La enfermedad renal crónica: un reto para la ciencia en la salud

La Crónica de Hoy
8 de feberero de 2012
Gerardo Gamba Ayala

Opinión

El miércoles primero de febrero se dio inicio a los trabajos del año 149 de la Academia Nacional de Medicina, una de las organizaciones académicas más antiguas y serias de nuestro país. Como tradicionalmente ocurre, el año académico se inició con la cátedra especial Dr. Ignacio Chávez, que en esta ocasión fue espléndidamente dictada por mi colega y amigo, el doctor Ricardo Correa Rotter, jefe del Departamento de Nefrología del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán.

Con la habilidad que tiene para transmitir en pocos minutos una visión clara, crítica y global de un problema de salud grave que ha tomado desprevenido al país entero, el doctor Correa explicó la situación actual y futura de la enfermedad renal crónica. Con los datos mostrados queda claro una vez más que se necesita de una importante generación de conocimientos a través de la investigación científica que nos dé las herramientas para poder hacer algo que mejore el panorama para los próximos 50 años.

El espectro de la enfermedad renal crónica se divide en cinco estadios que van del paciente con mínimos datos de daño renal (aparición de concentraciones mínimas de proteínas en orina), hasta aquel con daño renal tan avanzado que requiere de sustituir la función renal mediante la utilización de diálisis o con trasplante renal. Éste es un problema de salud creciente porque los factores de riesgo para desarrollar enfermedad renal crónica son las epidemias de problemas complejos de salud asociados con el envejecimiento y malos hábitos de la población, como la diabetes mellitus, la hipertensión arterial, la enfermedad cardiovascular, la obesidad, el síndrome metabólico y el consumo crónico de diversos tipos de fármacos, encabezada la lista por los analgésicos y antiinflamatorios.

Hoy en día sabemos que nuestro país existen cerca de 65 mil pacientes en diálisis y se estima otro tanto que deberían de estarlo, pero por diversas razones no tiene acceso a este tipo de terapia, lo que da un aproximado de 130 mil pacientes en la etapa más avanzada de la enfermedad (estadio 5). Ésta es la punta del iceberg. El problema es mucho mayor. En México no existen datos epidemiológicos que nos permitan visualizar con exactitud el problema. En un estudio realizado por el doctor Cueto Manzano en Guadalajara, Jalisco, se observó que al analizar una población de 756 pacientes con diabetes mellitus, en consulta externa, se encontró que sólo 30 % tenían función renal normal; alrededor de 50% tenía nefropatía en estadios 1 a 2; y 20% en estadios 3 a 4. Una extrapolación de estos datos sugiere que de los 6 millones de pacientes adultos con diabetes, que se estiman hay en México, 4 millones tengan algún grado de afección renal. Según estimaciones realizadas por el doctor Malaquías López ,de la Facultad de Medicina de la UNAM, si tomamos como base nuestro número de pacientes con enfermedad renal terminal y extrapolamos a la tasa x millón de habitantes de los diversos estadios de enfermedad renal crónica en otras partes del mundo, se calcula que en México debe haber alrededor de 180 mil individuos con estadio 4, cerca de 2.5 millones en estadio 3, un poco más de 3 millones y medio en estadio 2 y más de 6 millones en estadio 1. Esto significa que más de 12 millones de mexicanos tienen algún grado de daño renal y que muchos pueden evolucionar hacia los estadios más avanzados, si no hacemos algo para prevenirlo. En México sólo hay 600 nefrólogos certificados, por eso digo que esta epidemia tomó desprevenido al país entero.

Queda claro que la transición de la medicina curativa a la preventiva es un asunto que no puede esperar. La detección temprana de la enfermedad renal crónica se puede hacer con pruebas sencillas y de bajo costo y existen maniobras que se pueden implementar tanto en el estilo de vida, como farmacológicas para retrasar la progresión de la enfermedad. De esta manera, a un individuo de 55 años, con enfermedad renal crónica en estadio temprano sino le es detectada a tiempo le llevará un sólo lustro llegar al estadio 5 (a los 60 años) y podría tardarse tres lustros en llegar a esta etapa (a los 70 años).

La medicina curativa se ha implementado en México sin haber invertido en investigación científica porque, durante los siglos XIX y XX, México dejó que otros invirtieran en ciencia básica para descubrir las causas, mecanismos y curaciones de enfermedades; así como en investigación farmacológica y tecnológica, para desarrollar los medios curativos y diagnósticos, con la ventaja de que las mitocondrias, los macrófagos o el hígado de los extranjeros son bastante similares al de los Mexicanos. La consecuencia, por supuesto, es que ahora tenemos que importar todo para que nuestros médicos puedan curar a los mexicanos a unos precios que la población y el gobierno no pueden pagar.

A diferencia de la medicina curativa, no podemos hacer medicina preventiva con los datos epidemiológicos generados en otras latitudes. De por sí, en el mismo México, no es igual la epidemiología en el norte que en el bajío o en el sureste que en la ciudad de México. La única forma de hacer medicina preventiva es invirtiendo primero en la investigación científica que se requiere para generar el conocimiento necesario que permitan implementar maniobras preventivas útiles. De no hacer esta inversión, nos quedan dos opciones y ninguna me parece atractiva. La primera, es no hacer nada y esperar sentados a los 360 mil pacientes con enfermedad renal en estadio 5 que se estima habrá en el año 2020, de los cuales podrán dializarse y/o trasplantarse en el mejor de los casos sólo 50 por ciento, con un costo 100 veces mayor que la inversión en ciencia epidemiológica que se requiere. La segunda, es esperar a que otro país invierta en hacer la ciencia epidemiológica que requiere México, para luego poder implementar la medicina preventiva, con datos que tendríamos que comprar, también a un costo 100 veces mayor que la inversión en ciencia epidemiológica que se necesita.

Consejo Consultivo de Ciencias

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