabilidad humana y ambiental».
En la mesa participaron además Juan Carlos Belausteguigoitia, director ejecutivo del Centro Mario Molina y Gustavo Gordillo, ex representante regional de la FAO para América Latina y el Caribe.
Elizabeth Ruiz Jaimes