SciDev
30 de mayo de 2011
Cecilia Rosen
Sólo una de cada 10 mil personas tiene un doctorado en México
¿Pueden las recientes políticas y nuevos programas combatir la falta de ciencia y tecnología propias en México? Cecilia Rosen lo averigua.
[CIUDAD DE MÉXICO] Pese a ser uno de los países más ricos de América Latina, en los últimos años México ha progresado poco en lo que respecta a desarrollar sus propios programas de ciencia y tecnología (CyT). Y ahora su dependencia de tecnología importada está alcanzando niveles críticos.
Según Arturo Menchaca Rocha, presidente de la Academia Mexicana de Ciencias, el pago por importación de bienes de alta tecnología se ha incrementado diez veces durante la última década, los pagos por regalías en tecnología se han elevado cinco veces, mientras que las regalías obtenidas por tecnologías hechas en México se ha reducido a la mitad.
“Hoy en día México compra 94 por ciento de su tecnología. Sólo seis por ciento es el resultado de sus propias invenciones”, dijo a SciDev.Net Menchaca Rocha.
Varias de las razones son bien conocidas. México se enfrenta a un incremento en la fuga de cerebros de científicos, lo que podría haberle costado al país más de US$3 millones el año pasado, según estima Menchaca Rocha. Entrenar nuevos científicos toma tiempo y sólo una de cada 10 mil personas tiene estudios de doctorado.
Otros problemas incluyen la producción a pequeña escala, frecuentemente marginal y aislada, de tecnología local, así como una marcada división entre la industria y la academia, a pesar de iniciativas como las oficinas de innovación en las universidades públicas y los incentivos fiscales para las empresas.
La pobre integración de la investigación básica y la industria es una de las razones principales para optar por la importación de tecnología.
Cuando se mide la producción de patentes y la capacidad inventiva en México, el paísse ubica en las últimas posiciones entre los países que integran la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE).
“La ciencia no está contribuyendo al desarrollo del país; esa es nuestra principal preocupación. El sistema científico y tecnológico no ha sido diseñado para servir al país”, dijo Sergio Ulloa, expresidente de la Asociación Mexicana de Directivos de la Investigación Aplicada y el Desarrollo Tecnológico (ADIAT).
La falta de asociaciones efectivas y a largo plazo entre la academia y el sector privado es uno de los problemas más críticos a resolver en el corto plazo, dijo Ulloa.
Estableciendo conexiones…
A finales de 2009, el Foro Consultivo Científico y Tecnológico (FCCyT) —un organismo independiente que aconseja al gobierno en materia de CyT— y otras 10 organizaciones formaron el grupo Vincula, también conocido como el G11, para promover la CyT a nombre de la ‘triple hélice’: academia, gobierno e industria. Se trata de la primera vez que los diferentes sectores trabajan conjuntamente de esta manera.
“Ahora vemos a los empresarios defendiendo la investigación básica y a los investigadores defendiendo la innovación”, asegura Juan Pedro Laclette, cabeza del grupo y coordinador del FCCyT. “Con esta iniciativa, acordada por todos, hemos logrado un gran cambio”.
La ADIAT, que es parte del G11, lanzó recientemente un programa nacional para entrenar a especialistas en la transferencia de tecnologías desde los centros de investigación y universidades al sector industrial. Cerca de 600 especialistas han sido capacitados desde octubre de 2010 y se empezará a trabajar con instituciones públicas y privadas este año.
…y exigiendo incentivos
La iniciativa más importante del gobierno en materia de tecnología es el ahora difunto programa de estímulos fiscales, establecido en 2002 por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT) para estimular la investigación y la innovación a través de la exención de impuestos a compañías que inviertan en I+D mexicano.
El consejo canceló el programa de US$ 1.300 millones en enero de 2009 después de haber recibido críticas dudando del carácter de investigación de los proyectos, así como bajo el argumento de que grandes compañías estaban usando el programa para evitar impuestos.
Se han establecido tres nuevos programas para apoyar las diferentes etapas de innovación en las empresas, particularmente empresas pequeñas y medianas, pero muchos empresarios y algunos académicos quieren que el gobierno restablezca la exención de impuestos.
José Enrique Villa Rivera, quien tomó posesión como director de CONACYT en marzo de este año, dijo en una reunión con legisladores a principios de abril que reviviría el esquema de estímulos fiscales bajo un nuevo programa, pero no ofreció más detalles sobre cómo funcionará.
Avelino Cortizo, encargado de investigación, innovación y desarrollo tecnológico en la Confederación Patronal Mexicana (Coparmex), se ha unido al llamado de alguno de los miembros del G11 para restaurar el programa, tras calificar su cancelación como “una decisión irresponsable”.
“Su desaparición pone a México en desventaja frente a otros países que cuentan con instrumentos fiscales y promoción de desarrollo tecnológico”, dijo Cortizo.
Mientras tanto, la Coparmex trabaja en establecer la primera red de innovación y comunicaciones del país, para unir durante su primera fase a 3500 compañías con centros de investigación nacionales y extranjeros.
“La innovación y el desarrollo tecnológico ocurren a pequeña escala, impulsando la competitividad en las pequeñas y medianas empresas”, asegura Cortizo.
La innovación está en la academia
Pero el capital de innovación en México está concentrado en las universidades públicas, según un estudio realizado por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), que encontró que, por cada proyecto científico desarrollado por empresas privadas, el sector público genera diez.
Esa es la razón por la cual académicos, incluyendo a Laclette y Menchaca Rocha, han pedido al gobierno ser cauteloso al restaurar los estímulos fiscales, argumentando que el apoyo público a las empresas para estimular el desarrollo tecnológico tiene que estar basado en la vinculación entre universidades y centros de investigación. “Las empresas que estén mejor conectadas con las universidades, por ejemplo, deberían recibir una mayor proporción del apoyo”, dice Laclette.
“Necesitamos hacer que el sistema científico crezca y que se impulse el desarrollo tecnológico al mismo tiempo, pero no podemos producir tecnología a expensas de la investigación básica”, añade Rosaura Ruiz, ex presidenta de la Academia Mexicana de Ciencias, quien piensa que se ha favorecido el desarrollo tecnológico por encima de la investigación básica.
Luchando por el presupuesto para ciencia
El capital innovador de México está concentrado en universidades públicas como la Universidad Nacional Autónoma de México
La falta de inversión pública también es responsable por el pobre desempeño del país en CyT. Durante los últimos ocho años el sector público gastó entre 0,3 y 0,4 por ciento del producto interno bruto (PIB) del país en CyT, menos de la mitad del uno por ciento recomendado por la OCDE y estipulado por la propia ley de CyT de México, aprobada en 2002.
Durante la carrera hacia la aprobación del presupuesto 2011 en noviembre pasado, el grupo Vincula demandó que el sector recibiera al menos 0,5 por ciento del PIB, en vez del 0,34 por ciento que proponía el gobierno. Sin embargo, el congreso pasó el presupuesto casi sin cambios, y aprobó un monto de US$ 3.900 millones (0,34 por ciento del PIB) para este año, según un análisis realizado por Héctor Ramírez, economista de la UNAM.
Algunos legisladores piensan que el 0,5 por ciento pudo haberse obtenido fácilmente.
“Con todo el dinero que gastamos en seguridad nacional, la lucha contra la pobreza…si quitamos de eso una pequeña cantidad podemos obtener el dinero sin que nadie se muera de hambre en este país”, dijo el legislador Alejandro Bahena durante una reunión con el G11.
“Siempre hay buena voluntad para la ciencia y la tecnología, al menos a nivel del discurso político”, dijo Javier Castellón Fonseca, quien coordina la Comisión de Ciencia y Tecnología de la Cámara de Senadores. “El problema es que eso no se expresa en cambios en el presupuesto. No están suficientemente interesados en el tema”.
El G11 emitió un comunicado después de que se aprobara el presupuesto, diciendo que: “El rol del Parlamento en componer el borrador final para el presupuesto en ciencia, tecnología e innovación fue decepcionante, porque prevaleció el sistema de cuotas e intereses políticos, así como una visión de corto plazo sobre el bien común y los intereses de México”.
Ruiz, quien actualmente dirige la Facultad de Ciencias de la UNAM, apoya la idea de crear una nueva secretaría de educación superior, ciencia y tecnología para mejorar el presupuesto.
“Esto daría un estatus mayor al tema y también facilitaría un presupuesto para ciencia menos centralizado”, dijo Ruiz, quien señala que esto significaría que finalmente se lograría una política de estado en ciencia y tecnología, tanto a nivel de estados como a escala nacional.
Cecilia Rosen es periodista de ciencia independiente en México. Cuenta con una maestría en comunicación de la ciencia en el Imperial College London y actualmente vive en la Ciudad de México.