La ley del cielo

A Ciencia cierta
14 de febrero de 2006
José Alberti López G.*

Es común que cuando nos acercamos por carretera de noche a una ciudad, ésta se revela en la distancia por un domo brillante de luz. Toda esa luz que ilumina el cielo, ¿para qué sirve? La respuesta es: para nada, únicamente representa gasto innecesario de energí­a eléctrica. El desperdicio de luz incrementa las cuentas públicas de energí­a eléctrica en ciudades y municipios.

Además, construir la infraestructura necesaria para generar esta energí­a es muy costoso. Es necesario entonces utilizar la energí­a eléctrica racional y prudentemente. Sin embargo, utilizamos alumbrado público y exterior en nuestras casas que emite un alto porcentaje de la luz hacia arriba, la desperdicia.

La luz la necesitamos alumbrando hacia abajo, para ver nuestro camino por la noche, a pie o en auto, por seguridad, para mantener actividades productivas o recreativas, la luz la necesitamos dirigida a su objetivo, hacia donde nos encontramos y sólo con la intensidad necesaria.

Existe otro aspecto negativo del uso irracional de la iluminación pública: el de la contaminación ambiental. El cielo es parte de nuestro ambiente, pero poco nos percatamos de la contaminación del cielo; sólo lo hacemos cuando salimos de nuestras ciudades y volteamos a ver el cielo y redescubrimos todas esas estrellas que ahí­ están y que ya no podemos ver desde nuestras casas, por ese cielo contaminado de luz.

El planeta se está quedando sin lugares oscuros, y en particular sin lugares adecuados para instalar grandes observatorios astronómicos profesionales, los instrumentos que son nuestro vehí­culo al entendimiento del Universo que nos rodea.

Las grandes manchas urbanas crecen y van cerrando el paso a los lugares adecuados para instalar los observatorios. Afortunadamente para nosotros, México cuenta con uno de los mejores lugares del planeta para la observación astronómica y en donde la UNAM ha ubicado nuestro Observatorio Astronómico Nacional.

Este lugar se encuentra en la Sierra de San Pedro Mártir, en el estado de Baja California.

Ubicado a casi tres mil metros de altura y flanqueado al este por el mar de Cortés y al oeste por el océano Pací­fico, nuestro observatorio se encuentra en un lugar excepcional para la investigación del Universo.

A pesar de ello, las luces de las ciudades cercanas empiezan a ser motivo de preocupación para nuestro observatorio. Ante esta situación, las autoridades del observatorio están gestionando con el municipio de Ensenada el establecimiento de una Ley del Cielo que garantice la protección de los cielos circundantes al observatorio.

La reglamentación correspondiente comprende la instalación paulatina de lámparas de vapor de sodio y cubiertas superiores que dirijan el alumbrado hacia abajo y disminuyan el consumo de energí­a. Esta Ley del Cielo hace sentido. San Pedro Mártir es reconocido hoy en dí­a internacionalmente como uno de los pocos lugares que quedan disponibles en el mundo para la instalación de los grandes nuevos observatorios del siglo XXI.

Hace sentido porque ayudará al municipio de Ensenada a ahorrar energí­a eléctrica en el mediano plazo y pondrá un ejemplo de civilidad en el manejo responsable de recursos naturales y públicos. La Ley del Cielo deberí­a adoptarse en todo el paí­s.

Para más información sobre el Observatorio Astronómico Nacional en San Pedro Mártir, consultar: http://www.revista.unam.mx/vol5 /num4/art21/art21.htm

*Investigador del Instituto de Astronomí­a de la UNAM y miembro de la Academia Mexicana de Ciencias.

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