Academia Mexicana de Ciencias
Boletín AMC/053/12
México, D.F., 8 de marzo de 2012
- Investigadoras, integrantes de la Academia Mexicana de Ciencias, coinciden en que la ciencia no es un gasto sino una inversión en beneficio del desarrollo del país
- La Dra. Leticia Calderón Chelius, miembro de la Academia Mexicana de Ciencias (AMC).
Foto: Archivo
El país necesita primero educación, para luego tener una ciencia suficiente, potente, que le sirva al país; una ciencia que dé lugar a tecnología de alto nivel y de innovación, sostuvo la Dra. Esther Orozco Orozco, rectora de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México.
Por su parte Leticia Calderón Chelius, Investigadora y profesora del Instituto de Investigaciones del Instituto Mora, señaló que “el conocimiento acumulado con el que cuenta el país en todas las ciencias, en particular en las Ciencias Sociales, es el elemento fundamental que deben tomar todos los candidatos para poder pensar en lo que sigue para este país”.
Con relación a estas ideas la doctora Mayra de la Torre Martínez, adscrita al Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo en Hermosillo, Sonora, opinó que los gobernantes no reconocen a los científicos de primer nivel: “nunca toman en cuenta nuestras opiniones; traen expertos del extranjero y tienen aquí a la gente formada, que tenemos la cultura y conocemos nuestro país para resolver sus problemáticas”.
Las tres investigadoras, todas miembros de la Academia Mexicana de Ciencias (AMC), coincidieron en que la ciencia no es un gasto sino una inversión en beneficio del desarrollo del país.
Entrevistadas en el programa de radio “Alcanzando el Conocimiento”, conducido por Bertha Alicia Galindo Peláez, las científicas afirmaron que en México existe discriminación y manifiestan algunos ejemplos:
Calderón Chelius dijo: “en mi experiencia, hay una discriminación sutil, no es una cosa tan evidente; yo creo, tiene que ver con la carga extraordinaria que tengo sobre mí por el hecho de ser mujer y, todo esto junto, tiene que ver también con una serie de decisiones a lo largo de la vida que son personales, responsables, tomadas como tales; pero implican romper con moldes tradicionales, con la ideas que los otros tienen sobre lo que tú tendrías que haber hecho y preservado para la tradición y la familia”.
De la Torre Martínez, narró que era de aquellas mujeres científicas que pensaba que eso de la discriminación no existía, “pero me di cuenta, cuando me dieron el Premio Nacional de Ciencias y Artes -en el área de Tecnología y Diseño, en 1988, que deje de ser la muchacha bonita y simpática a la que todos le coqueteaban para que me vieran como una competidora”.
La ingeniera bioquímica relató que se enteró del Premio por una entrevista que le hizo una periodista y que fue hasta dos semanas después de esto que recibió una llamada oficial en la que le decían, “doctora, entienda que en este país de machos, era tremendamente difícil decidir que el Premio se le iba a otorgar a una mujer y por eso no le habíamos hablado”, -imagínese, como en este país se da un premio de Ciencias y Artes a una mujer por trabajo en ingeniería- comentó.
Por su parte la doctora Orozco subrayó: “yo mucho tiempo viví creyendo que la discriminación estaba sólo en la cabeza de las mujeres, pero te das cuenta de lo qué es cuando la conoces a fondo, es como la violencia, cuando identificas lo que es violencia, puedes saber si estás siendo víctima de la violencia”.
Sostuvo que a las mujeres les cuesta llegar a ciertos puestos y cuando llegan saben lo que significa enfrentarse a un ambiente frecuentemente de misoginia exacerbada y no solamente por parte de los hombres, “también las mujeres ejercemos esa mala conducta a la que vivimos habituados, la que nos han enseñado desde la familia”.
Con estos argumentos las científicas no solo pidieron igualdad de género, respeto a su trabajo, sino también que se apoye a la ciencia y a la tecnología, además de que se utilicen estas herramientas para el desarrollo del país.