La Jornada
24 de agosto de 2012
Fernando Camacho Servín
En el Índice Global de Innovación 2012 el país está en el lugar 79 de una lista de 141
Especialistas de la AMC, la UNAM y Colmex advierten que de no haber un cambio seguirán bajando los índices de competitividad, incluso frente a naciones con menos potencial y recursos
Debido a la falta de inversión gubernamental, México está estancado desde hace décadas en materia de ciencia y tecnología; si no hay un cambio pronto, el país seguirá bajando en los índices de competitividad hasta compararse con naciones con mucho menor potencial y recursos que la nuestra.
Tal fue la advertencia que lanzaron diversos especialistas en el tema, al dar a conocer los resultados del Índice Global de Innovación 2012, instrumento de medición diseñado por la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual y el Instituto Europeo de Administración de Empresas.
Luego de dar a conocer que México ocupó este año el lugar 79 en una lista de 141 naciones –tras haber figurado en el 37 en 2007, el 61 en 2008, el 69 en 2009-2010 y el 81 en 2011–, José Franco, presidente de la Academia Mexicana de Ciencias (AMC), advirtió que el país tiene un grave déficit de infraestructura científica, mediante la cual se genera conocimiento y se desarrollan nuevas tecnologías.
De acuerdo con el especialista, la gran mayoría de las empresas que operan en el país –incluso las que se consideran más avanzadas– se limita a hacer mejoras administrativas de atención al cliente, en vez de asumir la tarea real de innovar, por lo que llamó a tomar medidas fuertes en este ámbito, como crear una Secretaría de Ciencia y Tecnología, y rediseñar las políticas públicas para dedicar mayores recursos a dicha tarea.
Nuestro sistema de ciencia y tecnología necesita expandirse para funcionar bien, para lo cual hay que invertir más en él. Si nos comparamos con países líderes, estamos varios niveles abajo de ellos; un ejemplo es que en México hay 200 astrofísicos, mientras en Estados Unidos hay 4 mil, subrayó.
Por otra parte, el también titular de divulgación de ciencia de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) hizo notar que el trabajo de investigación tecnológica en el país ha recaído sólo en las instituciones públicas de educación superior –que de por sí tienen recursos muy limitados–, mientras las privadas se restringen a ver la educación como negocio, sin invertir en la generación de conocimiento.
Estadísticas, en manos de la CIA
José Luis Fernandez Zayas, director general del Sistema Nacional de Investigadores, consideró por su parte que aunque México no está tan mal como hace 100 años, el abandono presupuestal de actividades sustantivas como la ciencia y la tecnología ha provocado que nos encontremos en condiciones cada vez más desventajosas, no sólo frente a los países industrializados, sino también ante otros más pobres que el nuestro.
Una de las principales consecuencias de ello, advirtió, es que nuestras actividades más cotidianas y vitales –como alimentarnos– dependen cada vez más de recursos obtenidos en el extranjero, como lo comprueba la reciente alza en los precios del huevo.
La crisis de la ciencia en el país es tal, dijo, que las estadísticas más confiables sobre el desempeño de este sector no las hacen las autoridades mexicanas, sino la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos (CIA, por sus siglas en inglés); no hay ningún tipo de planeación hacia el futuro, liderazgo ni capacidad de diálogo para crearla.
Ningún partido ha demostrado interés o capacidad en los temas de ciencia y tecnología; por eso no hay que dejar sólo a ellos esta tarea. Podemos ser moderadamente optimistas, porque sí tenemos instituciones sensibles al respecto; lo único que necesitamos para salir adelante es proponérnoslo y más visión del futuro, señaló.
En contraposición, Alejandro Nadal Egea, investigador de El Colegio de México (Colmex), no dudó en enfatizar que la posición del país es mucho peor de lo proyectado en el ranking de innovación 2012, pues la metodología de éste no es perfecta y puede ofrecer resultados engañosos.
Si vemos los números, podríamos pensar que no estamos tan mal, que ahí la llevamos, pero no hay motivos para congratularse, porque la economía de México da tumbos desde hace más de 30 años; no sólo está estancada, sino con crisis muy severas, lamentó.
Las innovaciones científicas, puntualizó, no se dan en el vacío, hay que tomar en cuenta las condiciones macroeconómicas del país; aquí tenemos un acceso al crédito muy poco disponible, bajo nivel de recaudación fiscal y un gasto público en ciencia de sólo 0.44 por ciento del Producto Interno Bruto, cuando el mínimo recomendado por Naciones Unidas es de al menos uno por ciento, deploró.
En México sí hay recursos, pero no se dirigen adonde hace falta, por eso se han dejado algunos sectores fundamentales al garete. Estamos ya en la segunda Gran Depresión Económica, con más de 10 años de estancamiento global, y eso le va a pegar más al país, pero el gobierno sigue diciendo que no hay problema, y confiando en reservas volátiles, que en cualquier momento se pueden ir, lo cual causaría una crisis como la de 1994, sostuvo.
Para comenzar a resolver esta situación, estimó Nadal, no basta aplicar medidas cosméticas: hacen falta cambios a escala macroeconómica. Hay que enfrentarse a los organismos internacionales de crédito, no ir con ellos de rodillas, porque el mercado solo no nos está llevando al desarrollo.
Blanca Jiménez, vicepresidente de la AMC, consideró a su vez que algunos de los pasos más urgentes que debe tomar el país son impulsar la innovación como un hábito desde los primeros niveles educativos; sensibilizar a los tomadores de decisiones sobre la importancia de la ciencia y la tecnología, y diseñar planes de mitigación de fenómenos como el cambio climático.