México cumple 70 años de incursionar en astrofísica

La Crónica de Hoy
17x de febrero de 2012
Isaac Torres Cruz

Academia

«El año es 1942. En una colina que delata la historia prehispánica de México, se elevan edificios, casetas dispersas recién construidas, su color amarillo brillando intensamente bajo un sol invernal (…). Están congregados alrededor de la escalinata del edificio principal, frente a los dos volcanes, los dirigentes del pueblo de Tonantzintla, del estado y la ciudad de Puebla, un grupo representativo de reconocidos intelectuales, maestros, científicos mexicanos, secretarios de Estado, diputados, senadores, entre otros, y un elenco de astrónomos-astrofísicos norteamericanos (…)

“Así se celebraba la inauguración del Observatorio Astrofísico de Tonantzintla el 17 de febrero de 1942, acto que daría la pauta y marcaría el principio de una época que continuamos”, refiere la astrónoma Paris Pismis en el libro La historia de la astronomía en México (FCE), sobre uno de los pasos más importantes que el país dio para consolidarse en la astronomía y astrofísica, legado que perdura y se sigue cultivando hasta ahora.

El Observatorio Astrofísico Nacional de Tonantzintla (Oanton) cumple así su 70 aniversario, antecedente histórico del Instituto Nacional de Física Óptica y Electrónica (Inaoe) de Puebla, centro Conacyt que encabeza las celebraciones y que hoy organiza una mesa redonda y una velada astronómica a partir de las 18 horas en sus instalaciones.

Nebulosas formadas de material expulsado de estrellas jóvenes viajando a grandes velocidades antes de chocar; objetos cuyo brillo es cien veces mayor al de todas las estrellas de nuestra galaxia juntas; nebulosas resultantes de estrellas moribundas; cometas…, estos y muchos otros objetos sorprendentes fueron descubiertos en Tonantzintla en la placas obtenidas con la Cámara Schmidt, una de las tecnologías astronómicas más avanzadas de su época.

El antecedente del Oanton fue años atrás el Observatorio de Tacubaya, que era un observatorio de “servicio” que llevaba la hora y realizaba observación de los astros como referencia geográfica, refiere Alberto Carramiñana Alonso, director del Inaoe. “Al empezar el Observatorio de Tonantzintla, y en particular al empezar Guillermo Haro a trabajar con la Cámara Schmidt, se comenzó a hacer astrofísica en México. Además, el Oanton fue el primer esfuerzo de descentralización de la ciencia en el país”.

FUNDACIÓN. El observatorio, fundado por Luis Enrique Erro, quien además fue su primer director, junto con la Cámara Schmidt, se realizaron importantes descubrimientos de objetos celestes, entre los cuales destacan las estrellas ráfaga, las galaxias azules, el cometa Haro-Chavira y los objetos Herbig-Haro o HH.

“La fundación del Observatorio Astrofísico de Tonantzintla fue la obra, y no será exageración decirlo, de una persona, un entusiasta astrónomo aficionado, Luis Enrique Erro. Don Luis era ampliamente conocido en los círculos políticos a través de sus variadas funciones en la política del país como innovador y ahora vertía toda su capacidad y energía en crear una institución que conduciría la astronomía de un solo brinco hacia la astronomía moderna, la astrofísica”, relata Pismis, en el mismo libro, coordinado por Marco Antonio Moreno Corral.

Para entonces, el equipo del Oanton estaba formado por un grupo de científicos y técnicos de gran nivel, Carlos Graeff Fernández, Paris Pismis, Luis Rivera Terrazas, Guillermina y Graciela González, entre otros.

GUILLERMO HARO. Posteriormente, Guillermo Haro, quien desde 1948 era director del Observatorio Nacional de Tacubaya, de la UNAM, es nombrado también director del Oanton, unificando objetivos de dos instituciones durante los casi 20 años en que las dirigió.

Durante las décadas de los cincuenta y sesenta se publicó el Boletín de los Observatorios de Tonantzintla y Tacubaya, se instaló un telescopio de un metro de diámetro tipo Cassegrain y se comenzó con el desarrollo de la óptica y de la electrónica. En los sesenta la contaminación lumínica producida por las luces de Puebla imposibilitaba el desarrollo de programas observacionales en Tonantzintla, por lo que Guillermo Haro se abocó a la transformación del Oanton en un centro de investigación.

Hacia 1966 se reconoció la necesidad de construir un telescopio de mayor diámetro, pero resultó evidente que el sitio en Tonantzintla ya no era adecuado para tal fin. Por lo cual se buscó un sitio con las mejores características en cuanto a oscuridad de cielo, baja nubosidad y baja turbulencia atmosférica. Este sitio es precisamente la Sierra de San Pedro Mártir, donde se ha llevado a cabo la extensión y desarrollo del Observatorio Astronómico Nacional.

En 1968, al dejar la dirección del Instituto de Astronomía de la UNAM, se dedica de tiempo completo a dirigir el Oanton y enfoca todos sus esfuerzos para revitalizarlo. Impulsa la transformación de Observatorio Astrofísico Nacional de Tonantzintla en el INAOE, cuyo decreto presidencial que lo creó se expidió el 12 de noviembre de 1971.

El añadido de óptica y electrónica, apunta Carramiña, buscaba dar respuestas al cuestionamiento de Haro sobre la validez de hacer ciencia tan pura en un país con las carencias que tenía. Ambas “no sólo como apoyo a la astrofísica, sino también para canalizar el conocimiento a la sociedad”.

Serían dos décadas después cuando a la llegada de Alfonso Serrano Pérez-Grovas a la dirección del Inaoe, y siguiendo la tradición de sus antecesores, busca mantener a la ciencia mexicana a la misma altura que en países más avanzados, involucra al instituto en el proyecto científico-tecnológico de mayor envergadura, que existe hasta la fecha, en América Latina: el Gran Telescopio Milimétrico (GTM).

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